Leyendo un artículo en el diario en el mes de agosto, me encuentro con la noticia que una nueva terapia genética para un raro desorden de la sangre se venderá por US$ 1.8 millones de dólares, una tremenda cantidad de dinero que solo está al alcance de los súper ricos del mundo. (Esta terapia trata una condición, llamada beta talasemia, que es producida por una mutación genética que obstaculiza la producción de moléculas de hemoglobina que portan oxigeno a través de la sangre)
He tenido la oportunidad de colaborar como estudiante en el consultorio rural del pueblo de la Tirana comuna de Pozo Almonte y en el mismo Pozo Almonte, donde la gente llega a atenderse de distintos lugares, y el tratamiento a que puede ser objeto una persona va a resultar en la medida que la persona pueda venir de su pueblo o que la atención medida pueda llegar a su pueblo.
Si bien los Municipios hacen un esfuerzo por llevar a la comunidad un sistema de salud que les permita atenderse, nos encontramos con situaciones en que el paciente debe tener un tratamiento regular, cuando la única alternativa para ellos es que el municipio o el Estado cubra el costo.
La medicina avanza, es verdad pero ¿a qué costo?, cada vez más se consolida la idea que existe una medicina para distintas clases sociales, en donde solo hay una alternativa en el sector privado, siempre y cuando se tengan los recursos, y por el contrario en el sistema público, si bien han habido avances se debe esperar que el tratamiento de alto costo sea cubierto por alguna ley que permita salvar la vida de una persona, porque de otra manera está condenada a pasarlo mal.
Hernán González García
Estudiante de Odontología
Facultad de Salud
Universidad Arturo Prat