La cuenta del ex presidente fue cancelada tras el asalto al Capitolio en plataformas como Facebook
El ex presidente Donald Trump vuelve a internet y a las redes sociales. Se lo ha confirmado a Fox News Jason Miller, uno de los asesores de su campaña electoral. Pronosticó que no faltan más de dos meses para el regreso. Esta vez Trump usará plataforma propia.
Entiende Miller que hay decenas de millones de usuarios huérfanos. Dispuestos a apuntarse a la nueva red no bien sea inaugurada por el ex presidente. Avizora también cambios políticos y mediáticos de calado. Un terremoto por estrenar, mientras el partido republicano deshoja la margarita sucesoria y mientras toma cuerpo la posibilidad de que el ex presidente plantee una nueva ofensiva para los comicios de 2024. La nueva plataforma, entonces, le entregaría un trampolín y serviría para reconectar con sus seguidores. «Va a redefinir completamente el juego», sostiene Miller, «todos estarán esperando y observando para ver lo que hace el presidente Trump, pero será su propia plataforma».
Lo cierto es que las redes, principalmente Twitter, fueron el gran vehículo trumpiano para difundir su mensaje. Su cuenta personal, siempre espectacular, injusta, eléctrica y ciclotímica, latía conectada a todas y cada una de las necesidades de la política espectáculo. Acabó por sustituir a la cuenta oficial. Abandonada a un triste papel secundario. En la Casa Blanca de Trump no había sitio para la comunicación convencional. Mucho menos para los contrapesos institucionales. Alimentada casi siempre de madrugada, con ráfagas de tuits escritos a quemarropa, congregó a millones de seguidores. Marcó la agenda mediática. Hasta que Twitter y Facebook lo expulsaron, después de los incidentes de 6 de enero y la toma del Capitolio.
Acusaban a Trump de haber incitado a los disturbios y de alentar la violencia y usar las redes como vehículos performativos para asaltar las instituciones democráticas.
Tras su expulsión florecieron los rumores. El más insistente apuntaba a que Trump acabaría emitiendo desde redes como Parler. Pero puestos a usar la periferia, obligado a situarse al margen de las grandes terminales, habría considerado más eficaz lanzarse desde cero. Debutar cuenta pero también red. Por lo demás la guerra viene de lejos. Durante meses, años incluso, se sucedieron las polémicas, los ataques y desahogos de un Trump que acusaba a Twitter de amordazar las voces críticas y tutelar la conversación nacional.
Unas empresas privadas, multimillonarias, ejercían finalmente como guardianes de lo que podía decirse, con el agravante de que cumplen el papel que en otro momento pudieron desempeñar los medios tradicionales. Fuera de ellas resta el silencio o, a lo sumo, la marginalidad de los discursos sin audiencia.
La tensión alcanzó límites violentos cuando Twitter comenzó a colocar alertas de posibles bulos junto a los tuits del presidente, con especial atención a aquellos donde Trump, sin más pruebas que sus sesgos e intuiciones, denunciaba un teórico fraude en el voto por correo durante las elecciones presidenciales de 2016. Unas denuncias que iba a redoblar, multiplicadas, tras los comicios de 2020.
En su cruzada contra los gigantes de Silicon Valley Trump encontró aliados en agentes teóricamente poco proclives a sus tesis. A fin de cuentas hacía tiempo que Twitter y Facebook provocaban sospechas por sus prácticas casi monopolísticas. Por no hablar de su dudoso papel durante las tormentas de fake news desencadenadas por los servicios secretos de otros países y diseñadas para influir en los resultados de las elecciones estadounidenses.
Desde 2019 Twitter comenzó a etiquetar y suprimir los tweets políticos que pudieran ser sospechosos de propagar mentiras. Fue entonces que las cañoneras de Silicon Valley redirigen su atención a los escritos del presidente. Trump les respondió que «los republicanos sienten que las plataformas de redes sociales silencian totalmente las voces conservadoras».
Altavoz para 2024
«Vimos lo que intentaron hacer, y fallaron, en 2016. No podemos permitir que vuelva a ocurrir de forma más sofisticada», añadió. «Twitter ahora ha demostrado que todo lo que hemos estado diciendo sobre ellos (y sus otros compatriotas) es correcto. Seguirá una gran acción!». Son tesis que repetía con cierta asiduidad. Más y más agresivo a medida que la crisis sanitaria y económica provocada por la pandemia desarbolaba sus oportunidades de reelección. La novedad de este 2021 consiste en que Trump recupere su voz con nuevos micrófonos. Quién sabe si, por el camino, no logra reinventarse. De presidente y actor principal en Twitter a candidato a la Casa Blanca y director de su propia redes. La portavocía de uno mismo empieza por asegurarse un podio.