Durante una reunión privada semanas antes de que Rusia lanzara su invasión a Ucrania a finales de febrero, se hizo una pregunta a funcionarios estadounidenses de inteligencia: ¿Era el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelenskyy, más parecido a Winston Churchill o al presidente afgano Ashraf Ghani? En otras palabras, ¿Zelenskyy lideraría una resistencia histórica o huiría como Ghani, mientras su gobierno se desplomaba?
Al final, las agencias norteamericanas de inteligencia subestimaron a Zelenskyy y a Ucrania, al tiempo que sobrestimaron a Rusia y su presidente, aunque pronosticaron acertadamente que Vladimir Putin ordenaría la invasión.
Sin embargo, la inteligencia de Estados Unidos falló al pronosticar la caída en unos pocos días de Kiev, la capital de Ucrania. Y aunque las agencias de espionaje norteamericanas han recibido crédito por ayudar a la resistencia ucraniana, enfrentan ahora presión de ambos partidos para examinar cuáles fueron sus errores, especialmente su error al juzgar la situación en Afganistán el año pasado.
Las autoridades de inteligencia han comenzado una revisión de cómo sus agencias juzgan la voluntad y la capacidad de otros gobiernos para pelear. Ese trabajo se realiza mientras las agencias continúan teniendo un papel crítico en Ucrania y la Casa Blanca aumenta sus entregas de armamento y otros medios de respaldo a Ucrania, tratando de pronosticar qué pudiera Putin interpretar como una escalada y tratando de evitar una guerra directa con Rusia.
El gobierno del presidente Joe Biden anunció que le daría a Ucrania un número pequeño de sistemas modernos de cohetes de alcance medio, un arma que Kiev ha estado pidiendo desde hace mucho tiempo. Desde el arranque de la guerra el 24 de febrero, la Casa Blanca ha aprobado el envío de drones y sistemas antitanques y antiaéreos, además de millones de municiones.
Estados Unidos ha retirado las restricciones iniciales a la entrega de información de inteligencia, para proveer datos que Ucrania ha utilizado para atacar blancos claves, incluso el buque insignia de la Armada rusa.
Legisladores de ambos partidos cuestionan si Estados Unidos pudo hacer más antes de que Putin invadiera y si la Casa Blanca se abstuvo de ofrecer más respaldo, basada en los pronósticos pesimistas sobre Ucrania. El senador independiente Angus King dijo el mes pasado a funcionarios en una audiencia en la Comisión de Servicios Armados del Senado que “si hubiéramos tenido una predicción mejor, podríamos haber hecho más para asistir a los ucranianos antes”.
El representante republicano Mike Turner, de la Comisión de Inteligencia de la cámara baja, dijo en una entrevista que él pensaba que la Casa Blanca y los máximos funcionarios del gobierno habían proyectado “sus propios sesgos sobre la situación de tal forma que llevó a inacción”.
La Comisión de Inteligencia del Senado envió una carta secreta del mes pasado a la Oficina de la directora nacional de Inteligencia, en la que preguntó cómo las agencias de espionaje evaluaron Ucrania y Afganistán. La existencia de la carta fue reportada inicialmente por la cadena CNN.
La directora, Avril Haines, les dijo en mayo a los legisladores que el Consejo de Inteligencia Nacional revisaría cómo las agencias evalúan “la voluntad para combatir y la capacidad para combatir”. Ambos aspectos son “muy difíciles de analizar y estamos examinando diferentes metodologías para hacerlo”, admitió Haines.
Aunque no se ha anunciado un cronograma para la revisión, que comenzó antes de la carta de la comisión, los funcionarios han identificado algunos errores. Varias personas familiarizadas con las evaluaciones previas a la guerra hablaron con The Associated Press a condición de preservar el anonimato por estar comentando temas de inteligencia.
Pese a sus amplias ventajas, Rusia no consiguió establecer una superioridad aérea sobre Ucrania y falló en tareas básicas, como proteger sus comunicaciones de batalla. Ha perdido miles de soldados y al menos de ocho a 10 generales, de acuerdo con cálculos estadounidenses. Las fuerzas rusas y ucranianas se enfrentan ahora en combates feroces en el oriente de Ucrania, muy lejos de la rápida victoria de Moscú que esperaban Estados Unidos y Occidente.
Aunque Rusia se ha involucrado en varias guerras de terceros recientemente, no ha combatido directamente en un conflicto terrestre grande desde la década de 1980. Eso significa que muchas de las capacidades proyectadas de Rusia no habían sido puestas a prueba, lo que representaba un reto para los analistas a la hora de evaluar cómo le iría a Rusia en caso de una invasión grande, dijeron algunas de las fuentes.
La industria exportadora de armas de Rusia llevó a muchos a pensar que Moscú tendría muchos más sistemas de misiles y aviones listos para despliegue.
