OPEN DE AUSTRALIA La ‘jaula’ de gusanos donde pasará Djokovic el cerrojo australiano

Melbourne. La segunda ciudad más grande de Australia. La ciudad que está en el centro de una placa tectónica. La ciudad que se llenó de inmigrantes del sur de Europa tras la Segunda Guerra Mundial, que siempre está en las listas de urbes más habitables del planeta, que llena habitualmente con su arte callejero las páginas del Lonely Planet, que fue sede de unos Juegos Olímpicos (1956) y que es sede en un Grand Slam de tenis, un Abierto de golf y un Gran Premio de Fórmula 1.

Melbourne. La ciudad que confina a sus cinco millones de habitantes por 10 casos de coronavirus. Ocurrió el pasado septiembre. No fue la primera vez. Melbourne ha cerrado sus puertas a lo largo de la pandemia hasta en siete ocasiones en periodos de dos o tres semanas cada vez que aparecían unas pocas decenas de contagios diarios.

Protestas en el Park Hotel.
Protestas en el Park Hotel.JAMES ROSSEFE

Uno de sus primeros cierres estrictos fue en julio de 2020. Entonces, las autoridades atribuyeron el nuevo repunte de casos al incumplimiento de las medidas de restricción en los centros de cuarentena establecidos, en su mayoría hoteles, para los viajeros con residencia en la ciudad que llegaban desde otros países.

Hubo un gran escándalo que saltó porque en uno de esos hoteles los guardias habían tenido relaciones sexuales con los viajeros que llagaban al país y que debían estar encerrados en una habitación cumpliendo las dos semanas de cuarentena que dictaba el protocolo. Algunos de ellos dieron positivo, contagiaron a los guardias y estos propagaron el virus por la comunidad.

EL PARK HOTEL, LA ‘JAULA’

Al centro de cuarentena que estuvo bajo investigación policial por aquel escándalo, el Park Hotel, la prensa local lo bautizó posteriormente como la «jaula«. En diciembre de 2020, volvió a estar en el foco por convertirse en un polémico centro de acogida -o más bien de detención- para refugiados que habían solicitado asilo al gobierno australiano y que debían de guardar cuarentena.

El hotel ha estado estos últimos meses en el centro de varias protestas contra las políticas de inmigración hostiles del Gobierno. Hubo denuncias por las malas condiciones de un lugar que ya había sido una incubadora para el virus. En octubre, saltó un brote de Covid en el que más de 20 personas dieron positivo. También ha habido quejas porque en la comida que daban, muchas veces podrida como mostraron algunas fotos difundidas por los refugiados, había hasta gusanos.

En esa «jaula» de los gusanos está ahora encerrado el número 1 del tenis, Novak Djokovic, que aterrizó en el país con una exención médica a los requisitos de vacunas, aprobada por el Gobierno estatal y funcionarios de la Federación de Tenis del país, pero que no convenció a los agentes fronterizos federales de Victoria, el estado donde se encuentra Melbourne, que son los que tenían la última palabra. Las autoridades han ordenado a Djokovic permanecer en el Park Hotel hasta el lunes, cuando un tribunal dictaminará si se le permite quedar en la ciudad para participar en el Open de Australia o si será deportado.

ENFADO CIUDADANO

No ha habido excepción. En el país que ha seguido con rigurosidad durante casi toda la pandemia una estrategia de fronteras cerradas y breves pero efectivos confinamientos, Djokovic no pasó el corte y su visa fue cancelada por no cumplir con los requisitos de entrada al no estar vacunado.

La ira ciudadana probablemente haya tenido bastante que ver en la marcha atrás de las autoridades con el caso del tenista. La exención había provocado la indignación en un país que cumplido las estrictas reglas estrictas para prevenir la propagación del coronavirus y ha mantenido una de las tasas de muertes por Covid más bajas del mundo. Los ciudadanos, que soportaron largos encierros y durante meses enfrentaron límites estrictos para salir o regresar a Australia, exigieron saber si Djokovic había recibido un trato especial.

AUSTRALIA, ESTRATEGIA COVID CERO

Australia (25 millones de habitantes, 609.000 contagios y 2.301 muertos) ha pasado casi toda la pandemia siguiendo la estrategia de Covid cero. Daba igual el número de casos positivos que hubiera. Si aparecía un puñado de nuevos contagios que amenazaban con borrar los avances logrados, se retomaban viejos confinamientos y restricciones. Era mejor encerrar a la mitad de la población y bloquear ciudades enteras unos días, que esperar a que los brotes empeoraran.

Esa fue la política hasta que la variante Delta borró el propósito de que era posible erradicar completamente el coronavirus. A finales del pasado septiembre, el primer ministro australiano, Scott Morrison, dijo que había que salir de la burbuja para aliviar la carga económica. «Es absurdo seguir así. Los encierros no son una forma sostenible de vivir en este país», afirmó.

A medida que fue aumentando la vacunación, las fronteras entre los estados se fueron abriendo y se suprimieron muchas de las restricciones. A principios de noviembre, se aliviaron los controles en las fronteras internacionales, lo que dejó algunas escenas emotivas en los aeropuertos cuando muchas familias se pudieron juntar por primera vez desde que comenzó la pandemia.

A partir de diciembre, los trabajadores extranjeros y estudiantes con visa pudieron comenzar a entrar a un país que estaba trabajando para establecer una «burbuja de viaje» con países vecinos como Japón y Corea del Sur. A nivel nacional, vacunarse o no es voluntario. El 77,2% de la población tiene la pauta completa. Pero nadie puede entrar al país sin estar vacunado o con una excepción médica justificable. Djokovic no la tenía.

 

Fuente: El Mundo

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