La investigación, que analizó el panorama de más de 215 mil estudiantes de cuarto básico, mostró que las escuelas que promueven el ejercicio, tanto en clases como por medio de talleres y campeonatos deportivos, logran mejores resultados en las pruebas estandarizadas.
Asimismo, las escuelas de nivel socioeconómico bajo que han impulsado estos ámbitos obtienen mejores indicadores que sus pares, disminuyendo la brecha con las escuelas de niveles económicos más altos.
Las brechas en las pruebas estandarizadas, de acuerdo al estrato económico de los colegios, todavía siguen presentes en Chile. De hecho, según los resultados SIMCE reportados en marzo de este año, los establecimientos de niveles socioeconómicos bajo mantienen una diferencia de 55 puntos en la prueba de matemáticas versus escuelas de niveles altos.
Por su parte, el escenario actual de la convivencia en los colegios del país tampoco es alentador. La violencia se ha vuelto un tema recurrente en diversos establecimientos durante el año y así lo revelan las cifras reportadas por la Superintendencia de Educación, que muestran que al tercer trimestre hay más de 12.300 denuncias ingresadas, registrándose así un aumento de 1,49% respecto a 2023 –año con las cifras más altas de la última década-.
¿Cómo revertir este escenario? Esta fue una de las interrogantes que abordó un equipo de investigadores de Universidad de La Frontera, quienes desarrollaron un estudio para evaluar el impacto de la actividad física en el rendimiento académico y también en el clima escolar entre niños y niñas de cuarto básico.
Allí, descubrieron que la promoción de la actividad física en las escuelas se relacionó con cambios positivos en el rendimiento académico, especialmente entre los escolares pertenecientes a un bajo nivel socioeconómico. En ese sentido, los establecimientos que potenciaron estos temas –mediante clases o talleres deportivos- vieron un aumento en más de 10 puntos en la prueba de Matemáticas y en más de 12 en la de Lectura del SIMCE, en comparación a colegios del mismo estrato que no fortalecieron la práctica del deporte.
De esta forma, el principal hallazgo del estudio muestra que “la relación negativa que tenemos entre el nivel socioeconómico y los malos resultados académicos, se puede revertir mediante la promoción de actividad física escolar. Por ejemplo, si comparamos los colegios de nivel socioeconómico bajo, vemos que los que promueven estos ámbitos presentan muchos mejores resultados académicos, reduciendo al mismo tiempo la brecha socioeconómica existente. Pero, esto también ocurre en todos los estratos, relevando el impacto de promover el deporte”, explica el doctor en Innovación Didáctica y Formación del Profesorado y director de la investigación, Pedro Delgado.
Clima escolar
Asimismo, la investigación reveló que existe una asociación entre el nivel socioeconómico, el clima escolar y el impacto que puede generar la actividad física. “Las escuelas cuyos estudiantes son principalmente de niveles bajo tienden a tener un clima escolar poco saludable, lo que afecta las interacciones socioemocionales y las relaciones de los escolares, ejerciendo un impacto directo en su rendimiento académico. A esto se suma que un clima escolar poco saludable, se asocia con menos días de educación física y menores probabilidades de participar en la práctica de actividad física”, puntualiza Pedro Delgado, investigador de la Universidad de La Frontera y parte del equipo que realizó el análisis.
Por ello, añade que esta evidencia ya ha sido planteada al Ministerio de Educación, dado que “los resultados demuestran que promover actividades deportivas y culturales, potencian los aprendizajes de los estudiantes. Esto, ya incrementan las conexiones neuronales, permite que el músculo esquelético se coordine a través de distintos procesos con el cerebro, que es lo que termina por mejorar los aprendizajes”.
En ese sentido, es que el equipo de investigadores considera que se debe avanzar en la promoción de actividad física por 60 minutos al día para los niños, lo que además va en línea con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud.
Respecto al estudio, que fue publicado por la revista “Frontiers in Public Health” en julio de este año, se incluyó a 4.990 escuelas (públicas, subvencionadas y privadas) desde Arica a Punta Arenas, considerando a más de 215 mil niños y niñas que rindieron la prueba SIMCE de Lectura y Matemáticas entre 2017 y 2018.
En ese sentido, el clima escolar fue evaluado mediante tres indicadores: La Encuesta de Clima Escolar de la Agencia de Calidad de la Educación; el Inventario Integral de Clima Escolar y la Encuesta de Convivencia Escolar para Estudiantes creado por la Fundación Paz Ciudadana.
Estos factores se sumaron a los análisis sobre la actividad física, según datos que reporta el Ministerio de Educación. “Se considera, por ejemplo, si hay talleres deportivos o de danza, si se desarrollan campeonatos, si son abiertos para todos los alumnos, cuántos estudiantes participan, entre otros, lo que permite construir un indicador que analiza las actividades de promoción de actividad física en cada escuela”, detalla el investigador de UFRO.
Así, Pedro Delgado considera que todavía como país estamos al debe “no solamente en promover estos temas, sino que en profesionalizarlo y poder tener un registro de evaluación objetiva que nos permita evaluar realmente cómo es la actividad física que se está haciendo en los colegios. Eso ayudaría a planificar desde una base concreta cómo abordar las necesidades que tiene cada establecimiento a lo largo del país”.