Aunque, generalmente, mis comentarios históricos, mediante el rescate de las diarias efemérides, están dedicados a temas comunales o provinciales, esta vez haré una excepción, porque la razón lo amerita. Hoy está de cumpleaños nada menos que el gran goleador histórico del fútbol chileno y mexicano de todos los tiempos: Osvaldo Castro Pelayo, nacido el 14 de abril de 1947 en Copiapó.
“El Zurdo Implacable” tituló una extensa nota que le dedicó la revista Estadio N° 1.409 del 10 de septiembre de 1970, la cual señala: Considerado como uno de los más mortíferos rematadores surgidos en nuestro balompié, en un principio el fútbol era para él una suerte de pasatiempo, donde paralelamente defendía al club Pedro León Gallo y laboraba en una barraca de fierro. A esa altura ya era conocido por su célebre apodo, el cual construyó gracias a que cuando niño chuteaba constantemente contra un muro, lo que fue fortaleciendo la potencia de su disparo”.
Tras darse a conocer desde 1966 jugando por Unión La Calera, su áurea creció cuando -después de ser el goleador de los cementeros en la temporada 1968- Deportes Concepción pagó por su pase la friolera de 230 millones de pesos, una fortuna en esos años. Su mejor torneo con los penquistas fue el de 1970, cuando se coronó scorer del campeonato chileno con 36 tantos. A esa altura, y gracias también a sus presentaciones en la Selección Nacional, ya había despertado el interés de algunos clubes extranjeros, entre estos, el América de México que, en octubre de 1971, pagó la suma de un millón 600 mil escudos por sus servicios. En el balompié del país del norte, marcó 216 goles en las doce temporadas que jugó allá.
En este repaso de su biografía, rescato un párrafo escrito por él mismo, donde relata su niñez y adolescencia. Dice: “Desde pequeño me gustó jugar al futbol. Apenas aprendí a caminar, le pegaba a la de trapo. Después, ya más grande, pasé a jugar en el campeonato de los barrios, lo hice en la serie adulto sin tener la edad aún. Un señor de Ferrocarriles les pasó el dato a los dirigentes de Unión La Calera, quienes me enviaron los pasajes para probarme en un partido amistoso contra San Luis. Apenas me vieron jugar, de inmediato me aceptaron, esto fue en marzo del año 1965. |Me contrataron con un sueldo de 600 escudos mensuales por dos años”.
El periodista Julio Salviat cuenta en otro ejemplar de la revista Estadio, que los dirigentes del América vinieron a Chile para buscar un puntero izquierdo neto. Estuvieron en Santiago viendo a Pedro Araya (U) y Carlos Caszely; viajaron a Viña del Mar para observar a David Henry y Leonardo Véliz; dieron una vuelta por Temuco para comprobar el estado de Fernando Osorio y, finalmente, se dirigieron a Concepción para probar los puntos que calzaba Osvaldo Castro, con quien se quedaron finalmente.
Mucho se puede hablar de historias y anécdotas del “Pata Bendita”, como por ejemplo de su pasado infantil como lustrabotas en las afueras del Cine Alhambra en Copiapó; de su viaje a La Calera portando solo una vieja radio a pilas y una maleta de cuero; cómo no recordar aquella tarde que jugando por La Calera de visita en el Estadio Nacional, le ganó prácticamente sólo al cuadro de Colo Colo, anotando tres golazos. Y por qué no también hablar de su amistad con Pelé y con Chespirito que más de alguna vez lo nombró en la serie “El Chavo del Ocho”. Un sueño hecho realidad por un modesto muchacho provinciano que, seguramente, jamás pensó en llegar tan alto en el fútbol profesional.
Según una encuesta del Departamento de Estadísticas Mundiales de la FIFA, Osvaldo Castro Pelayo es el GOLEADOR CHILENO DE TODOS LOS TIEMPOS, con 236 anotaciones, por encima de figuras como Iván Zamorano, Marcelo Salas, Carlos Caszely y Leonel Sánchez, por nombrar a algunas de nuestras señeras figuras nacionales.
Entre tantos goles convertidos, parecería difícil inclinarse por alguno en especial, sin embargo, el “Pata Bendita” lo tiene claro: «El que le hice a Brasil en el Maracaná, cuando fuimos con la Selección a jugar un par de amistosos, después que Perú nos eliminó de México 70. El vallenarino Adán Godoy era nuestro arquero. Nos pusimos en ventaja con un tiro que le pegué desde muy lejos. Había 180 mil personas en el estadio, se produjo un silencio tremendo, pero se enojó mi amigo Pelé y, al final, nos ganaron 2-1».
Qué sabrosas historias podemos seguir contando acerca de Osvaldo Castro, porque es un personaje nuestro, un hijo de Atacama que nos hizo sentir orgullosos a todos en su época de crack. ¡Feliz cumpleaños número 73!
Sergio Zarricueta Astorga