- Además de visibilizar y ser conscientes de la problemática, las empresas tienen la facultad y compromiso de implementar dinámicas que permitan equilibrar las cargas de tantas trabajadoras en el país.
- La Dra. Andrea Hernández Monleón, directora del Pregrado en Recursos Humanos y Relaciones Laborales de la Universidad Internacional de Valencia – VIU, perteneciente a la red de educación superior Planeta Formación y Universidades, reflexiona sobre cómo las empresas pueden aportar a la reducción de la brecha de género y la sobrecarga desigual en las mujeres.
Chile, octubre de 2025 — Una de las brechas de género más persistentes que tiene actualmente el mercado laboral chileno es la de la carga desigual del trabajo doméstico y de cuidado, que sigue recayendo mayoritariamente sobre las mujeres.
Según cifras del Informe Laboral Anual Zoom de Género publicado este año, la carga laboral total de trabajo, tanto remunerado como no remunerado, para las mujeres es de 14,2 horas diarias, frente a 11,1 horas diarias para los hombres. Tan solo el trabajo doméstico y cuidados no remunerados demandan a las mujeres 5,8 horas diarias frente a las 1,9 horas de los hombres. Hay una clara brecha de género que va más allá de la oficina.
En Chile, la Ley 21.645, de conciliación de la vida personal, familiar y laboral, establece que las personas que cuidan niñas o niños menores de 14 años, o menores de 18 años con discapacidad, tienen derecho preferente a tomar vacaciones o modificar turnos durante los recesos escolares, y a realizar teletrabajo si su función lo permite.
Esto es un asunto institucional, por supuesto, pero las empresas también deben jugar un rol en la transformación de este panorama. Además de reconocer el problema, tienen el compromiso y la capacidad de implementar políticas que faciliten una redistribución real de estas responsabilidades.
Así lo explica la Dra. Andrea Hernández Monleón, directora del Pregrado en Recursos Humanos y Relaciones Laborales de la Universidad Internacional de Valencia – VIU, perteneciente a la red de educación superior Planeta Formación y Universidades.
«Las empresas deben implementar políticas integrales que no solo reconozcan dicha carga desigual, sino que también contribuyan activamente a su redistribución, desde una perspectiva de corresponsabilidad», explica la experta. «Para ello, se vuelve fundamental incorporar la perspectiva de género de forma transversal a toda la organización, sus políticas y prácticas cotidianas».
Medidas para una conciliación efectiva
Entre las acciones más eficaces que las organizaciones pueden implementar están los permisos parentales igualitarios y remunerados para ambos progenitores, así como la promoción de licencias por cuidado sin penalización profesional.
Son beneficios que no deben limitarse únicamente a las mujeres, ya que la corresponsabilidad requiere que tanto ellos como ellas compartan de manera equitativa estas funciones.
La implementación de modelos laborales flexibles también resulta clave. Herramientas como el trabajo híbrido, el banco de horas o la posibilidad de elegir franjas horarias permiten organizar el tiempo de manera más eficiente, fomentando la conciliación sin reproducir roles de género tradicionales.
Además, estos modelos cobran especial relevancia ante el creciente peso del cuidado de personas mayores y dependientes.
La equidad como parte de la cultura empresarial
El reto de la igualdad de género en el ámbito laboral no debe limitarse a iniciativas aisladas. Es importante incorporar la perspectiva de género en los sistemas de evaluación, en la toma de decisiones y en la cultura organizacional.
«Los Planes de Igualdad se han vuelto un instrumento eficaz a través de los cuales lograr la implementación de medidas y acciones concretas para el fomento de la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres y de la corresponsabilidad de forma sistemática y planificada».
Para lograrlo, según indica la experta, es necesaria la formación en estereotipos de género y sesgos inconscientes, especialmente en líderes y mandos intermedios. De esta manera, las organizaciones no solo contribuyen a un entorno laboral más justo, sino que también impulsan un cambio cultural más amplio, que favorezca la corresponsabilidad dentro y fuera del lugar de trabajo.
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