1) Gracias al más popular de los escritores chilenos del género costumbrista, don José Joaquín Vallejo, para muchos oriundo de Vallenar, por sus raíces maternales, Copiapó tuvo su primer periódico: “El Copiapino”, fundado el 1 de abril de 1845, para cuya empresa Jotabeche aprovechó su experiencia y prestigio adquiridos en la prensa de Santiago y Valparaíso. Este periódico circuló hasta el 3 de abril de 1849.
2) Un censo practicado el 1 de abril de 1875 señaló que la población de Vallenar para esa fecha ascendía a 5.128 habitantes. Este mismo censo también contabilizó dos escuelas de varones con una matrícula de 180 alumnos.
3) El 1 de abril de 1898 se funda la “Revista de Canto del Agua” que circuló en el pueblo del mismo nombre, donde los señores Ramón y José Tomás Ovalle mantenían una planta minera y aportaron para su impresión. Su principal inspirador fue el poeta y músico de prestigio nacional César Herrera Donoso y la dirigió don Julio Labbé.
4) Para terminar, quiero recordar que un día como hoy, el 1 de abril de 1926, nació en Vallenar don Rigoberto Torres San Francisco, quien a los cinco años llega a Freirina, porque sus padres se fueron a radicar a este pueblo vecino. Con el tiempo, don “Rigo”, como lo conoció la gente, llegó a ser el herrero más popular y requerido de Freirina, siguiendo el oficio de su padre Rosario Torres, quien además fue músico e integrante del Orfeón Municipal de esta comuna.
El historiador freirinense Oriel Alvarez Hidalgo, en su libro Personajes y oficios en el valle del Huasco, recoge una reminiscencia contada en primera persona por el propio Rigo Torres. “En los tiempos de las grandes tropas de burros, mulas y caballos, teníamos que fabricar hasta una veintena de pares de herraduras por día. Para fabricarlas, había que recoger clavos de la línea del tren, ya que el fierro era escaso. Se hacían en la fragua de fuelle y se iban moldeando a golpe de martillo. Los dueños de animales tenían que comprar obligatoriamente las herraduras, ya que las autoridades les sacaban parte cuando los animales no las tenían o las llevaban gastadas”.
Sergio Zarricueta Astorga