Son más de 37 mil personas de sectores rurales de las regiones de Biobío y Ñuble quienes, a través de la recolección de hierbas medicinales, hongos y frutos silvestres, contribuyen a sustentar sus hogares.
Ana Valverde sale de madrugada desde su casa en el sector El Rincón, en la comuna de Ninhue, para caminar varios kilómetros a través de caminos de tierra y senderos, para llegar hasta el lugar donde crecen los hongos, que ella recolecta desde que era una niña: callampas, digüeñes, morchella, entre otros. Son lugares ocultos en el interior del bosque, que pocas personas conocen.
“No tengo un vehículo, así que trabajo a pulso, lo que pueda cargar de regreso a la casa. Este año ha sido complicado, porque ha llovido poco y eso ha significado menos productos disponibles, especialmente hongos”, explica Ana.
Así como esta recolectora de Ñuble, existen más de 37 mil personas que en las regiones de Biobío y Ñuble se dedican a esta actividad, según el “Catastro de Recolectores de Productos Forestales No Madereros en las Regiones de Biobío y Ñuble” publicado este año por el Instituto Forestal (INFOR) y la Consultora Profesional Agraria Sur.
Uno de los editores de este catastro, el funcionario del INFOR Gerardo Valdebenito, coordinador del Área Diversificación Forestal, explica que los beneficios e impactos de esta actividad son significativos: “Miles de personas generan en la actualidad recursos económicos a partir de la utilización de los productos forestales no madereros, en diferentes niveles de la cadena de valor”.
A nivel nacional “son miles de personas que participan en esta actividad, y que generan retornos por concepto de exportación por sobre los 90 millones de dólares, y se calcula el mercado interno en cuatro veces el valor del mercado externo”, añade Valdebenito.
“El rubro posee una dimensión país y varías región identificaron este sector productivo como estratégico en sus planes de desarrollo, donde destacan los berries nativos en la zona sur (Maqui, Calafate, Murta); frutos silvestres, especies medicinales y hongos en la zona centro sur (Hongos Beletus, Rosa mosqueta, Mora) y especies como Boldo y Quillay en la zona central”.
Para el INFOR “los impactos no son solo económicos, también genera impactos sociales de significancia, vinculados con desarrollo de opciones para impulsar la economía rural, rescate de valores culturales y patrimoniales, más espacios para la incorporación de la mujer en el mundo del trabajo (80% de las personas vinculadas al rubro son mujeres) y nuevos encadenamientos productivos con externalidades positivas”.
Mesa de Recolectores del Biobío
A nivel regional, una de las iniciativas más relevantes en este ámbito ha sido la “Mesa de Recolectores del Biobío”, que tiene 13 años de existencia y que ha sido una instancia de coordinación entre estos trabajadores reunidos en la Coordinadora de Recolectores y Recolectoras del Biobío A.G. que reúne a más de un centenar de estos trabajadores de las regiones de Biobío, Ñuble y Maule, las empresas forestales (Forestal Arauco y Masisa), la Universidad de Concepción y el sector público, a través de organismos como el Ministerio de Agricultura, INFOR e INDAP.
“Esta mesa nació porque la gente necesitaba entrar a los predios y no les daban permiso. Entonces vimos que era necesario articular y organizar a estos grupos, porque en su mayoría se trata de familias de sectores vulnerables, en su gran mayoría mujeres, que realizan una actividad de recolección que forma parte de las costumbres más antiguas del campo”, explica Verónica Salas, quien es presidenta de la Mesa de Recolectores del Biobío.
“Hemos visto que la demanda de estos productos ha crecido significativamente en los últimos años, especialmente en el extranjero, porque se valoran estos productos naturales y con propiedades beneficiosas para la salud. Sin embargo, todavía nos enfrentamos a la precariedad de esta actividad, que se concentra en algunas de las comunas más pobres de Chile, tanto en las regiones de Ñuble como de Biobío”, añade la dirigente, quien también representa a la ONG “Taller de Acción Cultural”.
