- Un estudio pionero entre Chile y Perú analiza cómo el ostión del norte se adapta al cambio climático en tres zonas clave de cultivo. Mediante la instalación de sensores oceanográficos, experimentos en laboratorio y análisis genéticos, la investigación busca fortalecer la acuicultura sostenible y la resiliencia de las comunidades costeras frente a fenómenos extremos como olas de calor, hipoxia y acidificación costera.
En un esfuerzo colaborativo junto a investigadores de Chile y Perú, el Instituto Milenio en Socio-Ecología Costera (SECOS) inició una investigación pionera para comprender cómo las poblaciones del ostión del norte (Argopecten purpuratus) responden a los desafíos del cambio climático en tres zonas clave de cultivo: Tongoy y Caldera en Chile, y Bahía Sechura en Perú. El proyecto combina monitoreo ambiental, experimentos biológicos y análisis genéticos, información que busca generar el conocimiento científico necesario para fortalecer la acuicultura sostenible y la resiliencia de las comunidades costeras frente a fenómenos climáticos extremos.
El estudio, liderado por el investigador Cristian Vargas, director del ECCALab de la Facultad de Ciencias Ambientales de la Universidad de Concepción e investigador del SECOS, se centra en evaluar la capacidad de adaptación de las poblaciones de esta especie de bivalvo a condiciones ambientales variables, como cambios en la temperatura, el pH y los niveles de oxígeno en el agua. Estas variables son críticas para la supervivencia y el crecimiento de los ostiones, especialmente en un contexto de calentamiento global y acidificación de los océanos.
“La respuesta de las poblaciones frente al cambio climático es muy específica y depende mucho del lugar geográfico. Comparar la resiliencia de los ostiones en cultivo entre Chile y Perú nos permitirá entender cómo los regímenes de variabilidad ambiental de diferentes parámetros ambientales afectan a la misma especie en poblaciones tan alejadas”, explica Vargas.
Durante la semana pasada, el equipo de investigación liderado por Vargas y el profesional SECOS y Lab Manager de ECCALab Antonio Cuevas, en compañía de colegas peruanos y ostioneros locales, desplegaron sensores oceanográficos en las bahías de Sechura para monitorear de forma horaria variables como la temperatura, la salinidad, el pH y el oxígeno disuelto, datos que permitirán caracterizar los regímenes de variabilidad en cada sitio de estudio.
Colaboración binacional para enfrentar desafíos comunes
Este proyecto representa una colaboración inédita entre Chile y Perú en el ámbito de la acuicultura de bivalvos, donde colaboran otros investigadores del SECOS y pertenecientes a diversas instituciones, como Bernardo Broitman y Marco Lardies de la Universidad Adolfo Ibáñez, Pilar Haye de la Universidad Católica del Norte, y Stefan Gelcich de la Pontificia Universidad Católica de Chile. En Perú, el estudio cuenta con el apoyo de la Universidad Nacional Pedro Ruiz Gallo (UNPRG) a través de Jorge Fupuy Chung y Natalie Bravo, estudiante de Doctorado en Oceanografía de la Universidad de Concepción y SECOS, además de miembros del Consejo de Maricultores de la Bahía de Sechura.
En Sechura, la acuicultura de ostiones es una actividad económica vital que genera más de 45 mil puestos de trabajo y cultiva alrededor de 13 mil hectáreas distribuidas en ocho zonas de producción. Además, cuenta con 12 plantas de proceso, donde el 90% de la mano de obra son mujeres, convirtiendo a esta actividad en un pilar fundamental para las familias locales.
Sin embargo, la industria enfrenta grandes desafíos ambientales, como fenómenos climáticos extremos, incluyendo el ciclón Yaco y eventos de El Niño, que han causado pérdidas significativas en la producción. Agustín Matías Navarro, presidente del Consejo de Maricultores de la Bahía de Sechura, destaca la importancia de la colaboración con la academia para enfrentar estos desafíos: “A pesar de los problemas ambientales y económicos, la industria sigue en pie gracias al esfuerzo de los productores, quienes enfrentan riesgos financieros significativos sin mucho apoyo estatal. La colaboración con la academia es clave para garantizar la sostenibilidad de la actividad”.
Navarro también resaltó la importancia de la investigación para el futuro de la acuicultura: “El mercado puede ser impredecible. En 2019 tuvimos que dejar el producto en el agua porque sacarlo era una pérdida. Sin embargo, en 2021 logramos venderlo a un precio rentable, a pesar de haber perdido el 60% de la producción. Estudios como este nos ayudan a entender mejor cómo manejar estos riesgos y asegurar la viabilidad de nuestra industria”.
Así, el proyecto utiliza un enfoque metodológico innovador que combina monitoreo ambiental, experimentos biológicos y análisis genéticos. Esto permitirá evaluar la plasticidad fenotípica (capacidad de adaptación) y la tolerancia de las poblaciones de ostión del norte a condiciones extremas. Además, se realizarán análisis genéticos para identificar posibles adaptaciones que expliquen las diferencias en la resiliencia de las poblaciones.
“Este estudio no solo representa una colaboración inédita entre Chile y Perú, sino que también abre puertas para futuras investigaciones en otros rangos geográficos amplios, fomentando la cooperación científica a nivel regional. Finalmente, esperamos que permita anticiparnos a futuros eventos extremos y desarrollar estrategias para una acuicultura más sostenible”, concluye Vargas.