José Navarrete Oyarce
Director del Magíster en Tributación
Universidad Andrés Bello
Hace algunos días, con estupor, hemos visto la materialización de uno de los temores más grandes en la Región del Biobío: el cierre de operaciones de la planta Huachipato, perteneciente al Grupo CAP, Compañía de Aceros del Pacífico. La empresa ha operado en el corazón de Talcahuano desde hace más de setenta años, por tanto, tiene una importancia, no solo a nivel económico y del empleo que genera, sino que también otras instancias, tales como la cultura y el deporte. Prueba de ello, es el Club Deportivo que lleva su nombre o la Corporación Artistas del Acero, ambas entidades nacieron gracias la existencia de la siderúrgica. Se estima que más de 20 mil personas dependen, directa o indirectamente de la empresa.
El negocio de la planta de Huachipato es fabricar acero con materias primas provenientes de la actividad minera de otras empresas del Grupo CAP. Dadas las condiciones geográficas de nuestro país, la actividad minera de CAP es bastante atractiva, siendo esta línea la que, en términos estrictos había estado subsidiando el déficit en Huachipato. A nivel de resultados consolidados, la operación de CAP es bastante rentable, siendo la siderúrgica, la una de las pocas unidades de negocio deficitarias dentro del holding. De hecho, el mercado premió la gestión de cierre de la planta de Talcahuano, con un alza del 6,6% en el precio de sus acciones.Este problema no es nuevo. Esporádicamente se vio en la prensa los reclamos de la empresa o de los trabajadores, por la competencia desleal del acero proveniente de China. Tampoco es un secreto que los costos de operación de las plantas chinas, en todo orden de cosas, son bastante bajos, por las pocas regulaciones y la abundante mano de obra. Esto ha transformado a China en la “fabrica del mundo”. Prueba de ello es que muchos productos de tradicional origen europeo, por ejemplo, hoy se fabrican en China. En ese escenario, resulta muy difícil competir con la maquinaria oriental. Por otro lado, si esto se suman las prácticas de dumping, la batalla ya está perdida.
En términos técnicos hay que tener presente que empresas productivas como Huachipato, tienen por naturaleza altos costos fijos, por tanto, para que sean económicamente viables, deben tener una cantidad de producción extremadamente alta. En otras palabras, el punto de equilibrio o breakeven que hace viable la operación es alta. De esta manera, tampoco se podría haber pensado en hacer un cierre parcial, por ejemplo, reducir la producción al a mitad, puesto que los costos fijos no se habrían alcanzado a cubrir con una operación disminuida.Sin duda, el impacto del cierre de la Siderúrgica Huachipato es y será muy potente, no solo para los trabajadores, sino que también para todos los proveedores, empresas contratistas e incluso, pequeños negocios, cuál rémora, vivián en torno a la actividad que la empresa generaba. Este cierre, lamentablemente, será recordado y tendrá impactos por años, prueba de ello es el efecto que generó el cierre de la actividad minera en la zona del carbón.
Es de esperar que las autoridades tomen cartas en este asunto, puesto que, si bien Huachipato es una empresa privada, el cierre de sus operaciones tendrá efectos que trascenderán las paredes de la empresa e irradiarán a toda la Región e incluso al país.