La liberación de la activista saudí Loujain al Hathloul se interpreta como gesto de Riad a Biden, dispuesto a revisar las relaciones bilaterales
La activista Loujain al Hathloul , que publicó un video en 2014 cruzando por carretera la frontera entre los Emiratos Árabes Unidos (EAU) y Arabia Saudí, desafió la prohibición vigente sobre las mujeres saudíes de conducir solas al volante. El acto le costó un total de 1.001 días de prisión. Pero esta semana, su hermana Lina desveló la esperada primicia: «¡Loujain está en casa!». El tuit iba acompañado de una captura de pantalla de una teleconferencia entre ambas, marcada por unas sonrisas de oreja a oreja que casi rebasaban el recuadro de sus smartphone. «Es el mejor día de mi vida», culminó Lina, quien desde las redes sociales lideró la campaña por la liberación de la activista.
Tras 73 días entre rejas en 2014, el rostro de la joven Loujain (31 años) pasó a ser el estandarte de la lucha por los derechos de las mujeres del reino. Pero visto el potencial de la reivindicación y su descaro en proclamarla, el propio rey Salman bin Abdulaziz le exigió silencio tras su primera liberación. Su misión era desmontar el rígido sistema patriarcal saudí, en que la mujer necesita de la luz verde de su «guardián» para prácticamente todo aspecto de la vida civil.
En un impulso por maquillar el ultra conservadurismo de la Casa de Saúd, el príncipe heredero Mohamad Bin Salman (MBS) impulsó simbólicas reformas. En 2015, pasó un decreto para permitir el derecho a voto de las mujeres. En 2017, impulsó una ley para permitir que pudieran ir solas al volante.
Pero Loujain seguía siendo incómoda para el régimen. En 2018, fue detenida mientras conducía en EAU, repatriada en un vuelo a Riad, y detenida junto a otras activistas feministas, como Iman al-Nafjan y Aziza al-Yousef. Días después, la familia de la activista acusó a las autoridades del reino de torturar, abusar sexualmente y mantener durante largos meses a Loujain encerrada y aislada. Como era previsible, el régimen negó las acusaciones, y la justicia invalidó las acusaciones de malos tratos.
El año pasado, Loujain fue acusada penalmente por terrorismo, por supuestamente pretender alterar el sistema político vigente, así como por poner en riesgo la seguridad nacional. Por ello, organizaciones pro derechos humanos como Amnistía Internacional tildaban de mero lavado de cara las reformas de MBS. A fin de cuentas, la joven activista seguía encerrada por el mero hecho de conducir sin acompañamiento masculino.
En su empeño por revertir los vetos sobre las mujeres, Loujain impulsó protestas al volante junto a otras activistas, ofreció entrevistas a periodistas y defendió sin tapujos la causa en Twitter. Como era previsible, sus iniciativas despertaron la ira de los sectores religiosos más conservadores, que la ven como una perversa que pretende alterar los códigos morales del reino. Desde las autoridades saudíes proclamaban que estaban dispuestos a introducir cambios, pero no bajo los tempos ni presiones de incómodas activistas.
El «reformismo» que MBS proyectaba hacia el exterior, con su promesa de abrir la economía y la sociedad, iba acompañado de arrestos, juicios, y vetos a salir al extranjero para las activistas. Loujain seguía entre rejas cuando oficialmente se levantó la prohibición hacia las mujeres de conducir solas, así como alivios en los códigos de vestimenta y otros aspectos del abusivo poder de los «guardianes» sobre sus esposas.
En diciembre del pasado año, un juez la sentenció a cinco años y ocho meses de cárcel. Pero finalmente se recortaron dos años y 10 meses, y se «convalidó» el tiempo que ya cumplió encerrada como parte de su pena.
Biden no es tan cercano a Riad
«Es una potente activista por los derechos de la mujer, y liberarla era el paso correcto», declaró el presidente norteamericano Joe Biden. El movimiento fue considerado como un gesto de la dinastía saudí hacia el nuevo inquilino de la Casa Blanca, quien no parecía dispuesto a dar la carta blanca de la cual gozó Arabia Saudí durante la era Trump. Biden ya avanzó que era necesario «revisar» la relación con el reino árabe.
Washington comunicó que ya no comparte información de inteligencia con su aliado saudí en la sangrienta guerra civil de Yemen, congeló ciertos acuerdos de venta de armamento, y revirtió la consideración de los rebeldes hutíes yemenitas –en guerra con Riad- como organización terrorista. El presidente demócrata también prometió airear una espinosa carpeta: desvelar información clasificada sobre el asesinato del periodista crítico saudí Khashongg que el 2 de octubre entró en la embajada de Arabia Saudí en Turquía y nunca salió. Todo apunta a que fue torturado y descuartizado.
A pesar de que Jake Sullivan, asesor de seguridad nacional del presidente Biden, afirmó que «estoy satisfecho por la liberación», su hermana Lina recordó: «Está en casa, pero no es libre. La lucha no ha terminado. No estaré plenamente feliz sin la liberación de todas las presas políticas».