Por Susana Pacheco Tirado
En la noche de los tiempos, los primeros hombres lanzados hacia diversos rincones de la tierra tuvieron que vivir con el “oído atento” a cualquier señal que indicara proximidad de la presa o del peligro. El cuerpo se prolongaba hasta los límites de su alcance auditivo, incluso en las condiciones más desfavorables. Así, de todos nuestros “radares”, el oído podía funcionar de día, de noche, en todo momento, más eficaz que la vista, el olfato y el tacto. Por tanto, el oído se inscribe como nuestra primera herramienta de sondeo y de control, ya que su amplio horizonte ofrece un abanico de barrido y le permite determinar con facilidad la orientación topográfica de todo elemento sonoro situado en su esfera,
Se ha comprobado científicamente que la música es energía. Así como el aire y los alimentos son indispensables para el ser humano, los sonidos también constituyen importante vitamina para el cerebro. La música llena una necesidad humana tan fundamental como la necesidad de comer. Por ello, ha acompañado y apoyado al hombre en su lucha por la evolución y el crecimiento.
Como todo lo que vive, la música tiene pulso. Pulsación o latido significa flujo, constante de energía que transcurre por nosotros y nos da la vida; de la misma manera el pulso de la música influye en el “tempo” de nuestros pensamientos, conmueve al corazón y armoniza los ánimos descompuestos. El oído es el director de orquesta de todo el montaje para la recepción de la estimulación sonora.
Es importante señalar que el oído es el primer órgano de nuestros sentidos en desarrollarse, desde el cuarto mes de gestación, por ende está involucrado con los primeros circuitos básicos del cerebro. Y es el último en dejarnos cuando fallecemos.
Todos los pensadores de la antigüedad tributaban alabanzas a la música, en tiempos de Platón era considerado vergonzoso no saber música. Confucio y sus compatriotas chinos pensaban que la música inspiraba a los hombres al amor, a la virtud y les aconsejaba la práctica y cumplimiento de sus deberes.
Así tan antigua es la himnodia patriótica y guerrera, siendo el himno el canto que expresa sentimientos de alegría y celebración.
El himno, que ha acompañado a los hombres a lo largo de la historia se puede definir como una composición musical destinada a honrar a un país, a una institución, como también para celebrar una victoria o conmemorar una efeméride gloriosa.
Desde el primer canto bélico de “Débora”, hasta “Lily Marlene” que entonaron los soldados alemanes la segunda guerra mundial, hay una larga lista en las páginas musicales ligadas a la historia de las guerras.
Durante la revolución francesa no fue posible una celebración ciudadana sin la música. Las bandas militares cobraron entonces un rol preponderante, debido a su poderosa influencia sobre las masas, aunando sentimientos y organizando el potencial humano de grupo en la fidelidad y en el amparo mutuo.
Desde los pentagramas, la música escribió su historia.
La historia de la música se vio engrandecida, para bienestar de los hombres, cuando fue posible estimular el cultivo de estas dos formas musicales: los himnos y las marchas. Las emociones que emanan desde los instrumentos de la banda militar y que provocan la euforia como actividad eléctrica que nace en el cerebro y se propaga por todo el cuerpo disminuyendo el dolor de las heridas de batalla y alivianando la ansiedad del momento fue primordial en el campo de batalla.
En el siglo XVIII la Revolución Francesa estalló al grito de libertad, igualdad y fraternidad que proclamaban los derechos del hombre. Estos hechos repercutieron en las colonias españolas y en todas partes los patriotas hablaban de la necesidad de independizarse. La invasión francesa en España y el triunfo de Napoleón, que colocó a su hermano José Bonaparte como rey de España (1808), dieron ocasión a las colonias españolas para que iniciaran sus movimientos de independencia, con el pretexto de gobernarse así mismas mientras durara la prisión del rey Fernando VII.
La elite educada de la Europa del siglo XIX utilizó varios temas comunes en favor de sus reivindicaciones nacionalistas y también se valieron de símbolos capaces de identificar e ilustrar tales reivindicaciones como fueron las banderas y los himnos.
