- El Banco Central actualizó su marco de implementación del Requerimiento de Capital Contracíclico.
El Consejo del Banco Central de Chile (BCCh) decidió, de forma unánime, mantener el requerimiento de capital contracíclico (RCC) en 0,5% sobre los activos ponderados por riesgo (APR). El RCC fue activado en mayo de 2023, donde debían constituir el RCC en un plazo de doce meses, el cual se cumplió en mayo del presente año. La justificación de la mantención fue, principalmente, por riesgos externos, donde ha aumentado la incertidumbre asociada a tensiones geopolíticas globales y por el impacto que pueden tener las políticas económicas y comerciales del gobierno entrante en EE.UU. Adicionalmente, el BCCh actualizó su marco de implementación de su RCC, en donde estableció un nivel neutral de 1% de los APR.
El escenario externo, al igual que en el IEF del primer semestre, sigue siendo la principal fuente de riesgos para la estabilidad financiera en Chile. A nivel global, se ha observado una reducción de la inflación, con diversas economías convergiendo hacia la normalización monetaria, lo que ha impactado en las tasas de corto plazo. Aunque la Reserva Federal inició su proceso de normalización monetaria en septiembre, los datos que reflejan una economía resiliente en EE.UU. han consolidado la idea de una reducción más gradual en el futuro. La incertidumbre generada por las políticas económicas y comerciales del gobierno entrante ha aumentado aún más las dudas sobre la velocidad de la normalización monetaria de la Fed, fortaleciendo al dólar global frente a otras monedas. Las tasas de largo plazo han vuelto a niveles de abril de este año, tras un descenso en septiembre, principalmente debido al alto nivel de deuda pública y corporativa a nivel global.
En el ámbito local, la evolución de las tasas de interés de corto y largo plazo es similar a lo observado en el ámbito externo. Las reducciones de la Tasa de Política Monetaria se han ido traspasando a las tasas de interés de corto plazo. Desde el IEF anterior, los indicadores de riesgo continuaron sin mayores cambios, lo que mantuvo estable el riesgo soberano y disminuyó el indicador de estrés. Las tasas de largo plazo siguen altas, con un sector inmobiliario residencial que permanece deprimido, con bajos niveles de ventas y un alto stock de viviendas terminadas. A pesar de los recortes de la tasa de interés, el crédito persiste débil por una demanda contraída, donde las colocaciones comerciales y de consumo continúan en descenso. El sector bancario ha mantenido su convergencia hacia Basilea III, lo que ha fortalecido su posición de solvencia, contando con una basta base de capital.
A nivel agregado el endeudamiento de empresas y hogares se ha mantenido estable, aunque con cambios en su composición interna. El endeudamiento de las empresas se mantiene estable respecto al informe del primer semestre, alcanzando un 115% del PIB en este segundo semestre, aunque la composición cambia, aumentando la deuda externa en desmedro del crédito bancario local. En cuanto a los hogares el endeudamiento se ha mantenido estable y la carga financiera se ha reducido, aunque la riqueza neta sigue por debajo de los niveles previos a la pandemia. En el segundo semestre, el ingreso bruto disponible de los hogares aumentó un 5,6% respecto al mismo período del año anterior. Esta mejora, junto con una menor expansión del consumo, ha incrementado el ahorro en comparación con el IEF del primer semestre (llega a un 5% del PIB).
Se actualiza el marco de implementación de política para el RCC, donde el Consejo definió un nivel neutral positivo de 1% de los APR. La transición se dará de forma gradual, una vez finalizada la convergencia a los estándares de Basilea III en diciembre de 2025. En la primera RPF del año 2026 se evaluará el inicio de la convergencia hacia el 1%, definición que se adoptará en la medida que las condiciones macrofinancieras lo permitan, y considerando un plazo de al menos un año para su construcción gradual. Esta actualización del marco de implementación se da en un contexto de un crédito bancario que aún permanece débil, donde las colocaciones han seguido contrayéndose y aún se encuentra en implementación nuevos estándares que requerirán nuevos requerimientos de capital.