POR: DIARIO TIERRAMARILLANO
El 21 de septiembre de 1850, el Presidente de Chile, Manuel Bulnes, decidió la creación de la comuna de Caldera, a través del Decreto Ley N° 228 que también firmó el ministro del Interior de entonces, don Antonio Varas y, por lo tanto, lo que era la pequeña caleta de Caldera se convirtió en un puerto de real importancia a nivel nacional.
Este documento, señala lo siguiente: “En uso de la autorización que por la ley de 21 de noviembre de 1846 se confiere al Poder Ejecutivo para establecer poblaciones en los puertos habilitados para el comercio, y siendo vacantes los terrenos del puerto de la Caldera que se halla en este caso; establézcase una población en el mencionado puerto de la Caldera, eligiéndose los terrenos necesarios en la parte más central de él”.
Luego, prosigue el documento: “En consecuencia, se autoriza al intendente de Atacama para que haga levantar el respectivo plano de los terrenos en que dicha población debe formarse, con la designación de los lugares en que han de construirse los edificios fiscales, y la distribución de los sitios que deben enajenarse a particulares”.
Más adelante, añade: “Estos sitios serán vendidos a censo redimible del cuatro por ciento anual, tan luego como el Gobierno haya prestado la competente aprobación al plano que se manda levantar por este decreto. Los dueños de casa edificadas en el actual puerto, que quisieren trasladarse al nuevo, serán preferidos en la colocación, según sea el lugar que ocupen”.
No cabe dudas que la creación del puerto de Caldera se debió a la construcción del primer ferrocarril chileno por parte de la recién creada Compañía de Ferrocarriles de Copiapó, como resultado de la necesidad de contar con un puerto de embarque para la producción de minerales existente por aquel entonces, y que provenían de las minas Chañarcillo y Tres Puntas.
De hecho, al año siguiente, el 25 de diciembre de 1851, comenzaba el primer viaje del primer ferrocarril de Chile, recorriendo el tramo de Caldera a Copiapó. Esta locomotora hizo este recorrido, no sólo transportando minerales, sino que también comenzó un tráfico constante de pasajeros que no tardó en darle nuevos bríos al naciente puerto, comenzando a fructificar las labores comerciales, convirtiendo a Caldera en una ciudad con todos los adelantos propios de la época.
La comuna de Caldera alberga otros sectores que son poseedores de hermosas playas, como Loreto, Bahía Inglesa y Puerto Viejo; las aldeas Rodillo y Caleta Barranquilla; los caseríos Caleta Obispito, Aeródromo, Caserón, Playa de Maldonado, Alcantarilla, Punta Vial, Punta Tres Cruces, Las Gaviotas, Caleta Los Patos, Punta Domínguez, Piedras Bayas, Caleta Los Médanos, Caleta Bajo Blanco y la renombrada Playa La Virgen de una inconmensurable belleza que deja asombrados a quienes la visitan por primera vez.
Esta comuna cuenta con numerosos monumentos nacionales que son verdaderas postales, como la Iglesia de San Vicente de Paul, la ex Estación de Ferrocarriles, el edificio de la ex Aduana, la Casa Tornini, el Cementerio Municipal, el faro de Punta Caldera, la Plaza Padre Negro,
Caldera es una comuna que tiene mucho porvenir en lo turístico y económico, pero que aún no ha concretado las oportunidades para convertirla en una salida al Pacífico para el noroeste argentino e, incluso, para las exportaciones de Brasil y Paraguay. Lamentablemente, se ha dejado pasar mucho tiempo sin concretar iniciativas que apunten, precisamente, a concretar esta posibilidad de crecimiento y desarrollo.