Por Cristián Wedeles, Gerente Comercial para Chile de IDE Technologies.
Probablemente uno de los temas más frecuentes en las conversaciones actuales tiene que ver con la escasez de agua en el mundo, y particularmente en Chile, ahora que el cambio climático y la sequía están afectando a varias regiones del país. Sin embargo, cabe precisar que en estas conversaciones nos referimos al agua continental (superficial y subterránea), porque el agua de mar sigue siendo una extraordinaria fuente de agua.
Dado lo anterior, una de las soluciones que se ha consolidado en el mundo y en Chile es la desalinización de agua de mar, usando para ello la tecnología de Osmosis Inversa para producir agua de calidad potable, industrial o de la calidad que sea requerida para cada uso específico.
Gracias a las plantas desalinizadoras se puede incorporar una nueva fuente de suministro de agua de calidad homogénea, con la seguridad y sostenibilidad de un suministro no sujeto a variaciones en las precipitaciones u otras condiciones climáticas.
Al respecto, la minería es uno de los sectores que ha impulsado de manera importante la incorporación de la tecnología de desalinización por Osmosis Inversa en Chile, particularmente en proyectos de gran tamaño. Esta motivación se basa en que esta actividad, por lo general, se desarrolla en lugares con poca disponibilidad de agua continental, sumado a la complejidad de estar alejados de la costa y elevados respecto del nivel del mar.
Esto ha permitido ya por años desarrollar la experiencia en Chile, entregando confiabilidad a los usuarios y proyectándola a otras industrias y aplicaciones. Hoy son varias las operaciones mineras en el país que ya han implementado sus propias plantas y muchas otras que están desarrollando sus proyectos para estar operativos en los próximos años.
La masificación de este tipo de soluciones tecnológicas demuestra que sus beneficios superan a los impactos que generan. Respecto de las sales que se remueven del agua de mar, estas son en general devueltas al mar en un flujo más concentrado, sin embargo, mediante un adecuado diseño que considera las corrientes marinas del lugar y sistemas de difusión, se homogeniza con las características del agua de mar en una pluma de sólo algunas decenas de metros.
Por otra parte, el costo de la desalinización de agua de mar es cada vez más competitivo comparado con el tratamiento de aguas de otras fuentes, considerando además que en muchos casos resulta más confiable y sostenible. Entre otros aspectos, el consumo de energía ha sido históricamente uno de los principales costos operacionales de este tipo de procesos, sin embargo, la tecnología ha avanzado mucho en la optimización del consumo y su recuperación, al mismo tiempo que el costo de la energía ha disminuido notablemente en Chile.
Por último, resulta interesante revisar el modelo que se utiliza en Israel (donde IDE es líder y cuenta ya con 55 años de experiencia), para observar cómo la combinación de desalinización de agua de mar para incorporar nuevas fuentes de agua y la reutilización previo tratamiento de las aguas residuales genera un escenario eficiente y sustentable para la población, la industria y la agricultura. De esta forma, Israel ante un escenario similar al que estamos experimentando en algunas zonas de Chile, le ha ido ganando superficie al desierto incorporado incluso el tratamiento del Boro en las plantas desaladoras para permitir su uso posterior en su importante industria agrícola.