Por María Clara Ospina escritora colombiana.
Twitter: @mclaraospina.
Hoy, cuando el país sufre una escalada de masacres, asesinatos, desmembramientos y toda clase de atrocidades, quizá la más violenta en décadas, estos medios guardan silencio. ¿Qué les pasó? ¿Un gato se les comió la lengua, o se les comió los lápices con que escriben?
Quizá, simplemente, no les conviene enterarse de cuántos líderes comunales, indígenas, campesinos, hombres y mujeres firmantes del acuerdo de paz, además de militares y policías han sido asesinados desde que Gustavo Petro tomó las riendas del gobierno. Deberían saber que son muchos y que aumentan a diario.
Hoy denuncio el vergonzoso silencio de esos medios y el silencio que guardan todos esos personajes que a cada momento calificaban, en las redes sociales, al gobierno de Duque como asesino, pero hoy, en medio de semejante espiral de homicidios, callan como momias.
¿Acaso no han visto las fotos de las bolsas con cadáveres torturados que están apareciendo a diario en Bogotá y otras ciudades, o los cuerpos de los militares masacrados en el Huila hace unos días, o la perentoria orden de los carteles de matar policías a mansalva, aún delante de sus familias?
Ni hablar del silencio de todas las ONG y otras organizaciones, tan acuciosas en su ataque al anterior gobierno y tan silenciosas ahora. Me preocupan; quizá, callan porque están amenazadas o atemorizadas. O simplemente perdieron interés en Colombia. Quizá, se están haciendo los de la vista gorda con lo que está pasando por ser compinches del nuevo presidente, pertenecientes a la izquierda poderosa que pretende quedarse con Latinoamérica.
Tampoco se oye nada de la comunidad internacional, o de sus tribunales. ¿Acaso los muertos de hoy valen menos que los de antes? Es claro que la tan cacareada imparcialidad de la muy poderosa prensa izquierdista o de las muy “humanitarias” ONG, o de los “curas iluminados” que todos conocemos, no existe. Solo ven lo que les conviene, cuando les conviene.
Tampoco existe la imparcialidad de las “bodegas de twitteros” que trabajaron como mulas, bien amaestradas, a favor de Petro. Su silencio no extraña, pero duele, porque cada colombiano muerto duele y, como van las cosas, vamos para una brutal escalada criminal. Parecería que al país se lo va a tomar el narcotráfico, como sucedió en los 80.
Pero, hay otra posibilidad, a lo mejor todos estos medios y personajes “mudos” se dieron cuenta que proteger a los líderes comunales, en un país con tantos narcotraficantes, carteles nacionales e internacionales, tantas disidencia criminales, tantos intereses malévolos, no es fácil defender a los líderes por más que se intente.
Más vale que Petro le dedique más esfuerzos a esta tragedia porque, en menos de dos meses de gobierno, ya parece estar derrotado en este frente.
Fuente: El Nuevo Herald