Tan lejos, tan cerca

 

Por Paulina Andrés, directora de Comunidad del Hogar de Cristo

 

Este 2020 ha sido duro, qué duda cabe.

Esa dureza la hemos experimentado sobre todo en términos de ausencia física. De no poder abrazarnos, besarnos, acercarnos a ese otro que nos mueve a cuidarlo y protegerlo. Han surgido paliativos: las videollamadas de acompañamiento a los residentes en nuestros hogares para personas mayores, por ejemplo. El precioso gesto de varios universitarios que investigaron sobre las canciones favoritas de los habitantes de una residencia en Hualpén y se las cantaron online, emocionándolos hasta las lágrimas. O la notable iniciativa de dos jóvenes enfermeras y un ingeniero comercial que se unieron para sanar lesiones de personas en situación de calle que no iban a los consultorios por las largas esperas o por el trato negligente e indigno. O la conmovedora tarea que desarrollan desde hace años en el Estero Marga-Marga de Viña del Mar, Gladys, Marisol, Teresita, Rosemary y René, todos adultos mayores comprometidos con el dolor ajeno, ayudando a los que viven bajo los puentes y, en pandemia, sin posibilidad de abrir el comedor solidario que funciona en dos containers, les llevan viandas “a domicilio”, lo que es un decir, porque son personas que carecen de un lugar donde vivir. Los proveen además de alcohol gel y mascarillas, y de lejitos, porque hoy, ante el riego de contagio, cuidarse es, al mismo tiempo, distanciarse del otro.

Hogar de Cristo es, sin duda, la fundación que aglutina el mayor número de voluntarios en Chile. Personas individuales y también trabajadores de empresas, que haciendo voluntariado corporativo comprenden el valor transformador que tiene la experiencia de dar y darse al otro. Lo decía el padre Hurtado: “La transformación de las estructuras supone la transformación de las conciencias”.

Para no vivir en una burbuja, para no estar distante de la realidad ajena, para precisamente tomar conciencia, se requiere cercanía. Es allí donde están el conocimiento y la empatía para comprender ni más ni menos el descontento social que estalló el 18 de octubre de 2019 y que sigue latiendo, esperanzado ahora con el proceso constituyente y una nueva Constitución, que, al menos, declare los ideales de equidad y justicia.

Desde 1985, año en que fue instaurado por la ONU, cada 5 de diciembre se celebra el Día Internacional del Voluntario, el que  está muy inspirado por los Objetivos para el Desarrollo Sostenible, una serie de metas destinadas a combatir la pobreza, el hambre, la enfermedad, el analfabetismo, la degradación medioambiental y la discriminación hacia las mujeres.

En este día queremos agradecer el compromiso de todos y cada uno de los casi 30 mil voluntarios –individuales, grupales y corporativos–  que nos colaboran y no han dejado de hacerlo en este año raro, estresante y exigido, aunque a partir de mediados de marzo las reglas de participación hayan cambiado. Parafraseando el título de una famosa y ya antigua película, gracias por haber estado tan lejos, pero tan cerca de los pobres y vulnerables de Chile, que hoy han aumentado y necesitan mucho más de ustedes, los voluntarios del Hogar de Cristo.

 

 

 

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