Para muchas de aquellas mexicanas que fueron adolescentes a principios de los 90, el nombre de Locomía está lleno de significado y probablemente para algunas traiga recuerdos un poco embarazosos de su fandom. Pero si hay algo cierto es que el conjunto coreográfico «vocal» ibicenco fue uno de los más grandes ejemplos de cómo alcanzar el éxito (por efímero que fuera) con mucho estilo y sin realmente ningún talento.
Surgidos en Ibiza en el momento más extremo de los 80, el cuarteto sorprendió más que nada por su look churrigueresco: zapatos estilo 1700, hombreras exageradas, abanicos gigantes y un amaneramiento muy «no sé cómo» que era andrógino pero chic, desafiando incluso las convenciones que había establecido Miguel Bosé, en aquellos años de ser ‘Amante Bandido’.
Fue gracias a su este peculiar diseño de imagen y coreografías rítmicas (porque voces, así que uno diga, ¡guau, qué voces!, no tenía ninguno), el grupo se puso de moda y consiguió llamar la atención y crear una marca que llega hasta nuestros días, si bien es ya muy distinta.
Locomía empezó en 1984 como un grupo de diseñadores de moda que derivó con el tiempo en banda musical. Los primeros integrantes fueron Xavier Font y su hermano Luis, Gard Passchier y Manuel Arjona, aunque con el paso de los años estos fueron abandonando la banda y relevados por caras nuevas, que se hicieron más famosos al otro lado del Atlántico: Carlos Armas, Juan Antonio Fuentes y Francesc Picas, un catalán que sería el que más fama adquirió después de abandonar el grupo.
En los años siguientes se hicieron famosos en la isla, animando las noches en la discoteca KU de Ibiza que era considerado el night club al aire libre más famoso del mundo y que en aquellos días vivía su época de esplendor.
«Mucha gente no lo sabe, pero Locomía no nació con ambiciones musicales», dijo en su momento Xavier Font, uno de los creadores del concepto. «En realidad era un colectivo que quería expresar cosas a través de la moda y el arte”.
Llamaban tanto la atención que hasta Freddie Mercury, el vocalista de Queen, los tuvo bailando en una celebración de cumpleaños suya y posteriormente compró un par de chaquetas diseñadas por el colectivo, allá por 1987. Por supuesto, esto lo contó en 2018 Xavier Font, uno de los creadores del concepto, que tiene un ego muy sano, a ‘El Confidencial’, mientras residía en La Habana, asegurando que también le regaló unos zapatos al cantante (al que decía no conocer, a ver quién se lo cree) que usó en un videoclip antes de morir de SIDA en 1991.
Aparte de la forma de mover sus abanicos, el rasgo más característico de la banda eran sus hombreras, que llegaban a medir cerca de 70 centímetros, lo que obligaba a sus componentes a pasar por las puertas de lado, según explicaron ellos mismos. En 1989 se fueron a Madrid a grabar un disco — ‘Taiyo’, que vendió 60 mil copias— del que se desprendieron temas como ‘Rumba Samba Mambo’, ‘Gorbachov’, ‘Locomía’, y ‘Noche de embrujo’, que pegaron fuerte, lo que contribuyó a que el álbum fuera Disco de Oro.
La fama de Locomía fue tal que consiguió traspasar fronteras. No tan sólo llegó a hacerse conocida en Japón, sino también sonaba en clubs en Londres y París y el furor que generaron conquistó el mercado mexicano, donde las fans se volvieron, literalmente, locas por el conjunto, que para entonces manejaba (mal, según Font) José Luis Gil, un enigmático manager que había trabajado con Miguel Bosé y Mari Trini, una cantante que era el equivalente a Daniela Romo en España. Fue Gil quien ordenó a los integrantes del grupo que fuesen deliberadamente ambiguos y no revelaran que eran homosexuales (cosa que abiertamente eran en Ibiza) ya que vendía más la androginia.
En 1991 sacaron su segundo álbum, titulado ‘Loco Vox’, cambiando radicalmente su puesta en escena y con éxito similar al de su anterior LP. A finales de ese año y en plena cima de su carrera, la banda pasó por un momento muy difícil que daría pie al mayor escándalo de su carrera, cuando el manager, José Luis Gil, reclamó el copyright de Locomía y llevó la disputa a los tribunales versus Font.
Esta demanda sería resuelta a favor de Xavier Font, que retomó el proyecto musical, rescatando a Manuel Arjona y otros tres nuevos componentes -Jaen Alonso, Manu Espinosa y Omar Marrugat, así como a su hermano, Luis.
Fue esta versión de Locomía la que en la primavera de 1993 causó una verdadera alharaca en el hotel Sheraton cuando dieron su primera conferencia de prensa y para estupor de las rabiosas fans mexicanas, salieron integrantes que no eran los guapitos originales. Aquello acabó en un zafarrancho que posteriormente siguió en la transmisión en vivo del programa ‘Siempre en Domingo’, en el que las fans los agredieron verbalmente y con gestos obscenos.
Esto provocó que Raúl Velasco, que también tenía lo suyo, interviniera y les hiciera regaños gazmoños y sacados de toda proporción (Velasco era un experto en hacer melodrama barato ante la cámara), para luego «correrlas» del estudio, y dejar a la nueva agrupación actuar.