Ya hablamos en este espacio de los desafíos para la generación de conocimiento a partir del fomento de la investigación local. En el estudio “Cartografía del Conocimiento de Chile” (Cárdenas, Cabrera, Moguillansky, Olivares; datos y otros en columna), se muestra un grupo pequeño de disciplinas vinculadas, reconocidas como el “núcleo del conocimiento chileno”, principalmente conformadas por el área de Recursos Naturales, las cuales permitieron que entre el año 1994 y el 2014 la producción científica, medida en número de artículos indexados “WoS”, se incrementara pasando de 1.000 a más de 7.000 artículos.
Lo que en una primera mirada es un buen dato, al hacer un análisis acumulativo entre el año 2004 al 2014, indica que sólo el 10% de las disciplinas con mayor número de publicaciones concentraba casi la mitad del total de artículos publicados. Las Ciencias Naturales aportaban el 70%, con el sobresaliente rendimiento de Astronomía y Astrofísica, con 5.819, seguido de Medicina con 1.896 y Ecología con 1.766 publicaciones “WoS”. Las Ciencias Sociales aparecen en el lugar número 14, con Economía y sus 903 trabajos.
En la Región de Coquimbo, las diferencias esperadas se hacen evidentes, el conocimiento más que originar líneas diversificadas tiende a acumularse, principalmente por los mecanismos de difusión generalmente focalizados en audiencias específicas. Al ser una zona con gran actividad astronómica, que casi duplica sus publicaciones entre 2008 y 2014 (494 a 709), existe gran movilidad internacional de investigadores. En esta disciplina, el 45% de los artículos con afiliación regional son producidos por académicos extranjeros y sólo el 35% por talentos regionales.
Esta concentración espacial y la “fuga” de conocimiento impiden generar un vínculo virtuoso regional, el cual es absolutamente necesario. En él, el Estado requiere señalar los acoplamientos requeridos para generar el encuentro formal entre instituciones regionales e internacionales, que permita avanzar para posicionar a la región como territorio científico relevante, fundamentado en sistematización de redes.
Ahora bien, si a lo anterior agregamos que la Región Metropolitana cubre casi el 100% del total de las disciplinas WoS, se revela además que existe concentración y centralización del conocimiento, con un desarrollo país heterogéneo. Por ejemplo, en nuestra región esta cobertura alcanzaba una cifra algo superior al 60% en el 2014, en un número profundamente afectado por el “adyacente posible”, es decir, por la construcción sobre aquello ya escrito, y no con líneas que privilegien la diversificación y la descentralización.
Se requiere una estrategia pública de apoyo a la investigación, encaminada a mejorar la tasa de crecimiento de la cobertura temática nacional, que ahora alcanza a un 3%; y fomentar la inversión privada, que en países desarrollados llega al 70% del total. Finalmente, quiero resaltar el rol de las Universidades que han profundizado su aporte en la región para la descentralización, diversificación y multidisciplinariedad, como un llamado a no continuar haciendo más de lo mismo, sino que apuntar a la creación de conocimiento local, de modo de lograr un flujo de investigación que sea capaz de comunicarse y traducir en forma efectiva los requerimientos para el desarrollo.
Jaime Alonso Barrientos, Vicerrector Regional UCEN Región de Coquimbo