El rol del sector minero en el camino hacia energías renovables y limpias

Históricamente, el sector minero ha considerado la energía estrictamente como un costo final, pero esta concepción ha evolucionado hacia una visión más holística en términos de costos y emisiones. Con el fin de lograr sus ambiciosos objetivos de reducción de gases de efecto invernadero (GEI) a mediano plazo, la integración de energía renovable, incluida la solar, eólica, almacenamiento de energía en baterías e hidroeléctrica, en combinación con las adquisiciones del sector minero, representa una de las opciones más atractivas, al igual que el desarrollo de tecnologías y combustibles limpios que puedan ayudar a satisfacer las necesidades energéticas de las operaciones mineras.

Las expectativas cambiantes de las partes interesadas, los entornos regulatorios en evolución, la creciente asequibilidad de las energías renovables y el avance tecnológico acelerado son factores importantes en los cambios de mentalidad sobre la energía en el sector minero.

Desde una perspectiva regulatoria, la posible implementación de precios obligatorios del carbono en jurisdicciones donde las minas son propias y están siendo operadas, ha llevado a un mayor uso de precios del carbono «en la sombra» (o internos) para ayudar al sector minero a evaluar los futuros costos potenciales relacionados con las decisiones de CAPEX tanto a corto como a largo plazo.

En relación con la asequibilidad y el rápido desarrollo tecnológico, la energía renovable sigue siendo competitiva en costos, incluso con la cadena de suministro actual y los desafíos de precios de los productos básicos que resultan del Covid-19. Las fuentes renovables y la evolución de la tecnología de almacenamiento de baterías han llevado a la minería a considerar las energías renovables con más confianza. Según la Agencia Internacional de Energía Renovable (IRENA), el costo de la energía solar a gran escala ha disminuido en más del 80 por ciento desde 2010, mientras que el costo de la energía eólica terrestre ha disminuido en más del 40 por ciento.

Sin embargo, a pesar de todos los desafíos que enfrenta la industria minera en su movimiento para descarbonizar, generalmente sus esfuerzos por ser pioneros en tecnologías innovadoras de adopción temprana en algunos de los climas más difíciles del mundo son pasados por alto.

El sector sigue trabajando hacia la neutralidad de carbono, teniendo ahora en cuenta que las energías limpias son una herramienta fundamental para cumplir con éxito los objetivos de reducción de emisiones de 2030. Dado que cada mina es única debido a sus geografías y climas individuales, no existe una solución única para todas. Las empresas mineras exigen flexibilidad y confiabilidad en sus fuentes de energía y plan de reducción de GEI, y deben tener en cuenta el tamaño y los requisitos energéticos de una instalación, así como el lugar en el que se encuentra en su ciclo de vida.

La conectividad de la red, las fuentes de energía actuales de la mina y su perfil de emisiones también son factores críticos, junto con las influencias económicas y de las partes interesadas más amplias, como los precios de los productos básicos, su estado como una nueva inversión frente a una inversión existente, las relaciones con la comunidad e incluso el apetito de los líderes de la empresa por innovación. Todos estos factores deben tenerse en cuenta al desarrollar programas de reducción de GEI.

Con todo lo antes mencionado, queda claro que la descarbonización requerirá un esfuerzo en equipo y, como líder mundial en soluciones sostenibles, Black & Veatch, con sus más de 100 gigavatios (GW) de proyectos solares fotovoltaicos y eólicos en todo el mundo, puede brindar apoyo a la industria minera mientras navega por estos y otros escenarios de implementación de energía limpia. Esto se logra mediante el desarrollo de Hojas de Ruta, planificación de inversiones, ejecución de proyectos y experiencia en gestión de programas. La compañía tiene presencia en Chile desde 1993 y hasta la fecha ha desarrollado más de 350 proyectos de infraestructura en energía, agua, petróleo, gas y telecomunicaciones en nueve países de América del Sur.

 

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