El destacado opositor venezolano Leopoldo López abandonó este sábado la residencia del embajador de España en Caracas, donde permanecía como huésped desde hace 18 meses, y abandonó Venezuela.
Tras diversos reportes de prensa, el también líder opositor y presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, confirmó a través de Twitter la salida del país de López.
«Burlando tu aparato represivo (dirige su mensaje a Nicolás Maduro), logramos sacar a territorio internacional a nuestro Comisionado para el Centro de Gobierno, Leopoldo López», dijo.
«Su aporte por Venezuela continúa desde este nuevo espacio de acción», agregó.
Horas antes, diversas fuentes habían confirmado a la Agencia EFE y a Reuters que López había abandonado la legación diplomática y salido del país, mientras familiares le dijeron a la agencia AFP que estaría rumbo a España, algo de lo que también informó Bloomberg.
López permanecía en la sede diplomática desde que fue liberado en abril de 2019 de su arresto domiciliario por un grupo de uniformados dirigidos por Guaidó, quien es reconocido como «presidente interino» del país por medio centenar de países.
Ese mismo día se produjeron en Caracas y en otras urbes del país violentos disturbios que siguieron al llamado de Guaidó a una movilización civil y militar para derrocar al presidente Nicolás Maduro.
López fue arrestado en 2014 y sentenciado a 14 años de cárcel, acusado de liderar los actos violentos en las marchas antigubernamentales que se llevaron a cabo ese año.
Reacciones
El anuncio de su salida provocó reacciones encontradas en las redes sociales de Venezuela, entre quienes criticaron su decisión de abandonar el país y entre los que celebraron que podría continuar la lucha contra Maduro desde el exterior.
En su mensaje en Twitter, Guaidó afirmó que la salida de López buscaba fortalecer la lucha de la oposición a nivel internacional.
«La presión interna será reforzada y fortalecida por la labor de quienes nos representan en los distintos espacios internacionales, desplegando su máximo potencial», escribió.
Horas antes, el padre de López había confirmado a la agencia AFP que su hijo había salido de la embajada de España hacía dos días y que se dirigía rumbo a España.
«Dejó la embajada por voluntad propia y salió de Venezuela de forma secreta, clandestina, por la frontera con Colombia, y ya salió», dijo Leopoldo López Gil.
La salida de opositor de la sede diplomática coincide con el cambio de mando en la embajada española en Caracas, luego de que el gobierno de Pedro Sánchez anunciara que el embajador Jesús Silva sería reemplazado por Juan Fernández Trigo, quien antes estuvo al frente de la legación ibérica en Cuba.
El gobierno de Sánchez, no obstante, aseguró que el cambio de embajador no afectaría la posición de López en la embajada.
El último mensaje que publicó el opositor venezolano en sus redes fue el pasado jueves, cuando felicitó a la oposición de Bielorrusia por recibir el premio Sájarov, con el que fue galardonado en 2017.
«La salida»
Antes de su arresto, el 18 de febrero de 2014 -e incluso por un largo tiempo después- López fue la cara más visible de la oposición de Venezuela y su personaje más reconocido internacionalmente.
En su momento, una semana le bastó para convertirse en el símbolo y líder de facto de la oposición venezolana.
Fueron siete días de febrero de 2014 en los que se erigió, a golpe de tuits y discursos, en una figura destacada entre el enjambre de grupos opositores al levantar su voz en las jornadas de protestas contra el gobierno de Maduro.
El líder político siempre ha defendido que promovió una protesta pacífica dentro del marco de la Constitución, pero en ese entonces -como ahora- el gobierno de Maduro lo acusó de participar en una «intentona golpista».
Y aunque la marcha en la que lo detuvieron -el 18 de febrero de 2014, rodeado por miles de sus seguidores y con claveles blancos en las manos- fue la última en la que él participó personalmente, las protestas se prolongaron hasta inicios de 2015, dejandoun saldo de 43 muertos, 600 heridos y más de 3.500 detenidos.
En septiembre de 2015 López fue sentenciado a casi 14 años de cárcel por instigación pública, daños a la propiedad, incendio intencional y asociación para delinquir. Una polémica sentencia.
Para entonces, sin embargo, ya llevaba siete meses tras las rejas en la prisión militar de Ramo Verde.
Y ahí permaneció hasta agosto de 2017, cuando se le concedió casa por cárcel.
Su esposa, Lilian Tintori, se encargó de contar la historia de su esposo y defender su causa en diferentes foros internacionales.
Y el fiscal que lo acusó, Franklin Nieves, denunció años después injerencia política en el proceso.
Todo esto contribuyó a que López llegara a ser considerado el preso político más famoso de América Latina y se convirtiera en el principal referente de la oposición venezolana.
Un gran cambio para el hombre que en 2008, siendo alcalde del municipio Chacao de Caracas, había visto sus aspiraciones políticas afectadas por su inhabilitación en un polémico proceso promovido por la Contraloría General.
Esa dependencia le impidió en su momento aspirar a la alcaldía de Caracas, para la que lucía como el favorito en las encuestas.
Y a pesar de que López se mantuvo activo políticamente, su ascendente pareció perder fuerza en beneficio de su excompañero de partido y dos veces candidato presidencial Henrique Capriles, quien a la postre se convirtió en uno de los principales líderes opositores.
Vida pública
El líder del partido Voluntad Popular -que ha sido definido como un «movimiento progresista» de tendencia socialdemócrata- llevaba varios años siendo una espina para el gobierno.
Proviene de una familia pudiente relacionada con los negocios y el sector petrolero, estudió economía en Estados Unidos y una maestría en políticas públicas en la Universidad de Harvard.
Se volvió prominente cuando a los 27 años fue electo alcalde del municipio Chacao de Caracas, una posición que ocupó desde el año 2000 hasta su inhabilitación ocho años más tarde, acusado de malversación de fondos públicos.
Y, como explicó en su momento la periodista de la BBC Irene Caselli, para ese entonces ya tenía tiempo siendo visto «como un ‘problema’, no sólo para el gobierno venezolano (que aún lo señala como uno de los responsables del golpe de Estado de 2002) sino también para quienes le observan desde afuera».
Por ejemplo, en 2009, en los documentos clasificados filtrados por WikiLeaks, el consejero político de la embajada de Estados Unidos en Caracas, Robin D. Meyer, escribió que López se había convertido en una «figura que causaba divisiones dentro de la oposición venezolana».
«Suele ser descrito como arrogante, vengativo y hambriento de poder, pero sus compañeros de partido aseguran que tiene una popularidad que ha perdurado en el tiempo, carisma y talento organizativo», escribió entonces el diplomático estadounidense.
Con una oposición dividida, sin embargo, su detención hizo que gran parte de los críticos al gobierno de Maduro se identificaran con López y su estrategia.
Y el hecho de entregarse en aquel momento lo convirtió, a juicio de David Smilde, analista de la oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos en Caracas, en una figura «visible y atractiva» y en el líder -simbólico al menos- de la oposición.
«Si Leopoldo López es atacado por el gobierno, la gente lo defenderá», dijo el líder estudiantil Daniel Álvarez después de la detención del político opositor.
Con mayor o menor intensidad, los sectores de la oposición venezolana mantuvieron su apoyo al líder político a lo largo de su arresto y su silencio forzado.
Y su ascendente quedó además confirmado con la elección a la presidencia de la Asamblea Nacional de su pupilo Juan Guaidó cuando a Voluntad Popular le tocó presidir el órgano legislativo, único en poder de la oposición.
- Redacción
- BBC News Mundo