No es tiempo para individualismos

 

Juan Carlos Jobet, ministro de Energía.

 

Vivimos la peor pandemia en siglos. Vemos en Chile y en tantos otros lugares del mundo cómo una nueva enfermedad, para la que todavía no hemos descubierto vacuna ni tratamiento, se expande a gran velocidad.

 

Una crisis de esta envergadura demanda esfuerzos de todos. La mayoría del país ha entrado en un ritmo más lento. Hay comunas en cuarentena obligatoria, se recomienda el teletrabajo, hay ciudades y zonas con cordones sanitarios.

 

Todo esto es necesario para proteger vidas, especialmente de los más frágiles, los mayores y los que sufren de enfermedades que podrían complicarse con el coronavirus.

 

Tenemos que quedarnos en casa, todos los que podamos hacerlo. Y para quedarnos en casa, necesitamos contar con los servicios básicos. Muchas familias estarán en dificultades para pagarlos. Por eso, el Presidente Sebastián Piñera, junto a ministros sectoriales, anunció un plan de ayuda al que podrán acceder siete millones de habitantes, alrededor del 40% de la población de Chile.

 

Para el sector eléctrico, este plan dispone que durante el Estado de Catástrofe las empresas no podrán cortar servicios básicos por deudas impagas; esa deuda se prorrateará en doce meses, sin intereses; y quienes tengan el servicio cortado, podrán solicitar su reposición.

 

Estas medidas –dirigidas a las familias del 40% más vulnerables- también estarán a disposición de personas que, durante el Estado de Catástrofe, demuestren su vulnerabilidad o imposibilidad de pagar servicios debido a las medidas que promueven o exigen el aislamiento social: mayores de sesenta años, personas que han perdido su trabajo, y otros casos excepcionales.

 

El Gobierno ha conseguido un acuerdo de las compañías y cooperativas del sector, grandes y pequeñas, para impulsar estas medidas sin costo fiscal y los parlamentarios de todos los sectores hicieron sus aportes para su diseño. Juntos debemos poner el cuidado mutuo en el centro.

 

Cuando hablamos de cuidado no se trata solo de proteger la salud de otros, se trata de buscar una mirada compartida sobre lo que nos está ocurriendo. La solidaridad no implica sólo el aislamiento para no afectar a otros, sino también una solidaridad activa.

 

¿Qué significa esto en el caso de la energía? Que los que puedan pagar, paguen. Eso también es un acto de solidaridad con la marcha general del país. Estamos funcionando con mayor lentitud, pero, en sectores como el de energía que provee un servicio fundamental para la vida en sociedad, no podemos detenernos.

 

Y para eso es necesario que quienes pueden mantener el pago de sus cuentas, lo hagan. Esos recursos van a pagar los sueldos de los casi 100.000 trabajadores del sector y permiten financiar la operación que sustenta el suministro de electricidad.

 

Necesitamos esa electricidad para el funcionamiento del transporte, de los hospitales, clínicas y centros médicos, de nuestros electrodomésticos, de las redes que nos permiten seguir comunicados e informados.

 

Tenemos que mirar hacia el futuro. La crisis del COVID-19 es muy dura, pero pasará; y creo que una gran lección de la crisis será recordarnos la necesidad de la solidaridad mutua para salir adelante. Otro país emergerá de esta crisis, un país más consciente de que cada uno es responsable del bienestar de todos.

 

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