Por
Sergio Godoy Galleguillos,
Como un suceso de extraordinaria trascendencia y, tal vez, el hallazgo arqueológico más importante en Chile —y en Sudamérica de los últimos tiempos—, lo constituye el reciente descubrimiento del enterratorio funerario ancestral, en el sector El Olivar de Las Compañías, a solo 5 kms., a la salida norte del puente fiscal de La Serena.
El lugar, que es sitio privilegiado en hitos históricos culturales en la región, esta vez nos sorprende con un hallazgo, que revela impactantes antecedentes sobre los modos de vida y aspectos simbólicos de las culturas, así llamadas por Ricardo Latcham: Molle, ánimas, diaguitas y diaguita–inca, que habitaron y se fusionaron en los valles trasversales del Norte Infinito, entre los ríos Copiapó y Choapa, desde el 900 d.C., hasta la llegada de los europeos, en 1536.
En este 24 de junio en que los pueblos indígenas celebran su día, con el inicio del solsticio de invierno, es necesario reafirmar la misión de consagrar el derecho inalienable de los pueblos originarios, al respeto y puesta en valor de su historia y patrimonio. Y la consagración definitiva de estos, en la carta fundamental que nos rige.
A no olvidar: desde que comenzaron a transitar por el sube y baja, los caballos hacia el camino de los españoles, en la Compañía Baja, se inició la decadencia de los pueblos autóctonos que habitaron la región.
El hallazgo consiste en unas 25 Has. de 38O de largo x 50 de ancho, donde se han trabajado 452 pozos de sondeo de un importante componente funerario de una impresionante necrópolis, con cientos de restos humanos de nuestros antepasados y camélidos, en gran estado de conservación: cerámicas, vasijas, objetos cotidianos, fogones, conchales, lugares de rituales y ofrendas de oro y de huesos, etc. Lo que demuestra, incluso, conocimientos de metalurgia, de dichas etnias, probablemente por influencia inca.
Las cerámicas y vasijas rojinegras encontradas, nos demuestran que eran pacíficos agricultores y ceramistas consumados. Por ende, fueron los primeros campesinos que cultivaron el maíz, poroto, zapallo, quínoa, textiles y cría de camélidos, además de precursores del periodo agro–alfarero en la zona.
Según, Paola González y Gabriel Cantarutti —profesionales a cargo de un equipo multiprofesional— se habrían rescatado unos 200 cuerpos y 11 camélidos hasta que el Consejo de Monumentos Nacionales paralizó la obra a cargo de la constructora Española SACYR., consistente en un tramo de carretera, entre las ciudades de La Serena y Vallenar.
Dada la importancia del hallazgo, existe evidente expectación, solicitándose formalmente –con apoyo de supuestos grupos de sus actuales descendientes– la paralización total de las faenas para convertirlo en un museo de sitio, –in situ– ya que El Olivar es considerado el asentamiento funerario y ritual mas importante del norte de Chile.
Justo y necesario es reconocer y destacar, el rol que cumplió el afamado arqueólogo —pionero del Museo Arqueológico de La Serena—, Don Francisco Cornely Bachmann, quién ya en 1930 hablaba de enterratorios en el sector.
A juicio de los especialistas, lo mejor sería la construcción de un viaducto, lo menos invasivo posible, con vigas en altura, para no intervenir el sitio destinado a la construcción de un Museo de Sitio protegido —in situ—, que sea orgullo para la región, y que pudiera ser visitado por turistas y estudiantes. Y, sobre todo, para nuestras futuras generaciones.
Así, empaparse de siglos de historia que dialoguen con el presente y con un futuro sobre nuestras conciencias. Preguntarnos cuántos miles de vidas cegaron los avariciosos invasores, en un lugar fundacional ¡Cuánto han callado las actuales constructoras (y profesionales del área de ambiciones ilimitadas) de viviendas, eliminando restos funerarios, a cambio de pingues ganancias, borrando de una plumada, renegando la historia de su propio pasado!
¡Por favor rebobinar!