Por Luis Barbieri Riquelme
Lo primero que debo decir, que lo medular de éste libro, Confesiones de la muerte, nos habla de esa relación que ha tenido el autor con la muerte. Una reflexión hecha de alegría, tristeza, sexo y de humor con la Parca y que está compuesto, casi en su totalidad por un extenso texto. Se podría creer en apariencia, que cada página, contiene una pieza con un tema disímil del resto, pero no, cada uno de los poemas se va ensamblando notablemente por un hilo conductor y además apoyado con las imágenes en el sector izquierdo del libro. Dibujos diseñados con abundantes simbologías y que presiento, que no está hechos al azar. ¿Qué significativa en el diseño del libro? Porque ante tantos distintivos, todo me parece que tiene un sentido velado y confidencial para el autor.
¿Qué es la muerte? Platón afirmó que la filosofía es una meditación de la muerte. En el sentido de que la filosofía es: o exclusiva o primariamente una reflexión acerca de la muerte.
La muerte y la vida son un todo. La vida habita la muerte y viceversa Se nace para morir. No hay otro destino. Sin una no existe la otra, es cómo el yin yang, El bien y el mal. Lo espiritual y lo material. El día y la noche. Son el polo positivo y el negativo de un mismo imán. Ambas existen porque se sustentan así mismo. Es cómo la onda sinusoidal de la energía eléctrica graficada en un plano.
Decía que lo central en éste libro es un extenso poema, una reflexión profunda sobre la fragilidad vida que nos toca vivir esperando la aparición de la muerte. Es una especie de confesión biográfica, poemas que se van uniendo en un hilo conductor a modo de sub novela en versos, con un Dios supremo, la muerte y el autor cómo personajes.
Inicio. Comienza con un poema que nos habla de un Dios supremo, del cual él, es testigo de su poder. “Creedme: Él tiene la capacidad de manipular las estrellas, una a una, mover un monte con un soplo y que es capaz de hacer milagros cómo reverdecer el desierto de Atacama, (me imagino que es El desierto florido) y más adelante nos dice: “que la vía Láctea / es una neurona en el cerebro de Dios” Nótese que Dios y Él en todo el libro están escritos con letras mayúsculas. Por lo general quienes no creen en un ser supremo lo escriben con minúscula para denotar que no es un nombre propio sino un dios común y corriente creado por acervo popular.
“Creedme: Él desgaja las estrellas / una por una / y las saborea en su boca / como deliciosa uva. / También es capaz / de levantar una piedra con su soplo. / Lo he visto. / Su mirada refleja / cielos e infiernos / que reverdecen en el desierto de Atacama”.
Y en los versos siguiente nos habla de un nacimiento “Llegué a la vida / para hurgar incertidumbres y esperanzas”. “Lo milagroso / es que tengo la dicha de amar y ser amado”.
¿El poema 7 colibríes que nacen de sus ojos? ¿Descendencias? ¿Obras? ¿O, seres angelicales? Porque este libro, no nos habla sólo de la vida y de la muerte, sino que además de lo desconocido, de aquello que está velado a los ojos de algunos de nosotros y me lleva a pensar que está haciendo insinuaciones a un mundo espiritual, con una dimensión apocalíptica que a veces, es desconocida para ciertos mortales.
“Anuncian que algún día no quedará nada de nosotros”. “Dijeron que oiremos / el concierto de llantos / Más escalofriantes de todos los tiempos”. Luego lo que podría ser el nudo de éste texto anoto los siguientes versos”. Que recuerde / No golpeé puertas para nacer en este mundo. / Tampoco sé porque habito en el desierto”. “Nunca pedí ser amigo de la soledad que me acompaña”. “La verdad que aún no sé / si soy ánima de la vida o de la muerte”. En los versos siguientes comienza a pensar en la muerte. “Ahora todo es distintos / El romanticismo / quedó colgado en el perchero. / Quiero recuperar lo perdido / sin embargo no puedo”. “El pasaporte de la vida / porta las estampillas de la muerte”. Desde la página 21 en adelante comienza aparecer de lleno la imagen de la muerte, no como la finalización de un ciclo o cómo la extinción de su vida, sino como un personaje con el cual dialoga, comenta y para reafirmar éste cuadro están las ilustraciones de ella, la señora de la guadaña, como una figura femenina. Desde allí en adelante se desarrollan conversaciones de seducción, que dan el título al libro” Confesiones de la muerte” y en donde ella, la muerte un personaje cercano, primero lo observa desde la distancia, luego se acerca día a día para cautivarlo. Dice. “Debo soportarla: / me lame todos los días / de pies a cabeza / y lo hace / con una dulzura / como si fuese mi madre”. “La muerte / sueña conmigo / fantaseando que estoy muerto / en su cama”. Ante la insistencia de La Parca, comienza a pensar en ella. A pesar que él posee “un elixir de la vida” una piedra filosofal que hace temblar y huir despavorida a la muerte. ¿Qué es aquella especie de talismán espiritual que él posee y que protege su vida? A pesar de esto él solicita con humor”: Cuando muera”. “No crucen mis manos en el pecho / porque puedo sufrir pesadillas / en la otra vida”. Y como un desenlace, finaliza el libro con el poema. “La muerte conversa con el autor” y en donde la Huesuda a solas, aconseja al poeta, que no le teme para nada. Es un dialogo íntimo, cercano y hasta amoroso. Es, en alguna forma una guía, un consejo, así como la vida nos enseña a diario, la muerte también le exhorta de cómo debe conducirse el resto de sus días, en los próximos 20 años que le da de vida y donde ella, la muerte, lo esperará con los brazos abiertos.
* (Chillán, 1955). Diseña muebles con maderas nativas. Su poesía aparece en distintas antologías nacionales y extranjeras varios de sus textos han sido traducido al arábigo y publicado en papel, tanto en diarios del Líbano y en la revista “Nizwa Culture Magazine junto a una entrevista. Vivió un periodo en Vicuña, en el puerto de Coquimbo y en La Serena, en donde participa activamente en el quehacer cultural en la SALC (Sociedad de Creación y Acciones Literarias Región de Coquimbo) y en la Sociedad Patrimonial Pedro Pablo Muñoz Godoy. Ha sido invitado a distintos encuentro, en Chile, Argentina, Perú, Bolivia, México y Ecuador.