En distintas unidades del país, los abanderados del Ejército se preparan con dedicación para tomar parte en el Juramento a la Bandera, una de las ceremonias más preponderantes de la Institución. Este acto se realiza cada 9 de julio en homenaje a los 77 soldados que dieron su vida en el Combate de La Concepción, en 1882.
Durante la ceremonia, miles de jóvenes, hombres y mujeres, jurarán fidelidad a la Patria y se comprometerán a servirla con valor y lealtad, incluso si eso implica entregar la vida. Este compromiso marca una diferencia importante con otras profesiones, ya que solo a los militares se les exige estar dispuestos a dar la vida en cumplimiento del deber.
Ser elegido abanderado, en este contexto, es un gran reconocimiento. Una vez designados, inician una preparación que incluye ejercicios específicos como el despliegue y repliegue del estandarte, la correcta posición del abanderado en formación, la marcha sincronizada con su escolta, el protocolo del izamiento y rendición de honores, entre otros aspectos.
Cada detalle es evaluado, ya que portar la bandera exige un dominio técnico y un profundo sentido de responsabilidad. Así lo explica el Teniente Felipe Azócar C., del Regimiento Escolta Presidencial No 1 “Granaderos”, quien destaca que “el entrenamiento es exigente, por la trascendencia de la ceremonia”.
En tanto que el Comandante de Sección de la Compañía Andina N.o 3 “Yungay”, Teniente Ángel Zara A, agrega que “portar la bandera es un honor y representa la promesa de servir a la patria en todo momento”.
El próximo 9 de julio, el Juramento a la Bandera volverá a reunir a las generaciones de nuevos soldados que celebrarán su plena incorporación a la vida militar. Al frente de cada formación, los abanderados simbolizarán el respeto por la tradición, y el espíritu que define al Ejército.
Fuente: Dirección de Comunicaciones Estratégicas del Ejército.
