Sin ninguna alusión histórica de las autoridades deportivas de la región ni de los medios de comunicación social se cumplieron 85 años del natalicio del más grande de nuestros atletas atacameños: Orlando Guaita Botta, nacido en Copiapó un 16 de julio del año 1939. Era hijo de Oreste Guaita y Gumercinda Botta. Años después vivió en Valparaíso y finalmente en Santiago, donde aprovechó de estudiar la carrera de Educación Física en la Universidad de Chile, donde estuvo ligado al básquetbol y al atletismo.
A 50 años de su prematura partida, ocurrido el 17 de abril de 1974, el recuerdo del carismático y brillante entrenador sigue vivo en la memoria de los amantes de la actividad atlética. Tenía apenas 34 años cuando partió de este mundo.
Quienes lo conocieron, dicen que cuando contaba con sólo 15 años se despertó en él su interés por el deporte. De hecho, en 1955, llegó al Estadio Francés como atleta promisorio. Optó por el disco, disciplina en la que cuatro años más tarde alcanzaría el título subcontinental junior. Fue por esos años cuando lo tomó a su cargo el recordado entrenador francés radicado en Chile por aquellos años, Albert Mainella, quien lo trasladó del disco al martillo. Cambio acertado, pues en esa prueba llegó a ubicarse a dos centímetros de la marca criolla adulta.
Orlando fue querido, admirado y respetado. A sus 34 años ya era todo un entrenador, pese a que su camino recién empezaba. ¡Cuánto bien comenzaba a hacer al deporte chileno! Sin embargo, fue un virus respiratorio, disfrazado de bronquitis y no suficientemente cuidado, el que puso la valla final a Orlando Guaita.
En abril del año 2014, luego de siete años de receso, se realizó la 35° edición del Torneo Internacional de Atletismo “Orlando Guaita’’, en el complejo deportivo precordillerano de San Carlos de Apoquindo, con el objetivo de homenajear su nombre y figura al recordarse en ese entonces los 40 años de su fallecimiento.
En esa ocasión se contó con la presencia masiva y contundente del batallón de medallistas chilenos de los Juegos Suramericanos Santiago 2014, encabezados por los tres medallistas de oro: nuestra Karen Gallardo y Víctor Aravena, junto a las maximarquistas criollas del sprint Isidora Jiménez y Fernanda Mackenna; a la cuádruple recordwoman criolla del endurance Érika Olivera; al mediofondista Iván López; y al balista Joaquín Ballivian, entre muchos otros puntos brillantes del atletismo nacional que dijeron presente para homenajear a nuestro Orlando Guaita Botta.
En esta ocasión quiero citar un extracto de lo que escribió la desaparecida Revista Estadio, en su Edición N° 1602 del 23 abril 1974, sobre nuestro gran Orlando Guaita Botta:
“Muchas veces se dijo que el ambiente deportivo local le quedaba estrecho, que era un técnico para países más desarrollados que el nuestro, para medios en los cuales los recursos posibilitaran la realización de sus ideas. Orlando Guaita era el hombre que más claro tenía los conceptos de lo que hay que hacer y cómo hay que hacerlo, para salir de la medianía en que se debate nuestro atletismo y nuestro deporte en general. (…)
Ante los sepulcros se dice mucho la frase clisé: “Y ha dejado un vacío difícil de llenar”. En el caso de Orlando Guaita, el tiempo dirá cuánta falta le va a hacer al deporte chileno, cuánto se va a añorar su mística, su método, la claridad y profundidad de sus ideas, su fervor, y su vocación de maestro”.
Copiapó inmortalizó su figura y su entrega al deporte nacional colocándole su nombre al estadio techado municipal. Sin embargo, estamos seguros que la gran mayoría de los usuarios de este recinto deportivo y la comunidad atacameña en general no sabe quién fue el gran Orlando Guaita Botta y por eso mi modesto homenaje para recordar su natalicio, ocurrido hace 85 años.
SERGIO ZARRICUETA ASTORGA