Día de fiesta se vivió con gran devoción en el Santuario de La Candelaria de Copiapó

Monseñor Ricardo Morales presidió las celebraciones, que comenzaron en la mañana con la bendición de los niños.

En la homilía de la misa, el Obispo destacó tres aspectos del evangelio. Primero, la figura del anciano Simeón, “Es un hombre que espera, -dijo- esperar nos permite mirar la vida con otra óptica; esperar cosas grandes y luchas por ellas”. También destacó que Simeón “estaba preparado para morir” y preguntó: “Si el Señor nos llamara hoy, ¿podríamos decirle: ‘puedes dejar que tu siervo muera en paz’ O le diríamos: ‘no, todavía no’? Y en tercer lugar, menciona a Ana, que “empieza a hablar de Jesús después que lo reconoce. Nosotros, ¿hablamos de Jesús, conversamos sobre él?”

Por su parte, la novena se centró en la solidaridad. Don Ricardo hizo un recorrido por los principales puntos de la Doctrina Social de la Iglesia, que ha utilizado diversos conceptos para referirse a lo mismo. El obispo recordó que “León XIII hablaba de amistad; Pio XI de caridad social; Pablo VI, de civilización del amor; y San Juan Pablo II, de solidaridad en el mismo sentido que hoy usa el Papa Francisco”. Dijo que Jesús “aparece como el hombre nuevo, solidario con la humanidad hasta la muerte ene cruz”. Llamó a construir estructuras de solidaridad, “no solo un evento en el año, sino permanente y constante”.

Bendición de los niños fue virtual

“No hay cosa más linda que tener a Jesús y a la Virgen en el corazón”. Así inició su mensaje Mons. Ricardo Morales, en la bendición virtual a las niñas y niños, en el Santuario de La Candelaria de Copiapó.

Al dirigirse a los más pequeños, a través de la transmisión, don Ricardo les dijo que supieran que no estaban solos. “Cuando somos adultos, parece que se nos olvida, pero los niños saben que pueden confiar siempre en su Madre del cielo, que nunca estarán solos, tienen a la Virgen y a Jesús”. Explicó que ser como niños “significa confianza total, no tener miedo a caerse, porque tenemos una Madre y un Padre que nos levanta, con un amor incondicional, nos abraza como somos. Y nuestra Madre del cielo nos dice hoy, especialmente a cada niña y niño: Aquí estoy, para estar contigo, no te dejaré solo”.

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