En 2024, la economía global mostró resiliencia con marcadas diferencias regionales. Estados Unidos lideró el dinamismo económico con un crecimiento del PIB de 2,8%, impulsado por salarios reales más altos, mayor inmigración, productividad y políticas fiscales expansivas. Se espera que esta tendencia continúe en 2025 y 2026 con crecimientos proyectados de 2,5% y 2,1%, respectivamente. La inflación en Estados Unidos muestra una convergencia lenta hacia el 2%, por lo que la Reserva Federal avanzará con cautela en sus ajustes monetarios, proyectando tasas de interés en un rango de 3,75%-4% para fines de 2025. Sin embargo, las políticas de la nueva administración -que podrían incluir proteccionismo, restricciones migratorias y mayor estímulo fiscal- agregan incertidumbre, que prolongaría la inflación, manteniendo tasas de interés altas por más tiempo y un dólar más fuerte a nivel global.
En la Zona Euro, el crecimiento económico fue más modesto, con un 0,8% en 2024, y se proyecta un 1,0% para 2025, liderado por las economías del sur de Europa. Alemania y otros países del norte enfrentan desafíos industriales, mientras el Banco Central Europeo mantiene una política monetaria flexible en medio de una inflación que converge gradualmente hacia el 2%.
China experimenta una desaceleración estructural, con un crecimiento del 5,0% en 2024 y perspectivas de 4,5% y 4,1% para los años siguientes. Las medidas de estímulo anunciadas por el gobierno han mostrado un impacto limitado, mientras el sector inmobiliario y las tensiones comerciales con Estados Unidos continúan siendo factores clave en el dinamismo futuro.
Latinoamérica mostró un desempeño mixto. Argentina logró avances en la estabilización económica, mientras Brasil enfrentó depreciación de su moneda e incertidumbre fiscal, lo que llevó al aumento de las tasas de interés. México, altamente dependiente de Estados Unidos, se encuentra en un escenario de oportunidades y riesgos comerciales. Se proyecta un crecimiento de 2,4% para la región en 2025, con Argentina como uno de los principales impulsores.
Las materias primas cerraron 2024 con un alza del 8%, lideradas por la energía y los metales preciosos, aunque con perspectivas moderadas para 2025. El precio del cobre se mantendría estable entre 4 y 4,25 US$/lb, respaldado por la transición verde, aunque afectado por un dólar más fuerte y menor demanda china.
El entorno global seguirá marcado por incertidumbre debido a políticas comerciales, tensiones geopolíticas y volatilidad económica, que podrían afectar cadenas de suministro y presionar la inflación en diversas regiones.
La economía chilena retoma el crecimiento en 2024, con un alza de 2,3%, superando las expectativas iniciales. Este avance fue liderado por la minería, que creció un 6% gracias a la mayor producción de cobre y litio, mientras que los sectores no mineros presentaron resultados mixtos, destacando transporte y servicios personales.
Desde la perspectiva del gasto, la demanda externa impulsó el crecimiento de la economía en 2024, con un aumento de las exportaciones de bienes y servicios, especialmente cobre, litio, cerezas y turismo receptivo. Sin embargo, el consumo privado creció solo un 1% acumulado a septiembre, debido a un entorno financiero restrictivo y un mercado laboral plano. La inversión, aunque estancada en construcción, repuntó en maquinaria y equipos con un incremento de 7,2% acumulado al tercer trimestre.
Para 2025 estimamos un alza del PIB de 2,3% beneficiado por la recuperación de la demanda interna. Entre los factores destacan: aumento de grandes proyectos de inversión privada ligados a la minería; mayor empleo, que dinamizará el consumo; continuidad en el dinamismo de exportaciones de bienes y servicios; y mejores condiciones financieras gracias a menores tasas de interés de corto plazo. Para 2026, la economía se mantendría creciendo en torno a su tendencia.
La inversión continuará ganando tracción durante 2025, concentrada en grandes proyectos del sector minero. Anticipamos un significativo crecimiento anual de la inversión en torno a 5%, mientras que el consumo se expandirá 2,0%, incidido por un empleo que se recupera y por una mayor demanda por crédito.
El mercado laboral comenzó a mejorar al inicio de 2024, pero experimentó un estancamiento en la segunda mitad del año. Para 2025, se espera una mejora gradual en el empleo, impulsada por la recuperación en sectores como la construcción y los servicios empresariales. Se proyecta que la tasa de desempleo se mantendrá cerca del 8,3% durante el año, con un avance progresivo hacia finales de 2025.
La inflación retrasa su proceso de convergencia impulsada por factores de costo, cerrando 2024 en 4,5%. La inflación subyacente se elevó arrastrada por un mayor tipo de cambio y aumento de costos. Para este año, estimamos que la inflación continuará elevándose en la primera parte, pero con una rápida convergencia en la segunda mitad. Se espera una baja hasta 3,8% para 2025, y 3% a inicios de 2026. Sin embargo, el balance de riesgos sigue sesgado al alza.
El tipo de cambio experimentó alta volatilidad durante 2024, con una apreciación temporal impulsada por el aumento en el precio del cobre y la reducción de las tasas de la Reserva Federal de EE.UU. No obstante, hacia finales del año, el peso chileno se depreció debido a factores internacionales y expectativas de tasas altas en EE.UU. Para 2025, se prevé que el tipo de cambio se mantenga depreciado en los primeros meses del año, pero se estabilice en la segunda mitad, con una posible apreciación hacia fines de 2025, cerrando cerca de los $950.
La actividad crediticia en 2024 mostró signos de debilidad, aunque experimentó un leve repunte hacia finales de año. Las tasas de interés de corto plazo continuaron su proceso de normalización, lo que favoreció la expansión de los créditos comerciales. En contraste, los créditos al consumo y las colocaciones hipotecarias siguieron rezagados debido a la menor demanda y a las altas tasas de interés de largo plazo. Para 2025, se proyecta que las tasas de interés de corto plazo continúen descendiendo, lo que podría estimular la demanda de crédito en algunos sectores, aunque las altas tasas de interés de largo plazo seguirán limitando la recuperación del mercado inmobiliario.
El Banco Central de Chile continuó con su proceso de normalización monetaria en 2024, reduciendo gradualmente la Tasa de Política Monetaria (TPM). Se proyecta una pausa en los recortes durante la primera mitad de 2025 debido a riesgos inflacionarios al alza y un tipo de cambio depreciado. A partir del segundo semestre, con una inflación en descenso y menor volatilidad externa, se estima que el Banco Central volverá a hacer recortes para cerrar el año con la TPM en 4,25%.
En el área fiscal, en 2024 el déficit estructural habría superado la meta establecida. Para 2025, si bien esperamos que se retome el cumplimiento de la meta fiscal, los riesgos siguen al alza en un estrecho escenario.