Por Sergio Godoy Galleguillos
LAMBERT es un pueblo legendario de no más de 500 habitantes, situado a solo 20 kms. al N.E. La Serena: cuna de músicos, deportistas y bellas mujeres; además, de una autentica tradición y cultura minera, amén de su añosa Estación y línea férrea: mudo testigo de un pasado glorioso de contribución al desarrollo minero del siglo XIX, en la región de Coquimbo.
El pueblo —antigua placilla del distrito minero El Brillador— se experimentaron los primeros y revolucionarios ensayos de las secretas técnicas de reverberación, importadas por Charles Lambert. Este innovador Ingeniero Francés —llegado al país en plena Reconquista— desarrolla técnicas secretas en la Compañía Alta de La Serena; donde, por abundancia de agua y leña, se instaló, y obtuvo el primer cobre laminado del país. El lugar, que rememora su nombre, es una pequeña lonja ribereña, de una sola calle: ethos de pequeños crianceros trashumantes y mineros pobres, perteneciente a la quebrada Santa Gracia—, por la virgen que traían los hispanos— guarda preciados tesoros del mundo de la pequeña minería regional.
Lambert donó el lugar, para una placilla minera, cuando el antiguo mineral floreció bajo su mando —e hizo fortuna—, para “holgazara” de sus mineros… Alma y espíritu del pueblo. Este trabajó las ricas minas Campanil y Fortuna e hizo pruebas en el Escorial y fundición, puntos cercanos al pueblo, donde instaló y obtuvo en sus primeros hornos secretos, relucientes lingotes de cobre, enfriados en arena.
El pueblo carga, además, con la fama, que por su vía férrea transitaron las legendarias máquinas inglesas a vapor, desde 1862, FF.CC. y telégrafo ,incluidos que el mismo Charles Lambert hizo construir para el acarreo de minerales hacia el puerto de Coquimbo, cuando descubrió el uso del carbón Coke, adquirido a Matías Cousiño en la zona de Lota, y traídos por Lambert en barco propio a La Serena —“Flore Fly”—, que fue, luego, requisado por los revolucionarios del ’51, y que significó el principio de la debacle del afortunado industrial, quien llegó a acumular una de las fortunas más importantes de América. Esta misma red, fue ocupada a finales del siglo XIX y se convirtió en la primera Estación ferroviaria de la red Longitudinal norte, cuando apareció FF.CC. del Estado, el recordado tren longino de pies candentes, que dio vida a pueblos y villorrios, antes de ser devastado por el Gobierno Militar.
Pero, lo que caracteriza al pueblo es el pirquinero, minero pobre y solitario, que en base solo a su instinto, no duda en internarse por piques y serranías en busca del esquivo veta o filón que le brinde alguna holgura económica, porque el cerro quita y el cerro da, como reza un antiguo adagio de la jerga minera nortina.
Estos modestos hombres, curtidos por el sacrificio y soledad son los grandes portadores de los secretos y misterios de la pequeña minería. Así ni se inmutan cuando escuchan al fondo de una mina abandonada el acompasado barrenar del “Barreterito”: mágico duende: benéfico, travieso e indicador de riqueza. Donde está el Barreterito, es seguro el alcance.
“Y porque su destino es ser mineros/ viven a perpetuidad socavando la tierra/ todos los días van, dispuestos a la entrega destinada/ como niños sumisos, sudorosos,/ roban su corazón sombrío/ que habrá de dar comodidad urbana,/ hasta el trágico día/ en que la mina les triture…/ Chile, país, preñado de metales, les debe mucho,/ todo, a esto/ hombres humildes, olvidados,/ Talvez el rojo color de su bandera,/ se tiño con esa sangre libertaria/ y el faro luminoso de su estrella,/ sea el mejor homenaje a los caídos”.
Hoy, en tiempo de crisis, Lambert —orgullo natal— es un pueblo que agoniza asfixiado por las altas exigencias en seguridad minera, trabas gubernamentales a la pequeña minería y la cercanía de plantas lixiviadoras en tratamiento de minerales, con sus ácidos, arsénicos y estériles están permeando las escasas napas subterráneas del agua de beber —APR— que utiliza el pueblo; por ende, vital para la conservación y desarrollo de la especie humana. Sin duda, un atentado inmisericorde a los humildes, quienes no pueden defenderse de los poderes políticos y fácticos.
¡Aguante, Lambert!
Lambert – La Serena.