Desde hace 141 años, en una fecha como hoy, el país entero recuerda y conmemora a sus héroes navales que, al mando del capitán Arturo Prat, se enfrentaron aquel 21 de mayo de 1879, en la rada de Iquique a la poderosa escuadra naval peruana, integrada por los acorazados Huáscar e Independencia, inmolando sus vidas y pasando a la inmortalidad como héroes de una desigual batalla.
Muchas veces he dicho, y lamentado, que nuestra historia patria ha sido escrita con criterios centralistas y un ejemplo claro son los sucesos de aquel 21 de mayo de 1879, donde quedaron relegados al olvido, o a un segundo plano, dos hombres de Atacama que cumplieron un rol tanto o más significativos que varios otros marinos de mayor renombre.
Como atacameños, no debemos ni podemos olvidar que también hubo presencia de hijos de esta tierra, como Manuel Orella Echánez de Caldera (1852 – 15 de marzo 1881),) y el copiapino Luis Uribe Orrego, quien vivió su niñez en su ciudad natal en una casa ubicada en la esquina de calle Colipí con O’Higgins, donde actualmente se encuentra la sucursal del Banco Chile.
Luis Uribe Orrego nació en la mina “El Delirio” de Chañarcillo, el 13 de agosto de 1847. Era el primogénito de la poetisa atacameña y primera novelista chilena Rosario Orrego Castañeda. A la muerte de Arturo Prat le sucedió en el mando, como último oficial a bordo, cumpliendo fielmente la instrucción de su capitán de “no arriar jamás la bandera chilena”. Por lo tanto, si la tricolor flameó hasta hundirse, se debió justamente al arrojo de toda la marinería, capitaneada por nuestro héroe atacameño Luis Uribe Orrego.
Ese mismo día, horas más tarde, en el sector de Punta Gruesa, la débil Covadonga, en un gesto de audacia e inteligencia de su capitán Carlos Condell logra hacer encallar a la Independencia y, al fuego de los cañones, esta nave insignia de la flota peruana no tuvo otra alternativa que rendirse. En la ocasión, Orella, como buen artillero que era, se ocupó de los cañones y de la defensa con fusilería, cuando la fragata enemiga se acercaba a corta distancia. La serenidad y valentía del calderino fue gravitante para que el pequeño buque en el que servía hiciera encallar a su poderosa enemiga.
Recordemos que Luis Uribe Orrego, luego de hundirse con La Esmeralda, fue hecho prisionero de guerra y, tras varios meses de cárcel, fue canjeado por prisioneros peruanos. Posterior a su liberación, asumió los cargos más altos dentro de la Marina, siendo ministro de Guerra y Marina, intendente de Valparaíso y embajador de Chile en varios países.
En aquel entonces, nuestra región no quedó ajena a la emoción de este combate y a la valentía y coraje de nuestros marinos atacameños. Es así como en Caldera, según acta de la Municipalidad, se rinde homenaje al héroe porteño el 31 de mayo de 1879 y se decide entregar una ayuda económica al primogénito del gran capitán, para costarle sus estudios.
En tanto, en el mineral de Puquios, ubicado a sesenta kilómetros al norte de Copiapó, la Municipalidad de este poblado, (efectivamente, tenía Municipalidad) fue la primera de la república en homenajear al capitán Prat, erigiendo un busto esculpido en piedra por el artista Álvaro Garín.
Amigos y amigas, hasta aquí este modesto homenaje a estos héroes nuestros que estuvieron dispuestos a entregar su vida, en un día como hoy, hace 141 años, en las aguas de la rada de Iquique, con tal de no arriar jamás el emblema patrio ante la amenaza enemiga.
Sergio Zarricueta Astorga
DEPARTAMENTO DE COMUNICACIONES Y RR.PP.
Jueves 21.05.20