Por Arturo Volantines
La región de Coquimbo ha tenido grandes y legendarios Intendentes: Joaquín Vicuña (fundador de la ciudad de Vicuña; padre y abuelo de los poetas: Benjamín Vicuña Solar y de Julio Vicuña Cifuentes), Gregorio Cordovez, José María Benavente, Francisco Sainz de la Peña, Vicente Zorrilla, Ruperto Álvarez (capitán del glorioso regimiento Atacama en la Guerra del Pacífico). También, los que no aparecen en la historia oficial: Santos Cavada, Antonio Alfonso y el más emblemático: José Miguel Carrera Fontecilla.
El libro: Apuntes inéditos del Intendente José Miguel Carrera Fontecilla en la campaña de Los Libres de Coquimbo (1851) de Joel Avilez Leiva permite una relación y enlace: desde la revolución de la Independencia a las otras revoluciones decimonónicas. Pero, no solo con los hechos de la gesta libertaria sino de los motivos fundantes, que provocaron y provocan las subversiones. Se demuestra, aquí, que la raíz de la Independencia y sus imperfecciones siguen pendientes, como el autoritarismo centralista y la falta de práctica democrática.
Coquimbo, Concepción y Santiago compartieron el destino de conquistar la libertad de Chile, pero esta libertad y autonomía fue relativa para Concepción y Coquimbo, lo que ha provocado la dependencia centralista. Viene a demostrar, además, que la capital del Estado es refugiante, conservadora y oligárquica.
A través de documentos contextualizados, exhaustivamente, se desarrolla la biografía y obra de José Miguel Carrera Fontecilla y las revoluciones del 51 y del 59, especialmente en Coquimbo. Algunos documentos los conocíamos, porque estamos sumergidos, férreamente, reconstruyendo el relato verdadero del pueblo de Atacama y Coquimbo. Lo importante es que están ordenados y descifrados de los manuscritos. Estos hechos, hasta hace poco, eran invisibles y nuestros héroes: olvidados.
Son muchos los documentos, profusas las aclaraciones. Enhorabuena. Y alumbran, aún mejor: la importancia que esto tiene para el ethos y el amor patrio. Y del valor profundo de esta región, que ha solidificado una forma de ser en el mundo, desde su geografía hasta su paisaje humano: notable y esperanzador. Notable ha sido su gente: su pueblo originario, pasando por Gabriela Mistral y Pedro Pablo Muñoz. Y esperanzador, para que, algún día, ya no seamos los pobladores de la niebla sino el Norte Infinito: verdaderamente libres y autogobernados dentro la patria chilena.
Por ahora, me quedo con el vibrante relato (págs.: 185 a la 189) de la batalla del Cerro Grande por parte de un soldado, publicado en el diario El Comercio de Lima, el 15 de mayo de 1859: “…Quizás desea U. los pormenores de la sangrienta batalla de Peñuelas; no le daré a U. muchos, porque le bastará saber que los soldados rivalizaron con sus jefes en arrojo y heroísmo, y que los batallones enteros defendieron sus posiciones formando un muro de cadáveres con sus cuerpos. Nadie se creía fuera de combate mientras podía respirar un solo aliento de vida. Cubierto de heridas, casi exánimes los héroes, empuñaban todavía el acero y no morían sino exhalando el último suspiro. Y de tan bizarras tropas se mostró digno general nuestro amigo Gallo. Él y sus tenientes Matta, Carvallo, Arancibia, Zapata ocuparán siempre un lugar en el corazón de todo buen patriota y una página brillante de nuestra historia contemporánea…”.
