Reuben McNulty, de dos semanas de edad, se encontraba sentado en un asiento afelpado en el sofá con su madre, Amy Litchfield, cuando fue atacado.
Un perro que “jamás había mostrado señales de agresión” agredió a un bebé de dos semanas después de que su madre se quedara dormida en el sofá, según descubrió una investigación.
Reuben McNulty, de dos semanas de edad, se encontraba sentado en un asiento afelpado en el sofá con su madre Amy Litchfield cuando fue atacado por su mascota, un perro tipo bull terrier de Staffordshire llamado Dotty.
Su padre, Daniel McNulty, marcó al 999 cuando descubrió la escena sangrienta en su apartamento en Yaxley, Cambridgeshire, Inglaterra, después de haber salido a fumar, se dijo en la audiencia del martes en Peterborough.
Reuben fue llevado al hospital en la madrugada del 18 de noviembre de 2018, pero murió de una lesión grave en la cabeza el 13 de diciembre, a la edad de cinco semanas.
El forense del área de Cambridgeshire, Simon Milburn, informó que McNulty le dijo a un operador de llamadas del 999: “Creo que el maldito perro lo atacó.
“Mi pareja estaba dormida.
“Solo escuché llanto”.
En una entrevista policial resumida por el forense, McNulty dijo que “salió a fumar”.
“Dice que subió de vuelta al apartamento y escuchó llanto”, dijo Milburn.
“Dijo que al levantar a [Reuben] vio las heridas y vio al perro Dotty lamiéndose los labios”.
Simon Newbury, especialista en medicina forense veterinaria, dijo que Reuben tenía 23 marcas de perforaciones.
Dijo que procedían de “al menos cuatro o cinco mordiscos o ataques” y “es probable que hayan sido de 18 a 23 si las perforaciones individuales fueron ataques de una sola vez cada uno”.
“Sospecho que Reuben fue agitado con fuerza entre los ataques”, dijo.
“Este ataque habría durado un minuto o más.
“Es posible que Dotty haya sido motivada a atacar por algún movimiento que interpretó como el de una presa”.
Dijo que creía que Dotty “vio a Reuben como una presa pequeña o un juguete chillante”.
Dotty y un segundo perro tipo Staffordshire bull terrier llamado Fizz, ambos hembras y de entre siete y nueve años de edad, fueron incautados por la policía y después sacrificados, según se escuchó en la investigación.
Milburn dijo: “Está claro en cualquier lectura de la evidencia que no hubo problemas o preocupaciones anteriores con ninguno de estos perros”.
Continuó: “Hay evidencia de que ambos padres sufrían de un comprensible cansancio como resultado del cuidado de un bebé recién nacido y hay evidencia de que tenían acuerdos sobre quién tendría un turno para dormir y cuidar de Reuben en momentos distintos.
“En la madrugada, la explicación dada y la cual acepto, es que la madre estaba dormida en la sala.
“Había tomado unas pastillas para dormir.
“Reuben estaba dormido en la misma habitación en su asiento, los perros estaban dormidos en la misma habitación o en la cama para perros.
“Daniel dijo que había salido a fumar un cigarrillo.
“No tengo ninguna razón para discutir eso.
“Amy recuerda en sus entrevistas con la policía que él le dijo que iba a salir a fumar un cigarrillo, pero de manera desafortunada ella se volvió a dormir y fue cuando Daniel volvió a entrar poco tiempo después y encontró a Reuben herido de gravedad y a uno de los perros, Dotty, cubierto de sangre.
“Creo que la mejor forma de calificar esta serie de eventos es que fue un corto periodo no intencionado de falta de atención inadvertida el cual por desgracia tuvo consecuencias horribles y trágicas”.
Al registrar una conclusión narrativa, dijo: “Reuben murió como resultado de las lesiones a la cabeza causadas cuando fue atacado por un perro que era una mascota familiar dentro de su domicilio”.
La sargento detective Emma Compson dijo que la policía no tomará más medidas contra McNulty o Litchfield.
Ella dijo que la pareja se había “separado como resultado del trauma”.
Ruth Hinchey, la abuela materna de Reuben, dijo: “Nunca vi ni supe que Dotty fuera agresiva con nadie”.
La trabajadora social Sophie Bradley dijo que Litchfield describió a los perros como “sus bebés” y que le “advirtieron que los perros pueden ser impredecibles y pueden ponerse celosos”.
Ella dijo “ambos perros eran muy amigables y no mostraban signos de agresión” con las visitas.
Agregó que, como parte de un plan de protección infantil de los servicios sociales, se acordó que McNulty y Litchfield “mantendrían a los perros en la cocina detrás de la puerta de la escalera, la cual ya tenían posicionada”.
Fuente: INDEPENDENT en Español