Paula Molina
Químico farmacéutico de Farmacias Ahumada.
Hace pocas semanas el informe anual de The Lancet Countdown, una colaboración internacional de institutos de investigación y universidades sobre la salud y el cambio climático, confirmaba que el calor no sólo está afectando a nuestro ecosistema, sino también a nuestra salud y de una forma más directa de lo que se piensa. De hecho, las olas de calor serían un factor determinante, ya que las muertes relacionadas a éstas habrían aumentado en más de un 50% en los últimos 20 años.
Este calor extremo puede generar que la temperatura corporal rebase los 40°C, produciendo dolores de cabeza, vómitos, delirios y convulsiones, por ejemplo. Estos son los llamados golpes de calor, una grave afección con una base ambiental importante y que puede tener consecuencias fatales para niños, mujeres embarazadas, adultos mayores y enfermos crónicos, principalmente.
Este último grupo incluye pacientes con insuficiencia cardiaca, hipertensos, diabéticos, enfermos renales, y patologías endocrinas y respiratorias, entre otras. Y no es de extrañar que sean más vulnerables, ya que sus condiciones basales podrían alterar la percepción del calor o, debido a sus tratamientos farmacológicos, pueden deshidratarse de forma más rápida.
Ahora, si sólo consideramos que de acuerdo a la última Encuesta Nacional de Salud, cerca de dos millones de habitantes padecen diabetes y casi el 30% de la población podría sufrir de hipertensión, encontrándose muchos de ellos descompensados por falta de control debido a la pandemia, evitar ser afectado por las altas temperaturas es un tema relevante para la salud pública de nuestro país.
En este sentido, los pacientes deben ser conscientes del riesgo y evitar exponerse de forma prolongada al sol, usar ropa ligera y holgada, mantenerse en lugares frescos y, por sobre todo, hidratarse y comer adecuadamente; dos litros de agua debe ser la ingesta mínima en estos casos e incorporar una buena cantidad de frutas y verduras que ayuden a reponer las sales perdidas con la sudoración.
En 2019 la Organización Panamericana de la Salud entregó recomendaciones para enfrentar estos episodios. No obstante, más allá del informe meteorológico que se entrega al público, aún falta mucho para comunicar masiva y oportunamente las medidas de adaptación y prevención frente a estos episodios.
Hoy, cuando a lo largo del país nuestros servicios de salud y profesionales presentan niveles críticos de ocupación y desgaste debido al manejo de la crisis por Covid-19, es fundamental que estos pacientes tengan la información adecuada para aplicar el autocuidado y evitar llegar a las salas de urgencia, estresando aún más nuestro sistema sanitario. Aún queda mucho verano.