«La verdad es demasiado desagradable, por eso LA es extremadamente vulnerable a las interpretaciones históricas y a los proyectos políticos construidos sobre la mentira, o que apelan a la verdad sólo a medias»(Rangel, Carlos. 1976).
Verdades como: el sistema de las AFP funciona, para los dueños de las grandes empresas; Los partidos políticos tienen racionalidad, con arreglo a fines para ellos mismos; las mujeres cumplen un rol fundamental en la sociedad, mientras sigan estando bajo las figuras de autoridad masculina, por nombrar algunas. Si miramos lo anterior, a modo de reflexión, no es de extrañar las certeras frases de Rangel; hemos sido receptáculo de mitos y concepciones románticas del devenir.
Como punto de fuga (pasivo y dicotómico) se ha construido la desgracia latina como producto dialéctico del ascenso norteamericano. Somos pobres porque ellos son ricos y viceversa, olvidando lo frágil y desarticulado que han sido nuestros supuestos «triunfos independentistas», guiados evidentemente por una élite criolla. Élite que construyó el concepto «nación» desde el mismo paradigma donde se originó la invasión colonial.
No es de extrañar entonces, la cómoda visión «somos oprimidos porque existe un opresor extranjero», olvidando que son nuestros propios estados los que reproducen esta confortable y estática visión.
Nuestros representantes, nuevos criollos mestizos, miembros de élite pertenecientes a grupos políticos y/o poder económico, son quienes toman medidas en las diferentes dimensiones del entramado social. Administran y gestionan convenciones territoriales-comerciales; designan aumentos de dietas parlamentarias; toman decisiones sobre qué y cómo se enseña, bajo qué modelo y en base a qué reforma, etc. Demostrando así el rotundo fracaso, de responsabilidad propia, al que han llevado a América Latina los propios artífices de la historia.
Eliminar Educación Cívica, Filosofía, ahora Historia del currículum obligatorio de nuestra precaria Educación, basada en un enfoque eurocéntrico, es otra demostración más de lo anterior.
Ciudadanos sin capacidad de reflexión en todas las áreas: desde ingenieros a filósofos; profesionales doctores o técnicos profesionales, no son el resultado del triunfo norteamericano o la educación de mercado, son producto de la institucionalidad histórica latina. Esa historia de reproducciones e imposiciones estructurales coloniales (mitos, sistemas, tradiciones impuestas); ese estado romántico donde la historia se desarrolla de manera natural, lo que siempre fue – dioses extranjeros que traen redención o perdición – olvidando el rol y responsabilidad que tienen los propios pueblos y/o comunidades en su devenir…
José Miguel Guzmán
Académico
Ucentral Región de Coquimbo