Rusia no ha utilizado armas biológicas ni químicas, como Washington advirtió que pudiera hacer. Un funcionario apuntó que Estados Unidos tenía “preocupaciones muy serias” sobre un ataque químico, pero que Rusia pudiera haber decidido que eso causaría una oposición global demasiado grande. Los temores de que Rusia pudiera emplear una ola de ciberataques contra Ucrania y sus aliados tampoco se han materializado hasta ahora.
Otros problemas rusos eran bien conocidos, incluso la baja moral entre las tropas, una prevalencia del abuso de drogas y alcohol entre los soldados y la falta de un cuerpo de oficiales no comisionados para supervisar a las tropas y transmitir las instrucciones de los comandantes.
“Nosotros sabíamos que todos esos problemas existían”, afirmó el teniente general retirado Robert Ashley, exdirector de la Agencia de Inteligencia de Defensa. “Pero se volvió un efecto dominó de lo abrumador que todo eso se volvió cuando trataron de hacer incluso las operaciones más simples”.
Sue Gordon, una ex subdirectora de inteligencia nacional, dijo que los analistas pudieran haber dependido demasiado de contar el inventario ruso de herramientas militares y cibernéticas.
“Vamos a aprender un poco sobre cómo pensamos acerca de la capacidad y el uso como algo que no es lo mismo cuando se evalúa el resultado”, dijo Gordon recientemente en un evento patrocinado por The Cipher Brief, una publicación de inteligencia.
Zelenskyy ha sido elogiado globalmente por negarse a huir mientras Rusia enviaba equipos a tratar de capturarlo o matarlo.
Durante los bombardeos aéreos de los nazis a Londres en la II Guerra Mundial, Churchill observó a menudo los ataques desde techos en la capital e hizo un esfuerzo especial para caminar por las calles en lugares en donde miles habían muerto.
En contraste, el presidente afgano, Ghani, se escabulló del país un domingo en agosto pasado, solo y aislado, unos pocos meses después que Estados Unidos le había llamado a forjar una resistencia unida mientras se acercaba la retirada de las tropas estadounidenses. Ghani ni siquiera dijo a otros líderes políticos que él se aprestaba a irse, mientras se negociaba una transición pacífica del poder con el Talibán. Su salida repentina y secreta dejó sin timón a Kabul, la capital, mientras las tropas estadounidenses y de la OTAN estaban en las fases finales de su caótica retirada del país luego de 20 años.
En el caso de Zelenskyy, también hubo tensiones con Washington antes de la guerra, sobre la probabilidad de una invasión rusa y de si Ucrania estaba preparada. Un foco de tensión, de acuerdo con personas familiarizadas con la disputa, fue que Estados Unidos quería que Ucrania desplazara tropas desde el oeste para fortalecer las defensas alrededor de Kiev.
Hasta poco antes de la invasión, Zelenskyy y altos funcionarios de su gobierno descartaron las advertencias de una invasión, en parte para evitar el pánico de la gente y proteger la economía. Un funcionario estadounidense dijo que existía la creencia de que Zelenskyy nunca había sido puesto a prueba en una crisis del nivel de la que enfrentaba su país.
El teniente general Scott Berrier, director actual de la Agencia de Inteligencia de Defensa, declaró en marzo: “mi opinión era que, sobre la base de diversos factores, los ucranianos no estaban tan listos como yo pensé que deberían. Por lo tanto, cuestioné su voluntad para pelear. Esa fue una mala conclusión de mi parte, porque ellos han combatido valiente y honorablemente y están haciendo lo apropiado”.
En mayo, Berrier distanció su propia opinión de la del resto de la comunidad de inteligencia, la cual, reveló, nunca tuvo una evaluación “que dijera que los ucranianos carecían de la voluntad de pelear”.
Había amplia evidencia de la determinación ucraniana antes de la guerra.
La anexión rusa de la península de Crimea y el conflicto de ocho años en la región oriental de Donbás endurecieron las actitudes del pueblo ucraniano hacia Moscú. Las fuerzas ucranianas habían recibido años de entrenamiento y embarques de armamento de Estados Unidos, además de ayuda para fortalecer sus ciberdefensas.
Las agencias estadounidenses de espionaje habían revisado sondeos privados que indicaban un fuerte respaldo en Ucrania a cualquier resistencia. En Járkiv, una ciudad mayormente rusohablante cerca de la frontera, los ciudadanos estaban aprendiendo a usar armas de fuego y entrenándose para una guerra de guerrillas.
El representante republicano Brad Wenstrup, miembro de la Comisión de Inteligencia de la cámara baja, vio esa determinación en persona durante un viaje en diciembre. Wenstrup presenció una ceremonia militar en la que los participantes leyeron los nombres de cada soldado ucraniano muerto el día previo en las líneas del frente en Donbás, donde los separatistas prorrusos respaldados por Moscú han estado pelando contra el gobierno desde 2014.
“Eso me mostró que ellos tenían la voluntad para pelear”, dijo. “Esto se ha estado incubando desde hace mucho tiempo”.
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Fuente: La NACIÓN
La periodista de The Associated Press Lolita C. Baldor contribuyó a este reportaje.