La música es un suceso humanista porque conserva arte, historia y también tradición. Sus documentos nos permiten recrear la memoria musical de la Patria, uno de los más importantes es la partitura que es un patrón, una estructura que además de guardar la inspiración, y la creación del autor, puede permanecer en el tiempo guardando su mensaje con toda fidelidad. Ella reúne partes y organiza a músicos, cantantes, da orden y consistencia al momento musical.
Cual testimonio de aquellos momentos históricos memorables nos han quedado como valioso patrimonio las partituras de los himnos: La Marsellesa y La Constituyente, cada una en su tiempo y en su lugar geográfico.
Antes de elaborar un paralelo entre ambos himnos, es muy valioso comprobar la meritoria tarea que la Sociedad Patrimonial Pedro Pablo Muñoz de La Serena realiza al mantener vigente el orgullo de la tierra nortina estampado en el himno y la bandera. Esto es una clara demostración que los símbolos resisten, se reinterpretan, se rescatan.
Un himno se define como la representación musical y literaria de un acontecimiento tan “elevado’’’ que provoca la necesidad de plasmarlo en música y texto y tiene como primordial función fomentar el orgullo de pertenencia a un colectivo.
Los himnos pueden ser analizados tanto desde el punto de vista literario como musical, como también su función social que cumplieron al momento de ser creados. Haremos un paralelo entre dos himnos La Marsellesa y La Constituyente.
HISTÓRICO:
LE MARSEILLAISE: revisando las ideas liberales del siglo XIX nos encontramos con que las instancias culturales y políticas chilenas recibieron la fuerte influencia del pensamiento de Alphonse M Louis Prat de Lamartine (1790- 1869) escritor, poeta y político francés quien abogó y difundió la democracia y el pacifismo. Su obra Historia de los Girondinos, llega a Chile en 1848, y según Benjamín Vicuña Mackenna “tuvo en Chile una boga inmensa, cual no ha tenido, ni la tendrá probablemente, libro alguno en lo venidero”.
Los Girondinos eran jóvenes intelectuales y recibieron este nombre, porque sus miembros más destacados procedían de la región de Gironda en Francia. La obra de Lamartine fue traducida y difundida no sólo en España, sino también en Hispanoamérica.
Así fue que también se pudo conocer el himno patriótico más famoso de la humanidad “La Marsellesa”. De Claude Joseph Rouget de Lisle, a quien se le encarga la creación de un himno patriótico para celebrar declaración de guerra a Austria. Rouget de Lisle, compuso dicho himno y lo tituló “Chant de guerre pour l”armée du Rhin” (Canto de guerra para el ejército del Rin). Meses después las tropas voluntarias que se encontraban en Marsella la aprendieron y la usaron como canción de marcha. El 30 de julio de 1792 entraron a Paris entonando este himno que los parisinos acogieron con entusiasmo y bautizaron como “La Marsellesa”. La intención del autor fue que este tema fuera usado como canción de marcha del ejército francés cuando ingresara a Renania, tras el estallido de la guerra entre Francia, Austria y Rusia.
Revolución francesa fue un conflicto social y político que convulsionó a Francia como también a otras naciones de Europa —El día 14 de julio de 1781—, se lleva a cabo la toma de la Bastilla acciones que bajo la compañía de la Marsellesa este hecho se transformó en una invitación a un nuevo y mejor porvenir, en casi una promesa.
Prohibida durante el Imperio, la Marsellesa es reconsiderada por la revolución de 1830 y la tercera República en 1879 la proclama himno nacional y en 1944 el ministerio de educación recomienda que se cante en las escuelas.
Es necesario tener en cuenta que la Marsellesa fue tomada como modelo para la creación de diferentes canciones libertarias en el continente americano.
“LA CONSTITUYENTE”, himno chileno escrito en 1859, en honor y testimonio a batallas memorables que irrumpieron cuando estalla el descontento y se inicia la revolución constituyente cuyos fines perseguían derrotar las injusticias, despejar a las provincias Atacama y Coquimbo del centralismo asfixiante de la época y terminar con el abuso de cada día.
