La extraña película de ciencia ficción que se esconde en la profundidad del catálogo de Netflix

Año 2045. La era digital está en su pleno apogeo y prácticamente toda la vida humana está atravesada por las máquinas y la inteligencia artificial. Como así lo prevén muchos autores de ciencia ficción, los dispositivos se dan cuenta de su poder y comienzan una rebelión contra la humanidad, cosa que deriva en una guerra sin precedentes. Ese escenario es el que plantea Jean-Pierre Jeunet para su nueva película que sev estrenó en Netflix hace apenas unos días.

Bigbug presenta un mundo donde las personas tienen un rol secundario, acostumbrados a vivir con los favores de los robots. El lanzamiento de un nuevo asistente robótico pone en peligro la vida de la gente y el ataque de las máquinas los jaquea definitivamente. En un barrio de los suburbios franceses, un grupo de vecinos muy extravagante y distinto se enfrenta a este problema mientras también luchan con sus diferencias.

Pero más allá de la trama central, hay muchos detalles que giran en torno a este universo que hacen de Bigbug una premisa por demás interesante. En primer lugar, está el clásico interrogante de los dispositivos más inofensivos: ¿Qué hace a los humanos sus dueños? De esa pregunta parte una infinidad de chistes, la evidencia de la torpeza y dependencia humana y una sátira que les deja a los espectadores varios momentos de humor y reflexión.

Pero también están las personas. Cosas que en una comedia clásica habrían funcionado como un simple chiste, acá tienen una visión más profunda. Las emociones, la dependencia, estética e intimidad se exponen y se agrandan. Cada personaje, a su vez, intenta representar a un grupo etario y social, cosa que permite hacer una crítica muy profunda de la sociedad actual.

Claro está, la película se desarrolla en un futuro distópico pero aún así hay varios elementos puestos por Jean-Pierre Jeunet con los que mucha gente se sentirá identificada en estos días. Pero más allá de tener una premisa tan interesante, el film es toda una rareza en Netflix. Todavía no causó mucho revuelo y sigue escondida en las profundidades del catálogo. Bigbug es de origen francés y, como la plataforma lo demostró en varias oportunidades, tiene calidad asegurada.

No obstante, aún no logra ser de lo más comentado y mucho menos lo más elegido. No ingresó en los rankings internacionales y es una perlita poco buscada. Excéntrica, inusual, extravagante y con una estética poco vista en películas de ciencia ficción, la nueva película del creador de Amélie, es un diamante oculto para todos los amantes del género.

Fuente: LA NACIÓN

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