Batalla de Las Compañías, 14 de marzo de 1859.

 

Por Sergio Godoy Galleguillos

Cuando la contingencia presagia días constituyentes, las nuevas generaciones deben conocer y asimilar el glorioso, épico y legendario episodio ocurrido en la Quebrada de Los Loros —llamado así por la abundancia de loros tricahue en ese entonces—, situada al N. E. de la hacienda El Olivar, a los pies del cerro El Brillador, en el populoso barrio de Las Compañías, en La Serena.

El lugar, destaca por la ocurrencia de numerosos hitos de importancia histórica, como la presencia de vestigios prehispánicos (ánimas–diaguitas), fundacionales (Juan Bohón), educacionales (Gabriela Mistral), religiosos (jesuitas), minería (Lambert y Domeyko), etc.

Este hecho, bélico–revolucionario ocurrido el 14 de marzo de 1859, en el marco de la llamada Revolución Constituyente o revolución de los mineros de Atacama y Coquimbo:  hermanados administrativa y comercialmente, en la antigua provincia.

Entonces, cansados de un centralismo asfixiante y gravámenes excesivos en desmedro de la rica y productiva provincia y, además, de una nula representación local en el gobierno y escasa atención del Estado en los derechos mineros y ciudadanos, les llevó a formar un ejército propio de fuerzas liberadoras del Norte, comandadas por su líder natural, Don Pedro León Gallo, quien de su propio pecunio, creó: pesos, bandera, diario e himno. Avanzó con los zuavos mineros de Chañarcillo y despertó un genuino movimiento patriótico emancipador, hasta reunir una fuerza de más de 2000 hombres, incluyendo la confección de armas y cañones.

Así, decididos y resueltos, avanzaron hacia el sur —Huasco—, donde se agregaría la Legión montada de caballería, quienes se negaron en principio, por considerarlos una gavilla de bandoleros. En La Higuera, El Brillador, Lambert y Arqueros, se plegaron los mineros de Pedro Pablo Muñoz, hábiles en el uso de dinamita más los corvos de los zuavos de Chañarcillo, causarían estragos en las filas, de un ejército de profesionales de la guerra.

Ello, dejó al descubierto, la admirable decisión, valentía, fortaleza y abnegación de estos hombres excepcionales provenientes de las minas y canteras del Norte Infinito. Señero ejemplo de heroísmo y entrega singular, en pos de las necesidades de la gesta de Los Loros y Cerro Grande, en La Serena en —1859—, contra el obsesivo decenio de Montt. Esto constituye el mayor símbolo descentralizador desde la formación de la República y de total vigencia ante los actuales acontecimientos, en que el pueblo clama nuevos aires de justicia y dignidad.

El notable episodio, iniciado a las 8 de la mañana, cuando se encuentran ambas fuerzas. Ataque que iniciaran las tropas gobiernistas de José María Silva Chávez hasta transformarse en batalla generalizada. Los valientes e improvisados soldados coquimbanos y atacameños, demostraron de qué estaban hechos con sus corvos y dinamita. Y en lucha, cuerpo a cuerpo, deciden la batalla, hasta provocar la huida de las fuerzas oficiales y posterior retiro a Coquimbo.

A las 3 de la tarde los gloriosos vencedores, al son de La Constituyente ingresan victoriosos a la ciudad, ya en manos revolucionarias —para alegría del pueblo—.

No fue así en Cerro Grande, donde el Comandante Pedro León Gallo y los suyos, en un exceso de confianza, sufrirían duro revés, por la infiltración interna que sustituyó la pólvora por arena, entre otros; provocando el comienzo del fin de la gesta, con huida hacia Argentina, por Vicuña y Limarí.

Pedro León Gallo, Ramón Arancibia, Elías Marconi Dolarea, Olegario Carvallo, los Matta, Zapata, Torreblanca, Peña, Moreno, Mujica, Puelma, etc. Y los más valiosos intelectuales de Atacama y Coquimbo.  Los Cavada, Alfonso, Muñoz, Concha, Vicuña, etc. fueron algunos apellidos notables de La Serena, que lucharon y murieron, y quedaron perpetuados en nombres de sus calles.

Hoy, Instituciones Patrimoniales y culturales buscan perpetuar y consolidar, en el lugar exacto del hecho, instaurar un merecido homenaje, en un Monumento a los Héroes de Atacama y Coquimbo y un Memorial Cultural, para regocijo y ejemplo a las nuevas generaciones. Esto es de total justicia.

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