Verónica Salas explica que la estrategia de esta Mesa de Recolectores ha sido añadir valor a los productos, “a través de apoyo a los recolectores, tanto en equipos para que construyan sus plantas procesadoras como en capacitación técnica, en donde el apoyo de la Universidad de Concepción ha sido fundamental”.
Una de las empresas participantes en la Mesa de Recolectores es Masisa, que promueve las actividades de recolección en los predios de la empresa forestal, también mediante un programa de involucramiento de relacionamiento comunitario. Margarita Celis, líder de Gestión Social y Ambiental de Masisa, explica que “una de las líneas estratégicas de la empresa en materia ambiental, social y de desarrollo local y productivo, ha sido contribuir en la formación de capital humano para fortalecer emprendimientos locales como la recolección de productos forestales no madereros”.
“Desde Masisa, añadió, impulsamos la colaboración mediante alianzas público-privadas que permitan la sostenibilidad de las iniciativas en los territorios. Además, fortalecemos el rol de la mujer en su relación con los bienes y servicios del bosque, generando oportunidades de desarrollo e innovación en todos los emprendimientos locales de las comunidades vecinas”.
U. de Concepción
La decana de la Facultad de Ingeniería Agrícola de la U. de Concepción, María Eugenia González, explica que esa casa de estudios “actualmente trabaja dos proyectos FIA para la agregación de valor a productos de rosa mosqueta y hongos silvestres de pino, buscando fortalecer las capacidades de producción en las unidades productivas de los recolectores, capacitando fuertemente en conceptos de inocuidad alimentaria y gestión de la calidad en la elaboración de alimentos innovadores a partir de materias primas de productos forestales no madereros deshidratados”.
“La agregación de valor a los productos forestales no madereros permite además trabajar modelos de producción sustentables, donde el recolector percibe un mayor retorno económico por su trabajo, en comparación con aquellos modelos en donde la comercialización de los productos se realiza principalmente a través de intermediarios que acuden a la zona de recolección con un alto número de personas y se realiza una recolección indiscriminada, sin ningún sustento ecológico”, afirma la académica.
Para la integrante de la Coordinadora de Recolectores del Biobío, Pamela Muñoz Palma, del sector Monte El León, de la comuna de Pemuco, este ha sido un tema relevante: “Nos interesa aumentar los ingresos que nos genera esta actividad, pero también queremos proteger los recursos del bosque. Para ello valoramos la capacitación que se nos ha entregado por parte de la Universidad de Concepción. Con ellos estamos en permanente contacto, les enviamos muestras y fotografías, para hacer un seguimiento de lo que vamos encontrando en el bosque”.
Añade que otro tema relevante ha sido la posibilidad de conocer otros emprendimientos: “acabamos de participar en un taller en Puerto Varas, donde visitamos varias empresas que trabajan con los productos forestales no madereros, especialmente hierbas medicinales y hongos, donde fabrican numerosos productos de alto valor y eso nos a abierto los ojos a otra realidad, de las oportunidades que tenemos para desarrollar en el futuro”.
Uno de los ejemplos del potencial que tienen estos productos que se recolectan del bosque es la empresa “Brotes Nativos” de la comuna de Santa Bárbara. Su propietaria, Leticia Zapata, explicó que su empresa es un emprendimiento familiar que busca la preservación y conservación de las especies nativas y medicinales. “Tenemos una amplia gama de productos, como hierbas deshidratadas para infusiones, esencias florales, aguas refrescantes embotelladas, aceites, jabones y otros productos cosméticos. Pero Brotes Nativos es mucho más que productos naturales, también tenemos un circuito ecoturístico vivencial medicinal, que desarrollamos en la parcela, que está fuertemente orientado a las personas que buscan vivir en forma saludable y que quieren conocer más del bosque chileno”.
Para la recolectora Pamela Muñoz, “también ha sido muy importante la asociatividad que hemos logrado con esta mesa, no sólo por la buena llegada con las empresas forestales, sino también para visibilizar nuestra labor ante el resto de la comunidad, incluyendo los municipios y otras entidades. La realidad es que, hasta hace algunos años, la tarea de recolección se veía como algo precario y que avergonzaba a las personas. Ahora podemos decir con orgullo: soy recolectora”.