La misión de la Asociación Regional de Municipios de Atacama (ARMA), según sus estatutos, es “ayudar a facilitar la búsqueda de solución de problemas que sean comunes y lograr el mejor aprovechamiento de los recursos disponibles. velando por la promoción de la autonomía municipal, los intereses locales, además de propender a profundizar el proceso democrático”.
Sin embargo, pareciera que estos objetivos no se vinieran cumpliendo últimamente, a la luz de la cada vez más venida a menos unión de sus integrantes y la falta de liderazgo de su actual presidente, amén de los intereses territoriales de cada alcalde de Atacama.
Así empezó a quedar de manifiesto meses atrás cuando de manera conjunta tomaron la decisión de retirarse de esta agrupación los alcaldes de Diego de Almagro, Vallenar, Freirina y Huasco, “por no sentirse representados por el presidente Raúl Salas”, quien -al decir de los señalados ediles- estaría poco menos que siendo funcional al actual gobierno en desmedro de los intereses de los asociados del valle del Huasco.
Y podría ser probable que a estos, se sumara el alcalde (s) de Tierra Amarilla, en señal de protesta hacia esta organización que en vez de apoyarlo, lo reprochó públicamente, por su conducta agresiva hacia una mujer y a un integrante de la comunidad LGBTI aunque ésta (ARMA) se cuidó en sus palabras y trató de ser lo menos dura posible en el comunicado que tampoco llevaba el nombre ni la firma del presidente, sino que la abstracta figura del “directorio”.
Pues, bien, a lo anterior, podemos sumar el evidente distanciamiento entre la alcaldesa de Caldera y el edil (s) de Tierra Amarilla, luego que la autoridad porteña criticara a su colega minero ante las graves acusaciones en su contra por un evidente maltrato físico y verbal a la core regional Ruth Vega Donoso, en el marco de una reunión partidaria del PS. En este contexto, el alcalde suplente no se quedó callado y le respondió a su colega calderina “sacándole trapitos al sol”. O sea, relaciones rotas entre ambas comunas?
Todo esto lleva a deducir que para fortalecer al ARMA se requiere de la unión y mancomunión de sus integrantes. pero, para conseguirlo, es evidente que falta la figura de un líder más carismático que Raúl Salas, con estatura política y capacidad de integrar a los asociados, sean alcaldes o concejales. Frente a esta disyuntiva asoman de inmediato los nombres de Cristian Tapia (Vallenar) o Cesar Orellana (Freirina).
Por otra parte, cabe recordar que el ARMA se financia y se mantiene con los aportes (cuotas) de sus socios integrantes, pero si en este caso no están Diego de Almagro, Huasco, Freirina y Vallenar, obviamente que cojea la mesa en el aspecto financiamiento y, más aún, si llegasen a ser cinco menos, ante lo cual tendría que bajar las cortinas al no existir quorum ni representatividad para sus acciones y decisiones.
En consecuencia, se requiere un rápido y urgente tratamiento clínico para sacar al ARMA de la UCI donde se encuentra actualmente. En la práctica, instalar a un presidente o presidenta que sea de consenso.
Por Luis Fuenzalida Gutiérrez
(Simple contribuyente)