El personaje más importante de esta época fue Pedro León Gallo Goyenechea; y el fruto más inmediato que trajo consigo la Revolución Constituyente que se transformó en la posibilidad de abrirse a una nueva manera de gobernar, ya que la vigente lesionaba fuertemente los intereses económicos del estrato minero, que eran los que en realidad sostenían al país.
Pedro León Gallo, junto a Pedro Pablo Muñoz Godoy recibe el apoyo de los mineros del norte, de Chañarcillo, La Higuera y Brillador, marchan al sur, pero se encuentran con las tropas enviadas por el gobierno para reprimir este movimiento, produciéndose inevitablemente el encuentro en “Quebrada de Los Loros” y posteriormente en la “Batalla de Cerro Grande”.
Cual testimonio de estos hechos gloriosos nos ha quedado como patrimonio el himno “La Constituyente” de cuyo texto es autor, Ramón Arancibia jefe del Estado Mayor del ejército Constituyente. Escribió la música Henri Billet; afamado violoncelista francés y director de orquesta, con larga residencia en la corte de Rusia. Espíritu inquieto, apasionado por la mineralogía, vino a Chile desde Perú en 1849, estableciéndose en Copiapó. Sus actuaciones llamaron la atención de doña Isidora Zegers, quien le recomendó pasar a Santiago. Fue uno de los profesores más activos en la sociedad aristocrática de la época, concertista. Dotado de cultura superior, supo formar un grupo selecto de profesionales.
Ambos himnos constituyen un símbolo patriótico, es el canto de los libres, es el recuerdo, es la oración y lo mueve la energía que le entrega la música gracias al oído que es capaz de decodificar el mensaje sonoro y transformarlo en energía.
Ambos himnos pueden considerarse verdaderos monumentos históricos porque cada uno nos entrega los signos de su tiempo y nos permite completar aquella invitación a nuevos y mejores días en libertad, justicia, e igualdad.
ESTRUCTURA LITERARIA:
Ambas obras con sus mensajes de hierro y pasión fueron capaces de implantar la misión que se les había encomendado
LA CONSTITUYENTE LA MARSELLESA
De los hombres que Patria nos dieron, Marchemos, hijos de la Patria
Con su sangre el ejemplo sigamos, ha llegado el día de gloria,
Libertad y Justicia heredamos contra nosotros, de la tiranía
Nuestros hijos las tengan también el sangriento estandarte se alza.
CORO CORO
Alcemos nuestras voces! A las armas, ciudadanos!
Cantemos la esperanza! formad vuestros batallones!
Luchando por la alianza ¡Marchemos!, ¡Marchemos!
De Patria y Libertad! Que una sangre impura
Que el voto noble y santo inunda nuestros surcos!
Que pide una Asamblea
Constituyente sea
El grito popular.
El texto explicita el mensaje en La Marsellesa lo hace en siete estrofas más el coro, en cambio La Constituyente, lo hace en seis estrofas y coro.
Ambos textos han hecho suyos los conceptos:
Patria: como amada cuna, lugar de afectos
Libertad: condición natural, como categoría superior de la justicia, la mayor honra de vida para el hombre.
Cantemos: pongamos en la voz de todos.
Nuestros hijos: los descendientes, los ciudadanos del mañana.
El género de ambas obras es lírico, su poesía patriótica fundamenta los temas principales y son un llamado a la libertad, a la igualdad, al heroísmo.
El personaje central es el Pueblo: ente valeroso, decidido, heroico.
El texto recurre al uso de invocaciones solemnes en modo Imperativo:
¡Alcemos, nuestras voces! ¡Allons enfants de la Patrie
¡Cantemos la esperanza! ¡Aux armes, citoyens!
¡formez, marchons, marchons!
Ambos textos contienen conceptos que llaman a la dignidad del pueblo y a venerar el esfuerzo logrado en unidad, siendo el texto de La Marsellesa un mensaje más violento y rupturista, que se critica en la propia Francia. Debido a ello, ha habido numerosos intentos de reescribirla destacando los de Alphonse de Lamartine y también del poeta, dramaturgo y novelista romántico francés, Víctor Hugo.
