Cerca de 300 metros cúbicos (m3) de madera se utilizaron para construir los llamativos sitiales, altares y podios utilizados por el pontífice, obispos y sus concelebrantes en su paso por tres regiones de Chile. Aquí la historia de ese sofisticado trabajo realizado en sólo tres meses.
Fue a fines de junio del año pasado que el portavoz oficial del Vaticano, Greg Burke, anunció que el Papa Francisco, pontífice de la Iglesia Católica, haría una visita pastoral a Chile, la segunda en la historia del país tras la venida de Juan Pablo II, 30 años atrás. Tres días más tarde, el 22 de junio, el gobierno nombró a Benito Baranda como coordinador del Estado para organizar las actividades en las tres ciudades que visitó: Santiago, Temuco e Iquique.
Cuatro meses después del anuncio de la visita, el equipo organizador convocó a distintos actores de la industria forestal y maderera chilena para encargarles la tarea de fabricar los sitiales, altares y podios que serían utilizados por el pontífice en su paso por el país.
Fueron tres meses de trabajo intenso en los cuales se utilizaron cerca de 300 metros cúbicos (m3) de madera de pino radiata, divididos en 180 m3 de plywood, más comúnmente conocido como terciado o contrachapado y otros 120 m3 de madera aserrada.
De este total, cerca del 75% se destinó al altar levantado en la “Misa por la paz y la justicia”, del Parque O’Higgins de Santiago; otro 17% fue para la “Misa por el progreso de los pueblo”, oficiada al día siguiente en el aeródromo de Maquehue en Temuco; y el 8% restante fue para la “Misa de Nuestra Señora del Carmen”, efectuada en el Campus de Playa Lobito, de Iquique.
La empresa Crulamm, liderada por su socio, Jorge Calderón, tuvo a su cargo la tarea de darle forma a la materia prima proveniente de plantaciones de pino radiata de la zona centro sur del país. Y es que el material escogido para fabricar todos esos muebles no era un detalle. Debía ser noble, pero imponente y cálido a la vez, mientras que la estructura debía ser única y además representativa del país.
Para lograr la armonía que buscaban, la firma optó por un novedoso sistema constructivo que lleva un tiempo dando qué hablar en el mundo maderero: el CLT o madera contralaminada. “Este es un producto en base a maderas renovables de bosques certificados, por ello se le considera materia prima noble y con un mínimo impacto para el medio ambiente”, asegura desde Italia el especialista.
La alta especialización que se necesitaba para este trabajo en particular requirió de refuerzos. “Lo fabricamos en Crulamm y las instalaciones de Forestal Tricahue para que fuera procesado de una madera muy cuidadosa, a fin de que al cortar los paneles no apareciera ningún defecto”, comentó Calderón.
El CLT para el altar, de 1,2 metros de ancho y 4 de largo, junto con el de las credencias (mesas auxiliares) fue cortado en las instalaciones de Forestal Tricahue, una empresa dedicada al servicio de elaboración y comercialización de madera con sede en Coronel, “porque no había máquinas en la industria del mueble para poder procesar obras tan grandes”, explicó.
“Al saber en qué acto se usarían estos muebles, todas las personas que participaron se autoexigieron al máximo y eso que algunos ni siquiera se declaran católicos y había hasta de otras religiones”, destacó.
Por esto, no es de extrañar que el sitial se quedara en la Catedral Metropolitana, mientras que el altar fue destinado a otra iglesia de la capital.
Trabajo de precisión
Para las sillas, que fueron 13 -una para el Papa, dos para obispos y 10 para con-celebrantes-, se necesitaba mayor precisión. Para ello, Calderón recurrió a uno de los pocos lugares en la región del Biobío donde cuentan con la capacidad humana y maquinarias para realizar un trabajo de las características que se requerían. “Decidimos realizar la programación y corte con una máquina de control numérico (CNC) del taller de prototipos de la Universidad del Bío-Bío, que nos colaboró para que pudiéramos llevar a cabo esta fase”, contó.
Una semana tardó el trabajo, cuenta el director del Departamento de Arte y Tecnología del Diseño de la Facultad de Arquitectura, Construcción y Diseño de la Universidad del Bío-Bío, Gabriel Hernández. Y es que trabajar CLP y con las dimensiones que se requerían era una alta exigencia. Para esto, “tenemos dos encargados del Laboratorio de Prototipos, altamente calificados, ya que realizan instrucción a los alumnos y también prestan servicio a terceros cuando éstos lo requieren”, detalló.
Para la confección de los sitiales se emplearon corte láser para hacer grabados y router de cortes. “Dimensionamos e hicimos los ensambles para que los muebles pudieran armarse sin ningún problema y fueran precisos en todas sus uniones”, explica Hernández.
En ese mismo taller se realizó el acabado de las terminaciones del altar con un producto en base a ceras y también tuvimos la colaboración de Idea Madera, una empresa de muebles de Chillán que “nos envió a sus mejores barnizadores, a fin de que estos paneles de CLT tuvieran la textura, terminación y grado de acabado de un mueble de alto valor”, destaca Calderón.
Ciertamente, esta unión de esfuerzos fue valorada, ya que el diseño y elementos de los tres altares fueron profusamente comentados por la prensa y en redes, valorándose especialmente la naturalidad de los materiales, su sencillez y su vínculo con las tradiciones chilenas y ancestrales de nuestro país.