María José Herrera, Coordinadora Unidad de Género, UCEN Región Coquimbo
Frente a un nuevo 25 de noviembre, las cifras de violencia hacia la mujer no han dejado de ir en alza. Nuestra región lidera el aumento a nivel nacional del reconocimiento de mujeres que la han sufrido.
El cambio implica la convicción de que necesitamos una transformación social, donde todas y todos nos reconozcamos como actores de cambio. En este sentido, creo que la responsabilidad -por una parte- se encuentra en las diversas políticas publicas con perspectivas de género que se tienen que ir instaurando, pero también en nuestras manos. Somos responsables de nuestras acciones y conductas, y es necesario que dejemos de normalizar una serie de prácticas que siguen generando interacciones violentas, discriminación, vulnerabilidad y hechos que lamentablemente terminan con familias y con mujeres.
Dentro de las cosas que el movimiento feminista nos ha dejado, es la visibilización de cotidianidades que no podemos seguir escondiendo o aceptando, y nos ha llevado a repensar formas comunes de vinculación o situaciones que se repiten a diario. Es posible decir que hemos tenido algunos logros, por ejemplo, la ley que sanciona el acoso callejero público, lo que se entiende hoy como una forma de violencia. Sin embargo, nos queda mucho por recorrer y debemos seguir trabajando por la igualdad. Los esfuerzos deben enfocarse en lograr una equidad de género, en vista de una igualdad efectiva, que posibilite el desarrollo de toda la ciudadanía y no sólo de un sector de la población.
Las instituciones de educación superior son parte de este desafío de transformación social, y por ello, como parte de la Unidad de Género UCEN región de Coquimbo, creemos que la educación es el camino para esa transformación, y rechazamos todo acto de violencia hacia las mujeres, entendiendo que somos un espacio que tiene la misión de trabajar en pro de la igualdad y la no discriminación.