La poética de la retaguardia chilena Tebaida (fortaleza del desierto de Atacama)

 

 

Por Arturo Volantines

 

 

 

Dos veces el Norte ha estado a cabeza del Parnaso chileno. Primero con la Generación de Guillermo Matta y, luego, con la de Gabriela Mistral. Los poetas de 1842 eran republicanos y liberales, y la Generación de 1912 llegó al Premio Nobel.

Hay una tercera Generación del Norte, compuesta esencialmente por Alicia Galaz, Ariel Santibáñez, Guillermo Deisler, Oscar Hahn, Guillermo Ross-Murray, Oliver Welden, Luis Moreno Pozo y otra media docena.

Fueron los poetas del ‘60 en el Norte; los Tebaida; poetas de la Retaguardia, vanguardia en el Pukará, en la fortaleza en el desierto de Atacama; poetas que construyeron un castillo con alas; una revista que se hizo un lugar en Hispanoamérica, con mucha ayuda de sus símiles de más al Norte: del Perú (Winston Orrillo, José Luis Ayala, Alberto Varcarcel, Omar Aramayo, Rosa del Carpio, Arturo Corcuera, Alejandro Romualdo, etc.); una Generación nortina que militó y dialogó con América: desde la Revolución Cubana hasta el Golpe de Estado; entre el hippismo de Kerouac y la marcha barbuda del Che.

Esta Generación fue diezmada por la Dictadura, sin embargo hizo Retaguardia: que es la otra forma de vanguardia.

Deisler y Alicia Galaz murieron en el exilio. Oscar Hahn volvió y se le otorgó el Premio Nacional de Literatura. Oliver Welden, después de irse exiliado a Estados Unidos, aún permanece entre España y Suecia. Ariel Santibáñez fue detenido, se le vio en Villa Grimaldi y su cuerpo aún no ha sido encontrado. Y Guillermo Ross-Murray, sobreviviente, escribe sostenidamente en Iquique, su última patria lárica, con esa parsimonia de descendiente chino.

Esta Retaguardia quedó registrada fundamentalmente en la revista Tebaida y en los diarios de Arica y Antofagasta; Retaguardia, porque se hizo al final del país y en una fortaleza (Tebaida), en la frontera con Perú y porque estuvo en la hiperguardia visiva (Guillermo Deisler) y en la hipoguardia de la tradición clásica (Oscar Hahn y Alicia Galaz) y en la isoguardia de la continuidad y quiebre de la tradición literaria chilena y relacionada con los formados de las revistas epocales sureñas de Arúspice y Trilce (Santibáñez, Welden y Ross-Murray).

Aclaro: concuerdo con Gonzalo Millán cuando dice que Deisler es el poeta visual más importante del país. Y con el reconocimiento internacional de Hahn y Galaz, los cuales hicieron potentísima poesía desde los clásicos. Y, sobre todo, por la dignidad terruña de esta Generación de no pedirle permiso al centralismo canónico, para construir y (des)hacer la literatura de nuestro idioma.

 

 

 

 

 

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