El nombre de Gerard Farrés siempre se ha relacionado con el mundo de las motos y del rally. Empezó en 2006 siendo el mejor rookie y estuvo hasta 2018 participando en la categoría de las dos ruedas logrando un podio en 2017. Nunca ha logrado el Touareg y la categoría de SSV le había brindado una oportunidad de oro este Dakar 2022. No obstante, en este deporte, como la gran mayoría, el dinero es una prioridad y le ha arrebatado lo que era un sueño hecho realidad.
Farrés lleva tres años compitiendo en esta categoría y nunca ha estado tan cerca como lo ha estado esta vez de lograr coronarse. Pero el catalán ha seguido órdenes de equipo de forma muy profesional y se ha parado en el último waypoint de la última etapa para que su compañero Austin Jones le recuperara la distancia de 3 minutos que había en la general y ganase él. De hecho, durante la última etapa parecía que el estadounidense tenía problemas pero al final ha llegado a meta sin ningún contratiempo. ¿La razón de todo este teatro? Lo que puede mover cualquier cosa en este mundo: el dinero.
Para que Farrés pudiera participar de la mano de CAN-AM Factory South Racing era necesario que el equipo encontrara un patrocinador. Este no ha venido de la mano del español, sino que ha sido el piloto americano el que ha puesto los billetes encima de la mesa. La condición era clara: o aquí gano yo o no gana nadie. El espíritu deportivo en estos casos ya lo dejamos a un lado mejor. Esta acción va contra cualquier valor deportivo pero que del deporte se haya pasado a negocio en todas sus facetas tiene consecuencias de este tipo. Desafortunadamente no es ni la primera vez ni la última que veremos algo de este tipo.
El profesionalismo de Farrés ha sido intachable. Cualquier otro podría haber pensado ‘gano y quizás me echan, pero no me pueden quitar el título’. A pesar de estar a las puertas de su primer Dakar, algo en lo que ha estado luchando toda su vida, ha frenado y ha obedecido. No creo que podamos imaginar la rabia y la frustración que puede haber vivido el español en esos minutos eternos dentro del vehículo, esperando a que te quiten eso que tanto mereces. Seguro que el año que viene volverá y estará arriba. No estará atado como lo ha estado este 2022 pero sacarse esta espina no será tarea fácil.
Por otro lado, ¿qué es lo que le puede pasar por la cabeza a Austin Jones? Ha ganado, sí. Lógicamente un logro de este calibre se debe celebrar a lo grande. Pero, ya en frío, si echas la mirada atrás ves que no lo has logrado por méritos propios, sino por el dinero que traes contigo. La meritocracia de nuevo queda ensombrecida por el poder del dinero. Es verdad que los dólares aportados por Jones le han dado a Farrés la oportunidad de participar con un equipo con grandes prestaciones, pero el precio a pagar ha sido muy caro, incluso es difícil pensar en algo más duro para él y su copiloto Diego Ortega. En esto se ha convertido el deporte. Una verdadera lástima.
Por: Oriol Muñoz