ESTRUCTURA MUSICAL:
Para elaborar una comparación musical se precisa establecer que la música dispone y emplea medios que en conjunto constituyen el “lenguaje musical”.
Lenguaje musical es una expresión del arte y está constituído por la melodía, el ritmo, el pulso, el acento. Cuando todo esto se organiza se da vida a una composición musical. Toda composición musical se expresa, se escribe, se guarda en el pentagrama para conformar una partitura.
Las partituras de los himnos que hemos tenido a la vista nos han informado de sus características musicales y nos han permitido efectuar un somero análisis rítmico – melódico de cada uno para comprobar que tienen muchas más similitudes que diferencias.
En ambos himnos es posible advertir el uso de frase musical silábica, y en la estructura rítmica interviene el ritmo binario propio de la marcha en cuatro tiempos
Otra similitud encontrada en estos himnos ha sido que en su estructura rítmica guardan entre si un parecido especialmente en el uso de figuras rítmicas simples como negras, corcheas, saltillos.
Para seguir elaborando esta comparación, se ha constatado que ambos himnos comienzan con acento anacrúsico. Esto lo podemos notar cuando la energía inicial o el acento inicial del canto busca su punto más estable y que no es precisamente el primero, por ejemplo:
A llons en / fants de la Pa
De los / hom– bres que Pa
La misma característica se observa también en el comienzo acento anacrúsico de nuestro Himno Nacional:
Puro / Chi- lees tu cie loa zu laaa do.
El himno La Constituyente está estructurado por una introducción, una estrofa, un coro y un epílogo. Además, se advierte la influencia del bel canto italiano moda de la época donde las líneas vocales cargadas de virtuosismo, ponen un sesgo de dificultad a la interpretación.
Además, es muy elocuente, que ambos himnos tienen casi la misma extensión.
Hay que agregar que ambos himnos están escritos en tonalidad Mayor: eufórico, brillante, ligero; mientras que la agógica (que indica la velocidad que se debe imprimir a la interpretación) es levemente distinta:
Para La Marsellesa se indica -128 (PPM) pulsos por minuto.
Para La Constituyente se indica – 130 (PPM) pulsos por minuto.
Finalmente quisiéramos dejar presente que en obras o poemas musicalizados, no manda la música; manda el poema. Por esta razón es importante recalcar que, a finales del siglo XIX, se necesitaba recuperar la historiografía para traer al presente el ideal patriótico y exaltar al máximo esos valores, ya no importará tanto la exaltación del “yo” o el pensamiento individualista sino la exaltación del “nosotros”.
Un himno, destinado a representar a los hombres, adquiere valor inconmensurable cuando en él se incluyen las ideas, los recuerdos, los sueños, los ideales.
Ambos himnos han respondido a celebrar un acto de enorme importancia histórica, ambos han movido a los hombres a luchar por la libertad, ambos han puesto en el centro al patriota, al hombre común, y han tenido como destinatario de su lucha a los hijos, a los descendientes, a los ciudadanos del mañana.
Valorar la humilde función de una canción, que puede ser base y amparo para la comunicación de ideas porque hablar de Música equivale a hablar de acciones y de temporalidad, porque la Música sólo existe cuando se hace, es un hecho que sucede, empieza y termina.
El Patrimonio Musical es además histórico porque los restos materiales que ha ido dejando la actividad musical a través de la historia, nos permiten elaborar con mayor o menor acierto la historia, revivir el pasado como también revisar los hechos históricos donde la música estuvo presente.
La música es un paraguas bajo el cual se cobijan y guardan los sentimientos, los pensamientos y las tendencias cumpliendo con el rol de elemento cohesionador de quienes constituyen sociedad de ese momento y de ese lugar.
Ambos La Marsellesa en su tiempo La Constituyente en Chile sólo anhelan establecer una política de la memoria, un alero al recuerdo…al no olvido.