En Orión, compañía líder en ciberseguridad y gestión de datos, aseguran que este enfoque puede generar consecuencias profundas, tanto éticas como sociales.
En pleno auge de la economía digital, surge un debate crucial: ¿deberían los datos personales ser tratados como simples commodities, al igual que el petróleo o el trigo? Esta pregunta ha ganado fuerza a medida que empresas y gobiernos de todo el mundo enfrentan el desafío de proteger la privacidad en un entorno tecnológico en constante transformación.
En ese camino, en agosto de 2024, Chile dio un paso significativo al actualizar su marco normativo con la nueva Ley de Protección de Datos Personales. Esta ley, inspirada en la normativa europea, busca proteger los derechos y libertades de los ciudadanos frente a un entorno digital en constante evolución.
Entre sus principales avances, destaca la obligatoriedad de realizar evaluaciones de impacto en casos específicos, como el tratamiento masivo de datos personales, el monitoreo sistemático en espacios públicos y la gestión de datos sensibles sin consentimiento explícito.
Para Orión, compañía líder en ciberseguridad y gestión de datos, esta ley es un ejemplo de cómo los gobiernos pueden frenar la tendencia hacia la comoditización de los datos, recordando que la privacidad no puede negociarse como un recurso económico.
Según la compañía, considerar los datos como bienes intercambiables puede tener consecuencias profundas, tanto éticas como sociales.
«Cuando los datos se manejan como commodities, pierden su valor individual y humano, convirtiéndose en simples unidades transaccionables, sin importar su origen, calidad o el impacto que generan en las personas«, explica Fernando Torres, Tech Head Cybersecurity Studio de Orión.
Este enfoque, agrega el experto, genera una dinámica preocupante:
- Intercambiabilidad: los datos se tratarían como unidades estándar, dejando de lado su contexto único y personal.
- Valoración limitada: al igual que el petróleo o los metales, los datos se medirían solo por cantidad y calidad, sin considerar los derechos asociados a su origen.
- Impacto industrial masivo: su comercialización afectaría todas las industrias, desde la energía y el comercio, hasta la producción de alimentos y servicios digitales, ampliando el riesgo de abuso y explotación.
Un desafío para las empresas: proteger la privacidad en la era del «Big Data»
En Orión enfatizan que las empresas deben asumir la ciberseguridad como una prioridad estratégica. «No se trata solo de cumplir con regulaciones; es una cuestión de ética y responsabilidad social. Invertir en modelos como ‘Zero Trust’ no solo protege los datos, sino que también asegura la confianza de los clientes«, alerta Fernando Torres.
Para muchas organizaciones, sin embargo, el cambio de paradigma aún está lejos de consolidarse. Según el Tech Head Cybersecurity Studio de Orión, una gran cantidad de empresas todavía no cuenta con la preparación necesaria para enfrentar ciberataques ni para garantizar la continuidad de sus operaciones en caso de fallos de seguridad.
Esto pone en juego tanto la privacidad de los datos, como la reputación de las compañías en un mercado cada vez más competitivo.
¿Privacidad o mercancía? El debate ético detrás de la economía digital
La posibilidad de tratar los datos como un commodity pone en peligro un principio fundamental: la privacidad como derecho humano. «Cuando reducimos los datos a un simple valor económico, dejamos de respetar el consentimiento y la autonomía de los individuos. Esto no solo es peligroso, es inaceptable«, advierte Torres.
Para la compañía, tratar los datos como una mercancía afecta directamente la capacidad de las personas para tomar decisiones informadas sobre su información personal.
Esto, porque en manos de entidades que priorizan el beneficio económico sobre las personas, los datos pueden ser utilizados para tomar decisiones automatizadas que impactan profundamente la vida de las personas, como el acceso al crédito, oportunidades laborales o servicios básicos.
Finalmente, para Orión es importante recordar que, aunque vivimos en una era digital, la confidencialidad de los datos no debe quedar relegada a un segundo plano. “En lugar de convertir los datos en una mercancía más, es hora de tratarlos como lo que realmente son: una extensión de nuestra identidad y nuestra autonomía como individuos”.
“Por todo lo anterior, es clave que tanto las organizaciones públicas, así como las privadas, asuman un rol de compromiso verdadero con la legislación vigente”, cierra el ejecutivo.