Jorge Pizarro sale a defender rol del Senado: “En la Convención hay una representación muy radicalizada y anti sistémica”

El vicepresidente de la Cámara Alta, Jorge Pizarro, concluirá el 11 de marzo tres décadas en el Congreso, al que llegó como diputado y terminó como senador, siempre por la DC. Fue dos veces presidente de la Cámara Alta y ha seguido de cerca el debate en la Convención Constitucional, donde este jueves se aprobó en general en la comisión de Sistema Político un sistema unicameral, que pone fin al Senado. El proyecto, además, contiene duras críticas a la labor de esta cámara. A continuación la reflexión de Pizarro.

¿Cuál es tu mayor crítica al sistema unicameral?

El riesgo en el sistema unicameral es imponer siempre una mayoría circunstancial que fue elegida en una elección es muy alto, sin que existan posibilidades de contrapeso. Por eso la existencia de dos cámaras con representaciones distintas, y roles distintos, ayuda a generar esos equilibrios. Por el solo hecho de tener una duración en los cargos que sobrepasa a un período presidencial con una legislatura ayuda a tener una visión a más largo plazo. La Cámara es muy activa en lo que es el rol representativo, de legislación, en el rol de fiscalización y control, eso es esencial en cualquier Parlamento, pero aquello hace que estén muy marcados con la coyuntura. A veces la coyuntura no nos ayuda a tomar decisiones que sean sostenibles en el tiempo. El doble debate, la doble lectura, permite que se construyan equilibrios y decisiones que permanezcan en el tiempo y sean buenos para todos y no solo para una mayoría circunstancial.

¿Cuáles, a tu juicio, son las principales desventajas de ese sistema?

Aquí el debate respecto a la configuración del Congreso en una o dos cámaras tiene que ver con el régimen político. Las experiencias que existen en el mundo hablan de que el unicameralismo es fundamentalmente para aquellos regímenes parlamentarios. Hay algunos, en regímenes presidenciales, que no han sido los más eficientes para el funcionamiento de la democracia. En Latinoamérica uno mira el unicameralismo de Venezuela, de Perú, de Ecuador, de algunos países de Centroamérica, altamente complejos en su funcionamiento y en la gestión. Eso es evidente porque una sola cámara implica un régimen de partidos, de representación y de sistemas electorales completamente distintos y ajenos a una realidad como la nuestra.

¿Existe un parlamentarismo de facto?

Si se analiza el funcionamiento del Congreso en estos últimos cuatro años, que se ha generado por distintas razones, incompetencia del Ejecutivo, populismo, hemos tenido una suerte de parlamentarismo de facto, y eso ha estado motivado por medidas de coyuntura. Cuando este tipo de medidas se toman en una sola instancia después no se pueden mejorar ni corregir. En el Senado hemos tenido ejemplos muy claros de iniciativas populistas fuera de nuestras facultades. Tiene que ver con gastos que inciden en la administración del Estado, que corresponde al Ejecutivo y no al Congreso.

El problema, para sus críticos, es la lentitud del Senado.

La doble instancia permite una revisión, una apertura al diálogo, un mayor tiempo de reflexión, si se demora mucho por supuesto que es algo que juega en contra, pero se ha demostrado que un sistema bicameral es mejor en la definición de políticas públicas porque son más acordadas, dialogadas y más representativas de los diferentes sectores del país. Tampoco hay que olvidarse de que normalmente la Cámara de Diputados es la más política, que está en la coyuntura política, y el Senado es la representación de las distintas regiones del país, más territorial. No hay que olvidarse que además un sistema unicameral requiere de partidos y movimientos políticos muy organizados que, a su vez, tengan representación a nivel nacional y no solo local.

¿Por qué se requieren partidos más organizados?

Cuando uno tiene una sola cámara la decisión se toma una vez, al momento de tomarla tú necesitas ordenamientos de los diferentes sectores políticos representados en esa cámara. Alguien tiene que hacer ese ordenamiento, la construcción política no es individual, es colectiva, y por eso requiere de bancadas fuertes que respondan a proyectos de sociedad y no a intereses netamente individuales, por legítimos que sean.

Pero en Chile existe una tendencia a la fragmentación y proliferación de los partidos.

No es fácil. Hoy tenemos una diversificación de proyectos políticos que obedecen más bien a lógicas electorales o de poder, que a proyectos de sociedad, y las estructuras políticas están muy atomizadas, muy desprestigiadas. Ahí se plantea un método de elección de listas cerradas por partido, con mayor razón toma fuerza lo que digo, necesitamos una reestructuración a nivel de las organizaciones políticas muy radical. El país no está acostumbrado a eso, nunca hemos votado en una plancha como se dice, la lista que coloca el partido, sin saber lo que cada candidato que va en esa lista representa. Siempre hemos tenido votación a las personas, y no a las listas partidarias. Es cierto que los candidatos en general pertenecemos a los partidos, pero en la raigambre cultural, política y electoral de los chilenos está el votar por las personas.

En el proyecto que aprobó la Convención existen fuertes críticas el Senado. Dice que ha actuado como “una cámara revisora y de freno siendo un obstáculo a proyectos de ley elegidos e impulsados ampliamente por la ciudadanía”. ¿Cómo lo interpretas?

Creo que eso refleja la composición de la Convención, donde hay una representación muy radicalizada y anti sistémica. Es opinable, sin duda, pero es relativo, porque el Senado ha sido un actor fundamental en encarar las crisis que hemos vivido los últimos años, y lo ha hecho con responsabilidad política y mirando el futuro. Estoy hablando de los acuerdos en materia política, que, por ejemplo, crearon la posibilidad de esta Convención Constituyente, de establecer una nueva Constitución, estoy hablando de los acuerdos para garantizar los recursos enfrentar la crisis pandémica, social y económica que está viviendo el país. Son temas opinables, yo creo que eso obedece más bien a una ideologización de sectores más radicales.

En la misma norma afirman que el Senado ha dilatado el proyecto de 40 horas laborales y el royalty a la minería.

Esos proyectos se han visto en la Cámara. En el caso de las 40 horas los senadores lo que estamos viendo por iniciativa es un proyecto relativo al royalty, y ahora se está discutiendo lo que viene de la Cámara, y se está haciendo de una manera seria y razonada.

Hubo convencionales que tildaron al Senado de elitista, que dicen que no es representativo. 

Los senadores son elegidos democráticamente al igual que los diputados, el presidente, los alcaldes, los gobernadores regionales.

Por María Arriagada

Ex Ante

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