- Se estima que las dorsales cálidas, como las ocurridas en los últimos días de enero, reincidan en diversas regiones del país con temperaturas entre los 35 y 38 grados.
El calor parece no dar tregua en la zona central en Chile y, según especialistas, durante febrero se esperan nuevas olas cálidas con temperaturas que podrían oscilar entre los 35º y 38º grados en la zona central de Chile, en específico, entre las regiones de Valparaíso y La Araucanía. Así lo informó el agroclimatólogo de la Universidad de Talca, Patricio González, quien explicó que, “si bien se pensaba que el Fenómeno de La Niña iba aminorar las altas temperaturas y sus efectos, como incendios forestales, esto no ha ocurrido así”.
“Muestra de ello, fue la ola de calor que tuvimos en estos últimos días de enero, especialmente el pasado miércoles 29 de enero, cuando -por ejemplo- Talca tuvo su tercera temperatura más cálida desde que tenemos registros, con una máxima 37,3º, solo por debajo de 37,4º en 2014 y 38,3º en el verano de 2017”, explicó.
Este evento reciente se explica por la aparición de dorsales en altura, que son masas de aire cálidas que están a 5.500 metros de la superficie y que se estacionan en algunas regiones geográficas, durante uno o más días, generando vientos cálidos que se comprimen contra el suelo y elevan las temperaturas.
“Recordemos que las ciudades del Valle Central están en cuencas, aisladas de la influencia marina, en pendientes sin gran ventilación, lo cual contribuye a que estas temperaturas sean más altas. Ahora, cuando la dorsal se une a una vaguada costera genera viento de travesía, que desciende por la cordillera elevando aún más las temperaturas entre los 36° y 38°”, planteó.
A juicio del experto, nuevas dorsales cálidas podrían registrarse en la zona central de Chile durante las dos primeras semanas de febrero e, incluso, a fin de este mes y comienzos de marzo. Todo esto, a causa del cambio climático, que ha generado que los años 2023 y 2024 sean los más cálidos del planeta.
“Estas temperaturas están sobrepasando la resistencia fisiológica de los cultivos y de los bosques, que están en un alto estrés hídrico y térmico, que los deja propenso a incendios intensivos y extensivos en superficie”, agregó.