María José Herrera Durán. Jefa de Unidad Género y Diversidad. UCEN Región de Coquimbo.
La llegada de un nuevo 08 de marzo, conmemoración del Día Internacional de la Mujer, nos vuelve a recordar los desafíos que seguimos teniendo presentes y los dolores que continuamos arrastrando como sociedad. No podemos olvidar las cifras de femicidios, la violencia intrafamiliar y de género que está presente en los hogares de nuestro país. Tampoco la brecha salarial entre mujeres y hombres, que según cifras de la OCDE es de un 21,2%. Y así, un sin fin de hechos y circunstancias donde nos vemos discriminadas, enjuiciadas y violentadas por ser mujeres.
Es fundamental repensar las prácticas tanto de la sociedad en su conjunto, como también las propias, y comenzar a trabajar en cambios concretos, donde dejemos de relegar y marginar a sectores de la población y realidades como si no existiesen. La cotidianidad que hemos vivido durante la pandemia, nos debería ayudar a visualizar las dificultades y complejidades que atraviesan las mujeres a lo largo de nuestro país y que se han acentuado, ya sea por teletrabajo, cuidado, desempleo, violencia, etc.
Las instituciones de educación superior tienen la misión de preguntarse el tipo de sociedad que están ayudando a construir, y dar cuenta qué están haciendo para ello. Es importante validar la labor de las unidades, observatorios o departamentos de género, que nacen a partir del movimiento feminista, en un constante compromiso consigo misma como institución, como también con la sociedad de la que somos parte.
El reconocimiento de la violencia o la discriminación es un primer paso, pero no es suficiente cuando hablamos de derechos, justicia, equidad e igualdad de género, implica esfuerzo y cambios concretos, donde no cerremos el debate a juicios personales, sino que lo abramos a la cotidianidad de miles de mujeres.
Tenemos el deber de aprovechar la universidad como un espacio en el que podemos proponer y trabajar en pro de este desafío, respetando las diferencias, y comprendiendo que nuestra labor va más allá que la de impartir carreras o aprobar asignaturas.
Ser mujer no debe y no debería ser jamás un peso.