El Diario Oficial N° 30.022 del 27 de marzo de 1978, publicó el insólito e injustificado cambio de nombres de algunas calles y poblaciones céntricas y suburbanas de Vallenar, sin ninguna fundamentación histórica que ameritara borrar del consciente colectivo nombres con profunda raigambre local, por otros genéricos y sin mayor relación histórica con el pasado de nuestra comuna.
Mediante el decreto supremo N° 180, firmado por el entonces Presidente de la República, Augusto Pinochet, y el ministro del Interior, comandante de Aviación Enrique Montero Marx, se procedió al cambio de nombre de calles y poblaciones en razón a que “sus denominaciones no se encuentran enraizadas en la tradición histórico-cultural de la Nación, como tampoco de la respectiva comuna”.
Esta verdadera ABERRACION HISTORICA puso en evidencia, una vez más, el centralismo político y administrativo existente en este país, por cuanto se decidió en Santiago, entre cuatro paredes, por gente que nunca siquiera había visitado Vallenar, el cambio de nombre de 25 calles, entre céntricas y suburbanas, dándole un portazo en la cara a la historia de la capital del Huasco.
Fue así que la calle “Hospital”, que debía su nombre a la existencia del famoso “Hospital de los Pobres”, ubicado al final de esta arteria que conduce al altiplano norte, a un costado de la gruta, cambió su denominación por el de “Juan Verdaguer”, en homenaje al oftalmólogo santiaguino que realizó numerosas campañas para entregar lentes gratuitos a los estudiantes vallenarinos, junto al Club de Leones.
Por su parte, la calle “Escuela”, llamada así porque en su trazado original existió la primera escuela pública de la comuna, cambió su nombre a “Vallejo”, en homenaje al escritor copiapino Jotabeche. A su vez, la calle “Matriz”, debía su nombre a que en 1829 se levantó allí la antigua capilla La Matriz, cuya puerta principal daba justamente hacia la calle que, por costumbre popular, empezó a ser llamada “Calle de la Matriz”; no obstante, el decreto 180 modificó su nombre por el de “San Ambrosio”, en recuerdo del fundador de la villa, don Ambrosio O´Higgins.
Por último, la calle de la Recova, actualmente, llamada Alonso de Ercilla, debía su nombre a que allí existió el primer mercado o recova de la ciudad. Este local funcionó en la esquina de la actual calle Alonso de Ercilla con Merced.
Donde también se produjo un grave atentado a la memoria histórica de Vallenar, fue al cambiar los nombres de algunas poblaciones. Así fue que, de un plumazo, se modificó el nombre de la antigua población “Los Canales”, ubicada en el faldeo sur, por el de Rafael Torreblanca. Si bien este último nombre es auténticamente atacameño y nos recuerda a un gran héroe de la Guerra del Pacífico, “Los Canales”, nació por costumbre popular, debido a la gran cantidad de canales de regadío existentes en los faldeos de esta población que, anteriormente, era llamada población de “indios”.
La población “Polvorera” debía su nombre a dos razones. La primera, al gran tierral que se levantaba permanentemente por las tardes, produciendo esta habitual “polvareda” o “polvorera”; la segunda, dice que en ese sector existían lugares donde se mantenían guardadas reservas de pólvora.
Asimismo, también se modificó el nombre de la población “Carrera”, como era conocida la explanada altiplánica norte, porque allí se disputaban carreras de caballo, existiendo incluso una suerte de hipódromo, con casetas que recibían las apuestas. Lamentablemente, sin consulta popular, se decidió llamarla población “Hermanos Carrera”, nada que ver el origen con este cambio antojadizo.
Hoy, 42 años después, cuando han surgido dos generaciones, prácticamente, nadie se acuerda que antes que ellos nacieran, la ciudad tuvo calles y poblaciones que ya no existen por su nombre de origen, “gracias” a este tijeretazo a nuestra historia, producto de la ignorancia y del centralismo asfixiante que pone el pie encima a las regiones.
Por Sergio Zarricueta Astorga