Las oficinas de NeJame Law en el condado de Orange, Florida, describen cómo Jean Barreto, de 26 años, sufrió quemaduras de tercer grado tras el incidente ocurrido en febrero, en el que los oficiales lo derribaron de su motocicleta mientras llenaba su tanque, porque sospechaban que era miembro de una banda de motociclistas que había sido denunciada previamente por acusar a otros conductores.
“Mientras lo cocinaban vivo, el señor Barreto sufrió quemaduras de tercer grado en aproximadamente 75 por ciento de su cuerpo, desde la parte delantera y trasera de sus pies, hasta la parte inferior de su cuello”, se leía en un comunicado, según el Orlando Sentinel.
“Lo envuelven y desenvuelven en gasas todos los días, sangra profusamente todavía porque no tiene la cantidad de piel necesaria para contener sus fluidos corporales”.
Barreto había estado cargando gasolina durante un minuto cuando los oficiales llegaron al lugar para confrontarlo. Uno de los agentes de alguacil del condado de Osceola lo derribó al suelo, según imágenes de vídeo de vigilancia de la gasolinera.
Al menos otros tres vehículos policiales rodeaban a Barreto y su moto de cross mientras estaba inmovilizado contra el suelo, antes de que un oficial que estaba de pie usara su taser sobre el joven.
Segundos después, se suscitó una gran explosión en la gasolinera Wawa, según muestra un vídeo de vigilancia visto por el Orlando Sentinel.
La oficina legal que representa a Barreto señaló en su comunicado que aún no han recibido las imágenes de las cámaras corporales de parte de la Oficina del Alguacil del Condado de Osceola (OCSO), ni se les ha otorgado acceso a los informes del incidente.
Los abogados también solicitaron al Departamento de Justicia de EE.UU. que abra una investigación sobre las prácticas y protocolos desplegados por los agentes de alguacil empleados por la OCSO, según el comunicado de prensa.
El uso de la pistola paralizante fue “imprudente, tonto, innecesario y mortal”, argumentaron los abogados en su declaración, y agregaron que las “tácticas militares” utilizadas contra Barreto no coincidían con el riesgo que representaba, ya que no estaba armado en el momento de los hechos.
Desde el incidente sucedido en febrero, Barreto ha sido sometido a seis extenuantes cirugías para injertar nueva piel en su cuerpo.
La madrastra de Barreto, Frances Aponte, declaró en entrevista con WFTV esta semana que la noche en que su hijastro fue brutalmente quemado, lo llevaron al hospital. Pero a pesar de que los médicos le dijeron que era poco probable que lograra sobrevivir la noche, exigió verlo.
Cuando finalmente se le permitió verlo, no se le proporcionaron los detalles sobre la explosión en la gasolinera, ni se le dijo por qué había un oficial montando guardia afuera de su habitación en el hospital, informó WFTV.
Han pasado tres meses desde esa primera visita al hospital, y hasta el día de hoy, Aponte asegura que todavía no se han presentado cargos contra su hijastro, ni se le ha entregado una orden de arresto por nada relacionado con los hechos de ese día.
“Él no va a ser el mismo”, lamentó ante el medio de comunicación.
Barreto es frecuentemente sometido a procedimientos en los que los médicos deben quitar la piel vieja de su cuerpo, y está planeado ponerlo en un coma médicamente inducido antes de su próximo tratamiento en Orlando Health, menciona el comunicado.
Según el informe del jefe de bomberos, dos de los agentes sufrieron heridas leves, mientras que un tercero sufrió quemaduras de tercer grado.
“La causa más probable del incendio fue una descarga eléctrica de parte de los agentes que emplearon un dispositivo taser emitido por el departamento”, describe el informe.
El departamento del alguacil había publicado previamente una declaración que indicaba su política en torno a los dispositivos taser, que estipulaba que estos no debían usarse en personas que conducen un vehículo motorizado o sujetos desarmados que “podrían resultar gravemente heridos por factores secundarios como resultado de la activación de CEW”, que incluía sustancias inflamables, informó WFTV 9.
Por Johanna Chisholm
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