Una historia de soledad e indiferencia que debe hacer pensar a la ciudadanía. En estos términos ha recogido la prensa local lo ocurrido a Marinella Beretta, una anciana de 70 años hallada muerta en su casa. La encontraron sin vida, sentada en una silla en el salón. Llevaba así al menos dos años y en todo este tiempo nadie la había echado en falta en el barrio de Como, ciudad del norte de Italia cercana a Milán, donde residía.
“Debemos convertirnos en sus familiares y participar en la medida de lo posible en el funeral. Debe ser un momento de reflexión sobre un ejemplo de soledadque realmente nos debe llevar a mejorar y cambiar ciertas dinámicas”, ha declarado Mario Landriscina,alcalde de la localidad, a la edición milanesa de Il Corriere. Landriscina ha explicado que aunque es un tema complicado y delicado, deben averiguar si tenía algún familiar (parece que no constan parientes cercanos) y saber cuál era su “orientación religiosa” para poder respetar sus deseos.
“Ahora tenemos que estar cerca de ella al menos cuando abandone esta tierra que evidentemente ha vivido en soledad. Es una tragedia que ocurrió en un contexto complicado por la pandemia, en una ciudad cerrada y aislada. Quién sabe cuánto sufrió esta mujer. Ahora es el momento de dar testimonio e invito a la ciudad a estar presente”, ha concluido el alcalde en un llamamiento a los vecinos para que acompañen a Marinella en su adiós.
El hallazgo del cuerpo se produjo por un aviso de los vecinos a causa del fuerte viento. El jardín de la anciana estaba muy descuidado y algunas ramas podían resultar peligrosas. Esa alerta hizo que las autoridades se pusiesen en contacto con un hombre suizo que había comprado la propiedad a la anciana, que la tenía en usufructo, para que autorizase la entrada en la propiedad.
Según ha trascendido de su declaración, la única relación que mantenían era la bancaria. Él le hacía una transferencia mensual de 500 euros y no se comunicaban por ningún canal. De ahí que no supiese que la mujer había fallecido. En cuanto a los vecinos, al no verla desde finales de 2019, creían que se había mudado. La pandemia, con los confinamientos y restricciones, tampoco ayudó en ese sentido a dar la alarma de que algo había ocurrido.
La principal hipótesis es que la mujer murió de forma repentina por causas naturales y no le dio tiempo a pedir ayuda. Ahora, según publica Il giorno, el fiscal está intentando localizar a algún familiar y a algún médico que quizá la tratase de una posible enfermedad y que pueda darles alguna pista de su muerte. En los Servicios Sociales, añaden, no tenían constancia de su caso ya que nunca había solicitado ayuda.
Por M.J.Arias