¿Un médico que tortura? En Fráncfort comienza el juicio contra Alaa M., a quien se acusa de haber formado parte del sistema represivo sirio. El caso demuestra que, donde hay tortura, hay médicos cerca.
¿Qué clase de médico hace eso? ¿Empapar los genitales de los adolescentes con alcohol y prenderles fuego? ¿Patear los brazos y las piernas rotas de los presos? ¿Asesinar con inyecciones a la gente que se resiste a su maltrato? Tres ejemplos de una larga lista de atrocidades que el fiscal general Peter Frank atribuye al médico sirio Alaa M. El miércoles, 19 de enero de 2021, comienza el juicio por crímenes contra la humanidad contra este hombre de 36 años en el Tribunal Regional Superior de Fráncfort. Alaa M. habría cometido sus actos de tortura en una prisión del servicio de inteligencia militar y en hospitales militares de Homs y Damasco.
Alaa M. llegó a Alemania en 2015. No como refugiado, sino en calidad de médico, una profesión bien acogida, con un visado de la embajada alemana en Beirut. Desde entonces, ha ejercido como médico en varias clínicas en Alemania hasta que fue detenido en junio de 2020.
De sanador a ayudante del sistema opresor
El caso es conmovedor. No solo por los actos en sí, sino también porque los cometió un médico: alguien a quien las personas necesitadas buscan, a quien la mayoría experimenta como un confidente, con quien comparten los secretos de sus cuerpos y a veces de sus almas. También en Siria los médicos gozan de un alto nivel de estima, reconocimiento y prestigio social, escribe Houssam al-Nahhas en unas declaraciones para Deutsche Welle. Él también es médico y superviviente de la tortura del sistema represivo sirio, además fue experto en Oriente Medio para la organización no gubernamental internacional «Médicos por los Derechos Humanos».
Houssan al-Nahhas, escribe que, «mientras muchos profesionales de la salud en Siria se han mantenido fieles a su compromiso y han aliviado el sufrimiento de los sirios, una minoría de profesionales de la salud ha apoyado el brutal sistema de tortura del gobierno de Assad.» Los sanadores se han convertido en ayudantes y partidarios de un sistema opresivo brutal. Esto también ocurre en otros lugares.
El profesor de medicina estadounidense Steve Miles ha realizado una intensa investigación sobre la participación de los médicos en la tortura. «Los médicos son indispensables para la tortura y una parte integral de cualquier sistema de tortura», explica Miles en una entrevista con DW. Miles cita varios argumentos: «Crean certificados de defunción falsos para los historiales médicos. No señalan que la tortura haya sido causa de lesiones o muerte. En segundo lugar, desarrollan métodos de tortura que no dejan rastros externos. Y en tercer lugar, los médicos contribuyen a retrasar la muerte de los pacientes para mantenerlos con vida durante toda la duración de la tortura planificada».
No es casualidad que el acusado Alaa M. haya cometido algunos de los actos que se le imputan en un hospital militar. El papel que desempeñan los hospitales militares en el sistema represivo sirio fue mencionado en el veredicto contra el excoronel del servicio de inteligencia Anwar R. en Coblenza el 13 de enero. La jueza Anne Kerber explicó, entre otras cosas, cómo se recogían los cuerpos de las víctimas de la tortura en los hospitales militares, cómo los fotógrafos militares documentaban a los muertos para demostrar que las víctimas no habían sido liberadas, cómo se transportaban los cuerpos a las fosas comunes en camiones refrigerados o articulados.
«Ángel de la muerte»: el médico Josef Mengele del campo de concentración de Auschwitz
Médicos bajo la esvástica y en la RDA
No solo en Siria se practica la tortura con la participación de médicos. La organización de derechos humanos Amnistía Internacional habla en sus publicaciones de 140 Estados del mundo donde se utiliza la tortura. El médico experto en tortura Steve Miles habla de unos 120 Estados.
También en Alemania los médicos se vieron involucrados en ese tipo de crímenes. Es el caso de los médicos de la dictadura nazi, como el médico del campo de concentración Josef Mengele, quien como infame «ángel de la muerte» en el campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau, participó en la selección de los prisioneros que llegaban, supervisó el gaseado de las víctimas y realizó experimentos inhumanos con los prisioneros.
Los médicos también colaboraron con el aparato represivo de la antigua RDA. En un artículo de 2015 para la Agencia Federal de Educación Cívica, BpB, la abogada de Rostock Heidrun Budde presenta varios ejemplos de tortura específicamente en instituciones psiquiátricas. Las medidas iban desde la tortura del aislamiento hasta intervenciones extremadamente dolorosas sin finalidad médica, con el único objetivo de quebrar la voluntad de las personas.
Desde hace casi medio siglo, la Asociación Médica Mundial (AMM) se opone a la participación de los médicos en la tortura. La Declaración de Tokio, adoptada en 1995, es un manifiesto contra la tortura que no solo prohíbe a los médicos participar directamente en la tortura, sino que les obliga a denunciar, protestar y proteger a las víctimas siempre que se enfrenten a ella.
De Abu Ghraib a Guantánamo
Y aunque la tortura está prohibida en todo el mundo (también lo está en la Constitución siria), los médicos torturadores no solo trabajan en Estados autoritarios. Sus servicios también se utilizan en los estados democráticos. Los métodos de tortura de EE.UU. en su «guerra contra el terrorismo» después de 2001, denominados eufemísticamente «técnicas de interrogatorio mejoradas», eran impensables sin el empleo de médicos. Para empezar, el catálogo de métodos de tortura fue desarrollado por psicólogos y médicos, con una característica común central: no dejar ningún rastro visible. Además, los médicos estaban presentes cuando se torturaba a los prisioneros, como en el llamado «waterboarding», en el que el prisionero experimenta un miedo extremo a la asfixia. Y los médicos, supuestamente, ayudan a ocultar lesiones y muertes.
Por ello, el experto en Oriente Medio de «Médicos por los Derechos Humanos», Nahhas, espera que el juicio de Alaa M. contribuya a «exponer el papel que han desempeñado algunos médicos sirios en las atrocidades cometidas en Siria». Nahhas espera «que Alaa M. sirva de ejemplo a los profesionales de la salud de todo el mundo de que los que practican la tortura acabarán compareciendo ante la justicia».
(gg/ms)